LA HABANA/Cuba.- El príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa Camila, duquesa de Cornualles, se dieron este martes un baño de masas durante una visita al parque dedicado a John Lennon en La Habana, donde los esperaban miembros de un club de motos y coches clásicos británicos, al son de temas antológicos de The Beatles.
Como ya se ha hecho costumbre desde su llegada a Cuba el pasado domingo -en la primera visita oficial de miembros de la realeza británica a la isla-, la pareja saludó con afabilidad a todos los vecinos y curiosos que encontraron en su paseo por la pequeña plaza, ubicada en la céntrica barriada residencial del Vedado habanero.
Carlos, de traje crema y corbata rayada, y Camila, con vestido verde claro y resguardándose del intenso sol con su ya inseparable sombrilla blanca, llegaron al lugar conduciendo un auto descapotable de la marca británica MG, fabricado en 1953, cuyo dueño forma parte de la sección inglesa del club de autos antiguos «A lo cubano».
«Al príncipe le llamó la atención mi motocicleta. Me preguntó por qué tenía tantas cosas en ella», explicó a Efe David Ravelo, un entusiasta que ha convertido su moto en un almacén con ruedas en el que lleva desde una vieja máquina de escribir hasta un teléfono de disco que le sacó varias carcajadas a un jovial Carlos.
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Sin reparar en lo incómodo del sol y las altas temperaturas, el príncipe de Gales y la duquesa de Cornualles se tomaron el tiempo de conversar con cada uno de los dueños de los más de 40 coches y motos reunidas en el parque, dedicado al ex Beatle, por quien los cubanos sienten una especial devoción.
Carlos conoció de la afición de los isleños por el rock and roll anglosajón, que llegó a estar prohibido en Cuba durante los primeros años de la Revolución, y se sorprendió gratamente cuando supo que el club El Submarino Amarillo -situado en una de las esquinas del parque- está dedicado al rock de las décadas de 1960, 1970 y 1980.
Frente al centro cultural, la pareja real se detuvo a escuchar a una banda local, que luego de interpretar a los Beatles, cerró con el mítico «Satisfaction» de The Rolling Stones, que hace tres años hicieron historia al presentarse por primera vez en Cuba ante más de un millón de personas.
El heredero de la corona británica y su esposa complacieron a la prensa y con una sonrisa se sentaron en el banco donde descansa la efigie en bronce de John Lennon: la foto obligada de todo el que visita el lugar.
«Se nota que es popular, el banco está pulido», bromeó Carlos con los periodistas que tomaban fotos frente a la estatua del compositor y cantante, que para la ocasión lucía sus famosas gafas desmontables.
Desde el año 2000, cuando fue inaugurada la efigie, los espejuelos del Lennon habanero se convirtieron en un souvenir codiciado y ante las continuas desapariciones, se hizo necesario poner un guardia, que durante el día quita y pone las gafas para las fotos.
Por último, y justo antes de que se desatara una sorpresiva lluvia de primavera, Carlos y Camila saludaron a una representación de la comunidad británica residente en la isla, antes de despedirse en dirección a los estudios de grabación de la Egrem, la discográfica más antigua de Cuba.
EFE