CAMBOYA.- Uno de los últimos bastiones del Jemer Rojo en Camboya despidió este viernes a Nuon Chea, incinerado en el oeste del país tras cinco días de funeral dedicados al número dos e ideólogo del régimen comunista, condenado por genocidio y crímenes contra la humanidad.
Varios centenares de personas, entre familiares y antiguos correligionarios, se unieron a 93 monjes que entre cantos y rezos trasladaron los restos del que fuera mano derecha de Pol Pot hasta la pira funeraria de diez metros de altura instalada en un descampado de Pailin, cerca de la frontera con Tailandia.
La procesión partió del templo en construcción donde el lunes se instaló la capilla ardiente, tras colocar el cuerpo envuelto en una sábana blanca dentro de un sencillo ataúd de madera decorado con elementos dorados y azules.
Ly Bunthoeun y Lao Chea Linda, las dos hijas del ex Jemer Rojo, lloraron y rezaron junto al cuerpo de su padre, mientras los monjes recitaban plegarias y antes de vestirle con una camisa celeste y traje oscuro, y equiparlo con un abanico.
Entre la comitiva se encontraba Meas Muth, el exjefe de la Marina del régimen comunista, de 80 años, imputado en 2015 con cargos de genocidio y crímenes contra la humanidad por el tribunal internacional que juzga al Jemer Rojo .
Meas Muth, que participó en varias de las ceremonias funerarias y evitó hacer declaraciones protegido por sus guardaespaldas, sigue viviendo en libertad y se desconoce si será finalmente juzgado por el tribunal auspiciado por la ONU, ante la división entre los jueces internacionales y los camboyanos, que se oponen a procesarle.
El funeral comenzó tras el traslado a Pailin de los restos de Nuon Chea, que murió el domingo a los 93 años en un hospital de Phnom Penh, donde fue ingresado el mes pasado por problemas crónicos de corazón, pulmón y un posible cáncer de próstata.
Detenido en 2007 y condenado a dos cadenas perpetuas en 2014 y en 2018 por crímenes contra la humanidad y genocidio, el llamado «hermano número dos» jamás mostró arrepentimiento por su responsabilidad en un régimen que entre 1975 y 1979 causó unos 1,7 millones de muertos al intentar transformar Camboya en una utópica sociedad agraria.
Su hija mayor, Ly Bunthoen, defendió el legado de su padre, al que en declaraciones a Efe, definió en la víspera como «un buen hombre, una buena persona y un buen amigo», que «no hizo nada malo. Luchó para el pueblo».
Esta visión no es compartida por supervivientes del régimen como Youk Chhang, director del Centro de Documentación de Camboya, que en un correo electrónico enviado a Efe dijo que los familiares «puede que no comprendan lo que es una condena legal».
«Pero solo con que se den la vuelta y pregunten en la calle a cualquier camboyano, entenderán por qué todo el país quiere castigar a Nuon Chea», dijo Youk Chhang, cuya organización ha proporcionado múltiples pruebas documentales al tribunal.
«Si miran a su alrededor verán al menos 20.000 fosas comunas en Camboya y fueron Nuon Chea y sus camaradas los responsables de ello. Será recordado en la historia de Camboya solo como un malvado», añadió el también premio Ramon Magsaysay en 2018.
Las llamas y el humo engulleron la pira funeraria tras los rezos dedicados al difunto por parte de los monjes budistas, colectivo que también sufrió la persecución del régimen.
El Jemer Rojo prohibió la religión y destruyó sus símbolos, puso a los monjes a trabajar en arrozales y convirtió los templos en pocilgas o graneros fruto de una «intención discriminatoria», según fallaron los jueces del tribunal internacional el año pasado al condenar a Nuon Chea por crímenes contra la humanidad por persecución religiosa.
La muerte de Nuon Chea impidió que la Corte Suprema del tribunal internacional ratificara el fallo, por el que se le impuso una segunda condena a cadena perpetua, y que aun estaba pendiente de un recurso de apelación.
Junto a él fue condenado el exjefe de Estado del régimen, Khieu Samphan, que queda como único superviviente de la cúpula del Jemer Rojo.
El proceso contra los líderes de la organización comunista comenzó en 2011 con dos acusados más, el exministro de Asuntos Exteriores Ieng Sary y su esposa y exministra de Asuntos Sociales, Ieng Thirith, que murieron en 2013 y 2015, respectivamente.
Pol Pot, murió en 1998 en el último bastión de la guerrilla maoísta en la selva del norte de Camboya, prisionero de sus propios correligionarios y meses antes de que estos acordaran su disolución con el gobierno de Phnom Penh.
El tribunal, en marcha desde 2006 tras una larga negociación entre la ONU y el Gobierno, ha recibido críticas por la duración del proceso, su elevado coste (300 millones de dólares) y las interferencias políticas del gobierno camboyano.
La primera sentencia se emitió en julio de 2010 contra Kaing Guek Eav, alias Duch, a quien se impuso una condena de 35 años, elevada en apelación a cadena perpetua por su responsabilidad en la tortura y muerte de más de 12.000 personas en la prisión S-21.
EFE/Videos Euronews