GUÁTICA/Colombia).- La cordillera abraza a Guática, municipio colombiano rodeado de frutales y una tupida vegetación donde Emmanuel, un campesino de manos curtidas, encontró en el café un producto para escapar del conflicto armado que le desplazó de su hogar y la alternativa a la siembra de coca.
«Anteriormente nos tocó producir coca en medio de la guerra. Una vez pude volver a Guática me propuse sembrar el mejor café y enseñarle a mis hijos para que lo produzcan mejor que yo. El café se ha convertido en nuestro proyecto de vida», dice Emmanuel a Efe mientras toca su frente quemada por el sol.
El conflicto armado ha tocado la puerta de Emmanuel en tres ocasiones. Fue desplazado en 1999 de su natal Puerto Rico, en el amazónico departamento de Caquetá, a causa de la ola de violencia desatada cuando esa región se transformó en escenario de guerra entre fuerza pública y guerrillas.
Decidió refugiarse junto a su esposa y sus dos hijos en Rionegro, en el departamento de Antioquia, otro hogar que tuvo que abandonar en 2002 por los constantes enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Cansado de la violencia, buscó establecerse en otro lugar en el que saber lo que es la tranquilidad y llegó a Guática, en pleno Eje Cafetero, en donde «el conflicto en ese momento no era tan fuerte».
Sin embargo, la ilusión tampoco duró mucho y tuvo que desplazarse en 2006 pues tuvo «problemas» con «otros actores» armados que han hegemonizado el conflicto colombiano.
«El conflicto armado crea una descomposición social horrible, hay temor de salir, no sabemos quién está armado, ni quién nos va a poner un ‘impuesto’ o quien nos va a humillar», afirma con tono de voz bajo y mirada fija en su interlocutor.
En 2018 regresó a Guática tras pasar una temporada en lo que él sencillamente describe como «la ciudad».
«Para nosotros la ciudad es un monstruo, en cambio el campo es toda la razón de vivir. Nacimos aquí y lo único que sabemos es producir comida. Salir de tu tierra y de tus raíces es horrible pero poder recuperarla es algo maravilloso», explica mientras señala el paisaje.
Emmanuel encontró en el café la forma de salir adelante y para vivir de un producto que hoy tiene precios que ponen en duda su mera subsistencia creó «Tradittion Coffee», un proyecto en el cual se siembra, prepara y empaqueta café seco especial con aroma a vainilla o chocolate.
«Detrás de mi proyecto están madres cabeza de hogar y víctimas del conflicto que creyeron en esto y quisieron trabajar», indica acerca de las mujeres con la responsabilidad de sostener una casa que creyeron en su idea.
Dice que sacar el café «grano por grano» es el secreto para obtener un producto suave de alta calidad y con un sabor entre lo dulce y lo amargo.
Según cifras de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), en Colombia durante los siete primeros meses de 2019 se produjeron 14 millones de sacos y se exportaron 7,7 millones.
«Nuestro café ya ha ido a Inglaterra y España. Ayer mandamos unas muestras para Canadá y China», dice orgulloso su hijo que ha heredado oficio y nombre de su padre.
Para el director general de la Unidad de Restitución de Tierras (URT), Andrés Castro, devolver las tierras arrancadas a los campesinos como política pública busca reparar a las víctimas de manera integral e incluye un acompañamiento para que las familias prosperen y no vuelvan a pasar por el mismo drama de que les despojen de sus tierras.
«En 170 municipios colombianos tenemos solicitudes de restitución, nosotros nos articulamos con otras entidades del Estado para dar respuesta a dichas solicitudes. Con esa vocación transformadora nosotros apoyamos al Gobierno Nacional en la implementación de los acuerdos» de paz, añade.
Las cifras de la URT muestran que en Colombia 47.676 personas han regresado al campo por medio del proceso de la restitución de tierras. En el departamento de Risaralda, del que forma parte Guática, más de 400 personas han sido beneficiadas con una orden judicial que decreta que les deben devolver las tierras que les arrebataron.
Mientras retoma sus sueños, Emmanuel padre espera poder quedarse y que el conflicto no vuelva para poder vivir bien y tener una producción con la que mantener a su familia.
Y sobre su futuro lo tiene claro y lo dice con sonrisa: «cultivar café y ser honesto».
EFE/Foto: magnet.xataka.com