Argentina: “Grieta» política, lejos de cerrarse tras dos años de Macri

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BUENOS AIRES.- Pasado el ecuador del mandato de Mauricio Macri, el presidente que llegó al poder prometiendo «unir a los argentinos», lejos está de cerrarse la «grieta» entre Gobierno y oposición, que llega a la sociedad, entre acusaciones de «golpismo» por parte del macrismo y de falta de democracia por el kirchnerismo.

Las declaraciones del juez argentino en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (propuesto por la exmandataria Cristina Fernández), Eugenio Zaffaroni, deseando que «este Gobierno se vaya lo antes posible», ha sido el último episodio de la «grieta», un término que nació para hablar de la época de las dictaduras, pero se popularizó durante el kirchnerismo (2003-2015).

La expresión, que se observa en Argentina desde los artículos de opinión hasta las conversaciones de bar, alude tanto a la división de la sociedad como a la agresividad entre grupos políticos, en un país que aún recuerda al presidente Fernando de la Rúa huyendo en helicóptero por las protestas en la crisis del 2001, un camino que el oficialismo cree que cierta oposición quiere emular.

«Hay sectores que tienen esa tentación», afirmó a Efe Fernando Sánchez, exdiputado y actual miembro de la jefatura del gabinete de ministros, quien, aunque puntualizó que no es la opción mayoritaria, opinó que «hay algunos que producto de su propio fracaso y por la desesperación que les da estar fuera del Gobierno se imaginan y se ilusionan con cualquier manera para volver al poder».

Las relaciones entre los partidarios del anterior Ejecutivo y los del presente se encuentran en su peor momento, después de que el mes pasado la primera votación de la reforma de las pensiones tuviese que ser suspendida, con parlamentarios a punto de enfrentarse a golpes dentro del Congreso y una batalla campal en los alrededores, con cientos de heridos entre policía y manifestantes.

El jefe del bloque kirchnerista en la Cámara de Diputados, Agustín Rossi, negó a preguntas de Efe que su grupo tenga voluntad de tumbar a Mauricio Macri antes de los cuatro años de mandato; y aseguró que son un oposición «responsable» desde el punto de vista institucional pero «severa» ideológicamente, y culpó al Gobierno del clima de crispación.

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«En Argentina hay democracia, pero no hay un Estado de derecho pleno, sino que hay un estado de excepción», criticó Rossi, lo que ejemplificó con la prisión de varios dirigentes kirchneristas, aún sin condena, a los que definió como «presos políticos», una situación que alcanza incluso a la expresidenta Cristina Fernández, a la que un juez pidió retirar sus fueros parlamentarios para arrestarla.

Rossi también denunció el «uso de la violencia institucional», tras la muerte de dos manifestantes por el accionar de la policía, y la «enorme represión» de algunas manifestaciones en Buenos Aires; así como las «presiones a los medios para que los periodistas opositores no tengan espacio», y a la oposición para que apruebe leyes a cambio de seguir financiando a las provincias.

La oposición frontal a Mauricio Macri no es exclusiva del kirchnerismo, y se extiende a las formaciones políticas más izquierdistas y muchos sindicatos: uno de los sindicalistas de mayor peso en el país recordó este mes que hubo otros presidentes que «le mordieron la cola al león y terminaron mal», por aquellos que no pudieron terminar el mandato.

Tampoco se libran del enfrentamiento las organizaciones de derechos humanos, a las que Mauricio Macri acusó de cometer «abusos» antes de asumir el cargo; la presidenta de una de las dos facciones de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, dijo al ser preguntada por la polémica del juez Zaffaroni que ella no quiere que Macri «se vaya», sino «que se caiga a pedazos, porque si se va viene otro que es peor».

«Hay una oposición racional, constructiva, que tiene críticas para el Gobierno, pero está dispuesta a sentarse a dialogar; y hay otra oposición que busca por todos los medios que Mauricio Macri caiga», aseveró el diputado oficialista Luis Petri.

Declaraciones como las de Zaffaroni, que la ministra de Seguridad definió como «golpistas» y el propio Mauricio Macri como «una vergüenza», y otras en esa línea, están «en contra del sistema democrático» para Petri, pero aseguró que desde el oficialismo no se plantean ningún escenario en el que el presidente renuncie antes de lo previsto.

Aunque el diputado señaló que la grieta «se empieza a cerrar», admitió que «es un proceso que va a llevar muchos años».

El escenario político argentino, dos años después de la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, no permite vislumbrar el momento en el que se pueda alcanzar su compromiso de terminar con una fractura acerca de la que muchos hablan, pero pocos hacen autocrítica.

EFE/Foto internet-medios

 

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