RÍO DE JANEIRO (Brasil).- La detención del exministro de Turismo brasileño Henrique Alves (foto), acusado del cobro de sobornos para la construcción de uno de los estadios sede del Mundial de fútbol del 2014, abre un nuevo capítulo en la larga lista de desvíos descubiertos con la excusa del torneo deportivo.
Alves, que también fue expresidente de la Cámara de Diputados de Brasil, fue arrestado hoy en una operación que investiga desvíos en la construcción del estadio Arena das Dunas de Natal (capital regional de Río Grande do Norte, nordeste del país), uno de los que se construyeron en para el Mundial de fútbol del 2014.
El exministro de Turismo en los gobiernos de Dilma Rousseff y Michel Temer está acusado de corrupción y lavado de dinero por cobrar un sobreprecio de 77 millones de reales (unos 24 millones de dólares) por la construcción de la Arena das Dunas a cambio de usar sus influencias en favor de la constructora OAS.
Henrique Alves, un importante correligionario del presidente Temer en el mayoritario Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y destacado líder oficialista en los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y de su sucesora Rousseff, habría cobrado el dinero de OAS a través de donaciones electorales a empresas fantasmas que prestaron servicios para la campaña del 2014.
Natal es una de las ciudades cuya elección para ser sede del Mundial de fútbol del 2014 causó más polémica, al no tener una gran tradición futbolística: de hecho, tiene un equipo, el ABC, que logró el ascenso la temporada pasada a la Serie B brasileña, mientras que el otro grande de la ciudad, el América, juega en la Serie D.
La construcción de la Arena das Dunas, con capacidad para 43,000 personas, tenía un presupuesto inicial de 350 millones de reales (unos 107 millones de dólares), aunque finalmente acabó costando unos 400 (123 millones de dólares). El 99 % del dinero salió de créditos de bancos públicos brasileños.
El de Natal no es el primer escándalo de corrupción que estalla en Brasil por obras realizadas para el Mundial del 2014.
A finales de mayo, los exgobernadores del Distrito Federal José Roberto Arruda y Agnelo Queiroz, así como el exvicegobernador Tadeu Filippelli, quien ocupaba un cargo de asesor de Temer, fueron detenidos acusados de formar parte de un esquema de corrupción que actuó en la reforma del estadio Nacional Mané Garrincha en Brasilia.
Brasil: Odebrecht admite sobrecostes en 6 de los 12 estadios del Mundial 2014
Según la Policía Federal, el grupo habría desviado unos 900 millones de reales (unos 275 millones de dólares) durante la reforma del estadio, que fue el más caro de los doce que se construyeron o reformaron para el Mundial: debía costar 745 millones de reales (230 millones de dólares) y terminó por 1,400 millones de reales (unos 430 millones de dólares), un 87.8% más.
Otro caso emblemático de desvíos en estadios mundialistas fue la reforma del Maracaná de Río de Janeiro, el templo del fútbol brasileño, y cuyas obras tuvieron unos costes un 75% superiores a los calculados: acabó saliendo por 1,200 millones de reales (unos 370 millones de dólares), pese a que ya había sido remodelado el 2007 con motivo de los Juegos Panamericanos.
La inflada reforma del estadio es uno de los motivos que llevó a prisión, el año pasado, al exgobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral.
Otros estadios, como el Itaquerao de Sao Paulo, la Arena Pantanal de Cuiabá, el Mineirao de Belo Horizonte o la Arena Amazonia de Manaos también están bajo sospecha de sobrefacturación.
En el 2007, cuando fue elegido sede del Mundial del 2014, la candidatura de Brasil presentó a la FIFA un coste estimado de unos 1,100 millones de dólares para la construcción o reforma de los 12 estadios con un proyecto en el que todo el dinero saldría de la iniciativa privada.
El coste final, sin embargo, fue de unos 8.900 millones de reales (casi 3.000 millones de dólares de la época); el 92 por ciento salió de las arcas públicas y apenas el 8 por ciento fue aportado por privados.
Las obras en los estadios mundialistas fueron realizadas por las principales constructoras del país, las mismas que están salpicadas por la gran trama de corrupción de la petrolera estatal Petrobras.
Apenas uno, el Castelao de Fortaleza, acabó costando menos de lo proyectado: 518.6 millones de reales (unos 160 millones de dólares) frente a los 191 millones de dólares proyectados inicialmente.