César Lévano entrevista a Alejandro Esparza, el siniestro ministro de Gobierno de Odría

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César Lévano logró entrevistar a Alejandro Esparza Zañartu en su casa huerta de Chaclacayo. El siniestro personaje no pudo evitar el ataque verbal debido a que el periodista conoce muy bien sus hazañas: estuvo preso por razones políticas durante el régimen de Odría. La primera vez, por un año, sin juicio. Salió en libertad por presión de la Federación de Periodistas del Perú. La segunda vez, por tres años, con condena para cinco. Como muchos otros peruanos fue amnistiado en diciembre de 1955, gracias a una campaña nacional por las libertades públicas. Esa experiencia le permitió acorralar a Esparza y le da pie más adelante para un juicio sui géneris sobre «Conversación en la Catedral», de Mario Vargas Llosa.

¡Es Esparza Zañartu!

El azar es amigo de los que buscan. Lo prueba el hecho de que este cronista llegara días atrás al refugio de Esparza Zañartu en Chaclacayo justo en el momento en que él arribaba con su automóvil. De inmediato, mientras una pequeña pistola hacía constar su presencia en una secreta trasera de su pantalón, se entabló entre nosotros el siguiente diálogo.

C.L.: Soy un redactor de Caretas, quisiera conversar dos palabras con usted.

Esparza: ¿Conmigo? Caretas siempre me ha atacado mucho. Yo no tengo nada que decir. Hace quince años que no me ocupo de política. Estoy dedicado a la agricultura, al cultivo de paltas. (Incómodo, el tristemente célebre ex Ministro de Gobierno, nos permite acompañarlo hacia el interior de su casa huerta).

C.L.: ¿Sigue siendo amigo de Odría?

Espaza: Por supuesto, sigo siendo amigo de él. Ahora que está enfermo es cuando con más frecuencia lo veo.

C.L.: Y usted, ¿no está arrepentido de sus abusos?

Esparza: No estoy arrepentido. Creo que dimos al país la época en que más fácil trabajo hubo. ¿O no?

C.L.: Supongamos que eso sea cierto. Pero, ¿y los métodos represivos?

Esparza: Era la época. Todo está sujeto a la época. Ahora ha evolucionado todo. Sobre los métodos represivos ha habido exageración. Cuando yo entré al Gobierno, las cárceles estaban llenas de apristas del levantamiento del 3 de octubre.

C.L.: Pero hubo muertos. Se le atribuye responsabilidad por el asesinato de Luis Negreiros, el dirigente sindical aprista…

Esparza: ¿Muertos?

C.L.: Sí, más de uno. También el dirigente sindical comunista del Cuzco, Simón Herrera Farfán. Yo no esperé su caída, señor Esparza, para denunciar todo esto públicamente y con mi nombre.

Esparza: Lo del señor de Cuzco no lo recuerdo. Lo de Negreiros sí. El caso fue así. La policía intentó detenerlo y él con una pistola encañonó al policía ese. Yo no era Ministro en esa época.

C.L.: Pero era Director de Gobierno. ¿Y qué dice de las torturas a los presos políticos?

Esparza: No creo. Yo no lo hubiera permitido.

C.L.: Fui testigo de torturas y a mí mismo me torturaron, señor Esparza. Denuncié todo, con pormenores, desde la cárcel en carta al Colegio de Abogados de Lima, a la Federación de Periodistas del Perú, a la prensa. Escribí sobre eso en Caretas.

Esparza: (Muy nervioso). ¿Por qué no solicitó hablar conmigo?

C.L.: Todo el mundo sabe que la policía política no tortura si es que no recibe órdenes de arriba. Usted, además, cuando era Director de Gobierno, trataba de forma grosera a las madres, a las esposas o novias que a veces iban en comisión a pedir libertad de sus seres queridos.

Esparza: (aún más nervioso mira en torno como si quisiera escapar) ¿Yo?

C.L.: Sí, señor Esparza, usted mismo. Usted gritaba a las madres: «¡Su preso se va a podrir en la cárcel!». Usted gozaba con el sufrimiento de los más débiles.

Esparza: Se exagera mucho, si usted me hubiese hablado yo hubiera intervenido.

C.L.: Si a veces no podíamos ni conservar poemas, ¡qué íbamos a poder dirigirle una carta! Era usted un hombre odiado, y con razón, señor Esparza. ¿Nunca ha ocurrido ningún atentado contra usted?

Esparza: Alguna vez hubo trescientas personas que me acechaban; fue en un teatro. Pero maltratos no. Usted sabe cómo es la gente. Lo que yo le suplico es que no publique nada en Caretas. Estoy íntegramente dedicado a la agricultura acá en Chosica. También en Cañete, gracias a la reforma agraria, he comprado un fundito.

C.L.: ¿Qué opina de la actual situación política del país?

Esparza: La actual situación tiene muy buenos aspectos; pero tiene también cosas que habría que estudiarlas.

C.L.: ¿Pero qué le parece la situación en general?

Esparza: Usted sabe que en política no se puede apreciar ni por odio, ni por estimación. Tenemos que ver por resultados. No hay sino que trabajar y esperar los resultados.

C.L.: ¿Qué aconsejaría a un Ministro del Interior?

Esparza: Bueno, lo que están haciendo ahora me parece muy prudente y muy bien.

C.L.: ¿Qué opina de lo que Mario Vargas Llosa ha escrito sobre usted en su novela Conversación en La Catedral?

Esparza: No he comprado todavía el libro. Él ha debido conversar conmigo antes de escribir para cerciorarse. Yo le habría dado datos. Algunos amigos me han dicho que habla muy mal de mí. ¿Por qué no se viene dentro de tres meses? Yo le puedo enseñar mis memorias. Ahí digo muchas cosas interesantes.

C.L.: ¿Quizás sobre las conversaciones con los líderes apristas al final del régimen de Odría?

Esparza: Sobre muchas cosas (risa con sorna). Usted sabe que muchos que fueron mis enemigos después han pisado esta casa como amigos.

 

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