BEIJING.- El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, advirtió que su país no quiere una guerra comercial, pero responderá en caso de que se produzcan las anunciadas subidas de aranceles en EEUU que se formalizará este jueves.
El canciller asiáticp aseguró que su país adoptará “una respuesta apropiada y necesaria” frente a posibles sanciones comerciales, sin dar más detalles sobre qué tipo de represalias están sobre la mesa.
“En nuestra era globalizada, los que recurran a la guerra comercial van a estar eligiendo el remedio equivocado, no van a hacer otra cosa que penalizar a los otros, dañándose además a ellos mismos», dijo Wang en rueda de prensa.
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Se espera que en las próximas semanas la administración Trump publique un informe sobre el robo de propiedad intelectual que señale claramente a China como uno de los infractores, lo que podría dar pie a otras medidas comerciales contra Pekín.
En lo que va de 2018, además de los mencionados impuestos al acero y el aluminio, Trump ha anunciado subidas de aranceles a las lavadoras y los paneles solares que afectan especialmente a los exportadores chinos.
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Wang demandó a Estados Unidos “un diálogo constructivo” sobre este tema mientras que Trump aseguró a través de Twitter que ha pedido a China un plan para que se reduzca el déficit comercial en 1.000 millones de dólares este año, cifra reducida teniendo en cuenta que la brecha comercial entre ambos países supera los 375.000 millones.
Si bien sobre el papel China podría perder más que Estados Unidos en una posible guerra comercial por el hecho de que es quien registra el superávit, la consultora Capital Economics recuerda que Estados Unidos tiene muy pocos destinos adonde ir si quiere dejar de comprarle a China, porque el gigante asiático es, con diferencia, el mayor proveedor mundial de varios de los productos que adquiere Estados Unidos.
Pekín, en cambio, encontraría fácilmente recambios en otras partes del mundo para abastecerse de soja, aviones y automóviles, los tres productos que más importa desde EEUU, sin contar el uso de medidas no arancelarias, como la presión directa sobre las empresas americanas que operan en el gigante asiático, “en forma de controles regulatorios más estrictos o simplemente instruyendo a las compañías chinas a recortar pedidos”. (ECHA-Agencias)