SANTIAGO DE CHILE.- Durante la cita, el pasado martes, el canciller Heraldo Muñoz se negó firmemente a endurecer los gestos hacia el régimen de Nicolás Maduro, como retirar embajadores y cortar relaciones diplomáticas, con miras a explorar una salida pacífica a la crisis del país caribeño.
Siete horas estuvieron reunidos el pasado martes en Lima los cancilleres y representantes de 17 países americanos, con el objetivo de analizar y encontrar una salida a la severa crisis política y social que se vive en Venezuela.
Sin embargo, la organización -a cargo del Ministerio de RR.EE. de Perú– esperaba que la cita concluyera tres horas después de su inicio, retraso que dejó en evidencia la compleja discusión interna que se desarrolló entre los distintos países.
Según fuentes diplomáticas chilenas, el mayor punto de desencuentro fue el debate entre los países que buscaban endurecer los gestos en contra del régimen de Nicolás Maduro, encabezados por Colombia, y los que rechazaban dicha opción, liderados por Chile.
La posición de Bogotá, respaldada por otras naciones como Argentina y Canadá, era que los países presentes retiraran a sus embajadores y cortaran relaciones con Caracas, para presionar por el restablecimiento del régimen democrático venezolano.
La canciller colombiana, María Ángela Holguín, buscó con fuerza instalar la idea del aislamiento regional, siempre pensando en que su país ha sido uno de los más afectados por la migración y el contrabando generado por las políticas de Maduro.
Sin embargo, se encontró con la férrea postura del ministro de RR.EE., Heraldo Muñoz, quien rechazó esa postura y apostó por agotar todas las instancias de dialogo con el gobierno chavista y la oposición para poner fin al conflicto.
Durante su exposición, según fuentes de cancillería, el jefe de la diplomacia nacional recalcó que Chile no retiraría a su embajador y menos iba a romper relaciones. De hecho, se negó a firmar la declaración conjunta si es que se imponía dicha vía.
Holguín, quien estaba sentada al lado de Muñoz, insistió y buscó persuadirlo, pero finalmente otros países como Brasil e incluso Perú, que públicamente había sido más duro con Venezuela, apostaron por mantener las negociaciones con Caracas.
El debate se extendió sobre todo por el calibre de las palabras que se usarían en la declaración.
Por ejemplo, Chile y Brasil se jugaron por no calificar de dictadura al gobierno venezolano, con el objetivo de no cerrar el diálogo.
El canciller de Perú, Ricardo Luna, se alineó con Muñoz y pidió buscar un consenso en ese sentido.
Otras naciones, como Uruguay, Jamaica, Guyana, Granada y Santa Lucia, decidieron no firmar el documento.
Finalmente, el punto medio fue la condena a la ruptura del orden democrático, no reconocer a la Asamblea Nacional Constituyente y el respaldo y solidaridad con la Asamblea Nacional, entre otras medidas impulsadas por el grupo más severo.
En contraparte, al final del texto se incluyó la visión de Chile, en el cual se establece la decisión de «apoyar de manera urgente y en el marco del respeto a la soberanía venezolana, todo esfuerzo de negociación creíble y de buena fe».
La idea es que antes de la revisión de los 16 puntos en septiembre, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, pueda haber avances en las negociaciones entre Maduro y la oposición, pero reconocen la complejidad de aquello.
Fuente: Emol.com/Foto: eluniversal.com
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