SANTIAGO DE CHILE.- La Corte Suprema de Chile invalidó hoy una condena por injurias dictada en 1967 contra el primer habitante de la Colonia Dignidad que escapó de ese enclave alemán y denunció los abusos y violaciones de menores cometidos por el exmilitar nazi Paul Schaefer, hoy fallecido.
Concluye así un proceso judicial iniciado el año pasado cuando Ernst Wolfang Kneese, que antes se llamaba Ernst Wolfang Müller, regresó de Alemania a Chile y pidió revisar la sentencia del Juzgado de Letras de la localidad de Parral que en 1967 le condenó por injurias graves contra la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad.
Así se conocía por aquel entonces a la Colonia Dignidad, un enclave alemán de infausto recuerdo que fue fundado en 1961 y que durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) funcionó como centro de torturas, exterminio y desaparición de opositores a manos de la policía secreta del régimen.
Este jueves, la Sala Segunda de la Corte Suprema acogió el recurso de carácter excepcional del excolono alemán e invalidó la sentencia del 25 de febrero de 1967.
Además, el alto tribunal decretó la absolución de Ernst Wolfang Müller, quien en la actualidad lleva el apellido de su esposa.
La historia se remonta a marzo de 1966, cuando un joven rubio que apenas hablaba español llegó al Departamento de Extranjería de la Policía de Investigaciones en Santiago y declaró, según la prensa de entonces: «Soy un fugitivo de la Colonia Dignidad».
El enclave alemán, formado por 16,000 hectáreas situadas a unos 380 kilómetros al sur de Santiago, cerca de la localidad de Parral, fue fundado en 1961 por un grupo de alemanes reclutados por el suboficial nazi Paul Schaefer.
Wolfang Müller tenía entonces 21 años y había logrado escapar por primera vez de Colonia Dignidad, tras dos intentos fallidos. Fue entonces cuando relató a la policía una historia de violaciones y abusos sexuales de menores cuyo protagonista principal era Schaefer. Müller, además, aportó detalles de la durísima vida en el lugar.
En la colonia, la gente trabajaba desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche y estaban prohibidas las relaciones sexuales, excepto para Schaefer, quien bañaba personalmente a los niños.
Un detalle da cuenta del grado de persecución y sometimiento: a los díscolos se les vestía de rojo durante el día y de blanco por la noche, para diferenciarlos del resto.
Además estaba prohibido hablar, se castigaba o premiaba a los colonos manipulando las raciones de comida, y los trabajadores no recibían sueldo alguno.
Ernst Wolfang Kneese denunció las violaciones de menores cometidos por el exmilitar nazi Paul Schaefer (c).
El joven Wolfang también contó que Schaefer, a quien había que llamar «el tío permanente», lo había violado por primera vez apenas seis horas después de conocerlo, y que su propia madre había desaparecido en la Colonia, tras ser considerada loca.
Los líderes del lugar, que habían estructurado una red de protección en círculos de poder en Chile, demandaron a Wolfang por injurias y el tribunal de Parral le condenó y absolvió a Schaefer.
Dos años después, se designó una comisión especial para investigar las fugas de varios colonos, pero concluyó sus trabajos considerando que nada anormal sucedía en Colonia Dignidad.
Además, la comisión reprochó severamente a los denunciantes y concluyó que Dignidad «cumplía cabalmente sus objetivos benéficos, y su organización de vida y trabajo no vulneraba en forma alguna la ley, la moral o las buenas costumbres».
Durante décadas, los líderes del enclave burlaron las leyes chilenas. El primer presidente tras el retorno de la democracia a Chile, Patricio Aylwin (1990-1994), le retiró a la personalidad jurídica a la colonia, que describió como «un Estado dentro del Estado».
Wolfang Müller escapó hasta cuatro veces. La última de ellas, cruzó los Andes y logró viajar hasta Alemania, donde dedicó su vida a denunciar las violaciones y abusos cometidos por el «tío permanente» y quienes le apoyaban.
El fallo de hoy determinó que los hechos posteriores a la sentencia impugnada por el excolono, incluidos los fallos condenatorios contra Schaefer y sus secuaces, eran más que suficientes para acoger el recurso excepcional que contemplan las leyes chilenas para la revisión de sentencias a firme.
Paul Schaefer huyó a Argentina en 1997, cuando la justicia chilena lo estaba acorralando. Fue capturado en 2005 y murió en prisión en abril del 2010.
Schaefer fue condenado a 30 años de presidio por 20 delitos de abusos deshonestos y violaciones a niños entre 1993 y 1997,y a otros 7 años por infracción a la ley de armas.
Este último delito salió a la luz cuando en 2005 fue hallado un arsenal de guerra y explosivos que incluía armas automáticas, livianas y semiautomáticas, lanzacohetes, granadas, explosivos y armas químicas.
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