BUENOS AIRES.- Los argentinos acuden hoy domingo a votar en una segunda vuelta de las elecciones muy abiertas, con el oficialista Sergio Massa y el aspirante de la ultraderecha Javier Milei separados por apenas unos puntos, según los últimos sondeos, y en medio de un clima enardecido por el antagonismo de ambas opciones y las acusaciones de la oposición alertando de fraude electoral.
En donde sí parece haber cierto consenso es en el buen hacer de Massa en detrimento de Milei durante el debate del pasado domingo, el último de los actos de una campaña en la que al igual que el cara a cara televisado ha habido más protagonismo para los reproches y las críticas entre uno y otro que para las propuestas para estos próximos cuatro años.
Massa, con tono moderado, supo imponer su ritmo en un cara a cara en el que a Milei se le vio con cierta pasividad, sin saber muy bien cómo abordar los temas que habrían puesto en apuros al todavía ministro de Economía, como la crisis económica y el hondo déficit que arrastra Argentina.
Para cerrar la campaña ambos volvieron a mostrar sus diferencias de estilo, Milei, acompañado por la candidata de la derecha tradicional en primera vuelta, Patricia Bullrich, se dio un baño de multitudes en Córdoba –provincia clave para sus aspiraciones–, donde algunos de sus acólitos sacaron la motosierra a pasear, mientras que Massa optó por algo mucho más discreto, reuniéndose con grupos empresariales y estudiantes en un colegio público de Buenos Aires.
El cierre de campaña ha estado marcado también por los ataques que la coalición de Milei ha dirigido contra el sistema electoral argentino, lanzado unas infundadas sospechas sobre un fraude electoral, que recuerdan a las de algunos de sus homólogos en la región, como el expresidente brasileño Jair Bolsonaro.
PERFILES
Abanderado de los denominados libertarios, Milei ha centrado la campaña en señalar a la política tradicional y a su clase dirigente, a la que define como casta, como principal responsables de los males de Argentina. Sin embargo, el apoyo de Patricia Bullrich tras la primera ronda ha provocado que haya rebajado el tono.
En materia social Milei no deja espacio a la duda y ya ha dejado claro, a veces con más histrionismo del que se le presupone a un líder político, que si de él dependiera reduciría el papel del Estado hasta el punto de justificar votar en contra de una ley que detecta cardiopatías congénitas en los bebés antes de nacer porque supondría más gasto público.
«Yo soy liberal libertario, filosóficamente, soy anarquista de mercado», dijo en una ocasión. Se ha mostrado contrario al aborto, incluso si el embarazo viene de una violación, pero sí le parece buena idea crear un mercado para promover la compraventa de órganos. Defiende dolarizar la economía y ha cuestionado la cifra oficial de 30.000 desaparecidos durante la última dictadura.
Una de sus últimas polémicas ha sido su defensa durante el debate del domingo de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, por quien siempre ha sentido una gran afinidad y a quien calificó de «gran líder», lo que ha provocado el rechazo, por ejemplo, de colectivos de veteranos de la guerra de las Malvinas.
Por su parte, Massa ha estado lidiando con la paradoja que supone ser responsable de las finanzas de un país que pasa por uno de sus peores momentos económicos y candidato de la fuerza que aspira a estar otros cuatro años en el poder, apelando de nuevo de manera particular a la clase trabajadora, sector al que acude tradicionalmente el peronismo para lograr conseguir votos.
DISPUTA POR LOS VOTOS DE TERCEROS
La cita de este domingo está marcada por la sorpresa que supusieron los resultados de la primera vuelta electoral, en la que los vaticinios de un Milei vencedor –al igual que en las primarias de agosto– saltaron por los aires cuando Massa logró sacarle casi siete puntos porcentuales.
Así, en esta segunda vuelta está por ver también cómo influirá la movilización por rechazo que suscitan uno y otro candidato y por quién se decantará el 23 por ciento que votó en primera ronda por Patricia Bullrich, quien al anunciar su apoyo a Milei desencadenó una ruptura con algunos partidos que formaban la coalición Juntos por el Cambio, los cuales se declararon neutrales, así del resto de fuerzas.
La Unión por la Patria de Sergio Massa logró más de 9,6 millones de votos en primera ronda gracias en parte a su gran resultado en la provincia de Buenos Aires, una de las regiones con mayor población y cuya suma superó a los resultados conjuntos de Bullrich y Milei.
El peronismo mantuvo su hegemonía electoral, pero perdió apoyo con respecto a las anteriores elecciones, siendo aquellas partes del país con menores rentas su principal caladero de votos, mientras que los 8 millones de votos que logró La Libertad Avanza del ultraderechista Milei fueron más transversales.
Sea quien sea quien logré mudarse a Casa Rosada, deberá lidiar con la enésima crisis financiera de un país cuya inflación se prevé vuelva a superar máximos históricos y en medio de una fuerte polarización fruto de la irrupción de esa tercera vía ultraliberal y conservadora que representa Milei.
VOTO OBLIGATORIO
En Argentina, el voto es obligatorio, salvo excepciones contempladas por la ley y que debe en cualquier caso justificar el elector. No acudir implica multa y, en caso de impago, la inhabilitación para realizar gestiones ante los organismos oficiales durante todo un año.
La obligatoriedad del voto no se aplica en el caso de los argentinos expatriados. En España, más de 110.000 ciudadanos están llamados a las urnas en seis centros distintos, repartidos en función de los distintos consulados: Barcelona es el más multitudinario, con 47.000 potenciales votantes, mientras que Madrid concentra a unos 34.000.
Europa Press
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