BUENOS AIRES.-Los hijos de represores de la dictadura se unieron en el colectivo “Historias Desobedientes” para pedir perdón por los crímenes, torturas y desaparición de centenares de personas perpetrados por sus padres.
“Fueron 40 años de silencio, de vergüenza, de culpa. Muchas de nosotras pasamos momentos muy difíciles y queremos que la gente sepa que estamos a favor de la verdad, la memoria y la justicia”, declaró Laura Delgadillo, integrante de “Historias desobedientes”, el grupo que reúne a los hijos de los represores que repudian el accionar de sus progenitores durante la dictadura de 1976 a 1983.
El padre de Laura era Jorge Luis Delgadillo, quien nunca fue procesado por la justicia argentina, aunque su hija asegura que “actuó en la represión” desde los servicios de inteligencia de la policía de la provincia de Buenos Aires. El hombre estuvo 10 años cuadripléjico y ya falleció.
La primera aparición pública de la organización fue en la última marcha contra la violencia de género realizada el 3 de junio en Buenos Aires en la que mostraron su desazón por el dolor infringido por sus padres y su repudio a cualquier tipo de violencia.
Ese día sólo participaron siete mujeres del grupo, que hasta ahora suma unas 15 personas, y mientras caminaban algo tensas con el cartel en que se leía “Historias Desobedientes, hijos e hijas de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia”, varias personas se acercaron a fotografiarlas.
El primer paso lo dio la hija del represor Miguel Etchecolatz, quien el 10 de mayo participó en una marcha contra un controvertido fallo de la Corte Suprema que validó la aplicación de una reducción de pena a un condenado por delitos de lesa humanidad.
La medida, que generó un masivo rechazo en Argentina, llenó de vergüenza a Mariana D., quien hace un año se cambió el apellido paterno y sólo se identifica con la letra inicial para no ser asociada al exjefe de policía de 88 años que cumple condena a cadena perpetua.
Casi de inmediato otros hijos de represores repudiaron a sus padres en las redes sociales. “Esos que gritamos en sus caras la palabra asesino…. podríamos juntarnos”, propuso Erika Lederer. Su padre, Ricardo Lederer, era obstetra en un centro de detención clandestino en el que a las detenidas que daban a luz les eran arrebatados sus hijos recién nacidos. (ECHA- Agencias)