La goleada por 7-1 encajada por Alemania a Brasil en semifinales de su propio Mundial, fue la dentellada más cruel al exquisito jogo bonito ocurrido aquel martes 8 de julio de 2014, exactamente un año después.
Brasil creyó por un momento que el fútbol, el deporte nacional, había tocado fondo y que a partir de allí comenzaría a repuntar. Nada más cierto porque en la reciente Copa América 2015, el Scratch no da señales de recuperación.
Un año después, la esperada recuperación no solo no llegó, sino que la pesadilla parece estar lejos de acabar.
En su primer certamen oficial tras el dramático fracaso en casa ante Alemania, Brasil sufrió una temprana eliminación de la Copa América de Chile, que además lo dejó fuera de la Copa Confederaciones por primera vez en su historia.
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El «país del fútbol» busca a ciegas la identidad y prestigio con los que conquistó cinco títulos mundiales.
«Feliz cumpleaños, 7 a 1», tituló su columna el comentarista deportivo del diario «O Estado de Sao Paulo» Paulo Calçade.
«Un año después de la humillación de la Copa del Mundo, nuestro fútbol se encuentra desgarrado técnica y económicamente. La selección no despegó en la Copa América, y el campeonato Brasileño sostiene sus pilares sobre arena movediza, mientras promueve una liquidación de jugadores para mantener a los clubes vivos y funcionando. Increíble», lamentó el analista.
El «Mineirazo» de Brasil 2014 fue tan duro que mató incluso al fantasma del «Maracanazo», en 1950, pero no parece haber servido para que las autoridades del fútbol nacional promuevan una autocrítica que permita comenzar a superar una crisis inédita.