Brasil registró en las últimas 24 horas 16.508 nuevos contagios por COVID-19, con lo que el balance total de infectados se elevó a 347.398 y lo mantuvo como el segundo país del mundo más afectado por la pandemia, después de Estados Unidos que ya suma unos 1,6 millones de casos.
La potencia suramericana alcanzó este sábado las 22.013 muertes por el virus, tras registrar 965 óbitos durante la última jornada, según el más reciente balance divulgado por el Ministerio de Salud.
En la víspera, Brasil sobrepasó a Rusia, que este sábado llegó a los 335.000 casos, pero cuyo índice de letalidad es mucho menor registrando a la fecha unos 4.000 muertos por el virus.
El epicentro de la enfermedad en Brasil continúa siendo el estado de Sao Paulo, el más rico y poblado del país, con unos 46 millones de habitantes, al registrar 6.045 óbitos y 80.558 casos confirmados.
Por detrás se sitúa el estado de Ceará, en el empobrecido nordeste del país, con 35.122 contagios y 2.308 muertes, unos números alarmantes para su población, estimada en unos nueve millones de personas.
Río de Janeiro también preocupa con 3.905 muertes por la COVID-19, de las cuales, 248 ocurrieron en las últimas 24 horas, un nuevo récord para el estado más emblemático de Brasil que ya suma 34.533 infectados.
No obstante, de acuerdo con diversos estudios, la cifra real de casos podría ser hasta 15 veces mayor debido a la elevada subnotificación en el país, que lucha hora por ampliar la capacidad de los laboratorios.
SE DESBORDA LA INDISCIPLINA
Las medidas adoptadas por los Gobiernos regionales no están dando los resultados esperados y en las metrópolis que son epicentro de la pandemia las cifran continúan en aumento.
Sao Paulo, registró 272 nuevos muertos en las últimas 24 horas y Río de Janeiro batió récord diario con 248 nuevos óbitos.
El sistema de salud público paulista amenaza con entrar en crisis y el de Río ya colapsó.
A pesar de que las cifras crecen, la gente no quiere quedarse en casa y cada vez son más frecuentes las personas en la calle y sin tapabocas.
En Sao Paulo, la más reciente medida del Gobierno de adelantar para esta semana, tres feriados de otros meses del año, no ha surtido el efecto deseado.
Los resultados señalaron que solo un 52 % de los paulistas han permanecido en sus hogares -el índice esperado era de 72 %-.
En Río de Janeiro la situación se concentra en su capital homónima, que tiene una tasa de letalidad por COVID-19 del 12,7 %, casi el doble del promedio nacional del 6,5 % pero el alcalde de la ciudad, Marcelo Crivella, quiere comenzar a flexibilizar las medidas de aislamiento social que ha implementado hasta el momento.
Aunque hasta el momento no ha definido nada, el burgomaestre anticipó su intención tras una reunión que sostuvo con el presidente Jair Bolsonaro en Brasilia, el jueves.
Los cariocas parece que quisieran adelantarse al anuncio y desde el viernes se ven muy campantes por las playas de Barra de Tijuca, al oeste de Río, aunque también por las de Copacabana e Ipanema, las más icónicas de la «cidade maravilhosa».
El principal ejemplo de indisciplina llega directamente desde Brasilia, donde Bolsonaro volvió a promover las aglomeraciones este sábado, durante el saludo que extendió a sus seguidores al caer la tarde, en la entrada del Palacio de la Alvorada, su residencia oficial. EFE