SANTIAGO DE CHILE.- El general Sergio Arellano Stark, que en 1973 encabezó como «oficial delegado» de Augusto Pinochet la denominada «Caravana de la Muerte», que asesinó a cerca de un centenar de prisioneros políticos, murió hoy en Santiago de Chile a los 94 años, informaron fuentes del Ministerio de Defensa.
El militar, que fue condenado por algunos de sus crímenes, pero nunca pisó una cárcel, estaba confinado en una casa de reposo, tras ser declarado demente por la Justicia.
La «Caravana de la muerte» fue una comitiva militar que entre octubre y noviembre de 1973 recorrió Chile en un helicóptero y cuyos integrantes sacaban a presos políticos de las cárceles, los llevaban a lugares despoblados y los asesinaban.
En ocasiones, trasladaban los cadáveres a cementerios, pero en otras los dinamitaban y sepultaban de forma clandestina.
Muchos de los asesinados habían sido condenados por consejos de guerra a bajas penas por faltas leves, como el caso del periodista Carlos Berger, que estaba sentenciado a cien días de prisión por no haber interrumpido la transmisión de una radio que dirigía en la norteña ciudad de Calama.
En algunas ciudades, Arellano y sus acólitos redactaban falsas condenas a muerte dictadas por consejos de guerra inexistentes para dar un aire de legalidad a las masacres y en otras las justificaban como supuestos intentos de fuga de los presos.
En los juicios que debió afrontar, Arellano Stark negó toda culpa y achacó los crímenes a los militares de los regimientos locales que supuestamente desobedecieron sus órdenes.
Los acusados replicaron que eso era imposible, pues como «delegado» de Pinochet, una orden de Arellano Stark era igual a una impartida por el propio dictador.
Para algunos analistas, la «Caravana de la Muerte» tuvo un doble objetivo para Pinochet: aterrorizar a los opositores y asegurarse la lealtad de los militares de las regiones involucrándolos en sus crímenes.
Cuando murió, a fines del 2006, Pinochet estaba procesado por algunos asesinatos cometidos por la «Caravana de la Muerte».
Antofagasta, Calama, Copiapó, La Serena, Linares, Cauquenes y Valdivia fueron algunas de las ciudades que el grupo de Arellano Stark visitó y donde dejó atrás cerca de un centenar de víctimas.
Sergio Arellano Stark fue sometido a proceso y el 2008 fue condenado a seis años de presidio por el homicidio de cuatro opositores en la localidad de San Javier, caso en el que también fueron condenados los exoficiales Carlos Romero Muñoz José Parada Muñoz y Julio Barros Espinace.
Pero a finales de ese mismo año el Servicio Médico Legal (SML) determinó que Arellano sufría de demencia tipo mixta o multifactorial del tipo crónica e irreversible, por lo que fue recluido en su hogar.
Finalmente, el año pasado, la Corte Suprema confirmó su sobreseimiento por demencia, tras serle diagnosticada la enfermedad de Alzheimer.
Tras confirmarse el deceso de Arellano, el ministro del Interior, Jorge Burgos, señaló ante una pregunta de los periodistas que «es una persona de edad y entiendo que estaba bastante enferma hace muchos años».
«Como todo ser humano habrá gente más cercana que lo siente y ese sentimiento hay que respetarlo», añadió aunque también comentó que se trata «de una persona condenada por delitos de lesa humanidad».
En tanto, la abogada de derechos humanos Carmen Hertz, esposa del periodista Carlos Berger, lamentó que Arellano Stark haya muerto «en la impunidad».
«Ha muerto en la impunidad un represor que encabezó una de las misiones de exterminio más atroces de la dictadura (1973-1990), que fue uno de los episodios fundacionales de la dictadura cívico-militar», precisó en declaraciones a radio Cooperativa.
A su juicio, Arellano Stark fue «un hombre que añade al carácter de represor haber sido uno de los principales instigadores del golpe militar, haber sido muy cobarde, haberse refugiado en mentiras, en apoyos de políticos que tuvo desde un comienzo».
«Ha habido un escenario de mucha impunidad en Chile respecto de estos crímenes, ha sido muy difícil instalar la verdad jurídica, la verdad social, instalar como bienes sociales, políticos y jurídicos la verdad, la justicia y la memoria, por las características de la transición», remachó.