SHANGHAI/China.- El negociador jefe de los talibanes afganos, el mulá Abdul Ghani Baradar, se reunió hoy con el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, quien le reclamó que desempeñe un papel importante en el proceso de paz.
En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores indica que Baradar viajó a la ciudad nororiental de Tianjin acompañado de los líderes de los comités religioso y de propaganda de los talibanes en una delegación compuesta, según las fotografías publicadas, al menos de 9 miembros.
Según la Cancillería, Wang aseguró que los talibanes son una «fuerza militar y política crucial» en Afganistán, y mostró su esperanza de que desempeñen un «papel importante en el proceso de paz».
«Todas las facciones y nacionalidades deberían unirse (…) y promover el proceso de paz y reconciliación de Afganistán», exhortó Wang.
El documento afirma que Baradar agradeció el «papel positivo» en las negociaciones y mostró su esperanza de que «China participe más en el proceso de paz y reconstrucción, y que en el futuro desempeñe un papel más importante en la reconstrucción y el desarrollo económico de Afganistán».
El mulá Baradar, antiguo jefe militar de los talibanes, encabeza actualmente la oficina política que los insurgentes tienen en Doha (Catar).
Fuentes citadas por el diario privado hongkonés South China Morning Post recalcaron que la postura de Pekín sobre el conflicto es que «se debe resolver dentro de Afganistán» y que la situación «no debe amenazar la seguridad de China».
China y Afganistán comparten unos 60 kilómetros de frontera en la región noroccidental china de Xinjiang, región mayoritariamente de etnia uigur en la que durante las últimas décadas se han registrado ataques de distinta índole, incluidos atentados terroristas.
Algunos de estos ataques fueron alentados por grupos terroristas formados por uigures huidos de Xinjiang a Afganistán y a Pakistán.
Con el objetivo de «combatir el terrorismo» y las reclamaciones independentistas de parte de la población de Xinjiang, Pekín puso en marcha una campaña que, a partir de 2017, supuso la paulatina detención e internamiento de en torno a un millón de individuos de minorías musulmanas de la región, entre ellas, los uigures, según varias organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Aprovechando la fase final de la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, los talibanes han conseguido los mayores avances territoriales de los últimos 20 años de guerra, controlando unos 125 distritos de los 407 del país.
En respuesta, EE.UU. decidió seguir dando apoyo aéreo a las fuerzas del Gobierno afgano, algo que los talibanes consideraron una violación de los acuerdos que contemplaban la salida de las tropas estadounidenses del país a cambio de que los talibanes comenzaran a dialogar una salida política a la guerra con el Gobierno de Kabul.
El ministro chino de Exteriores aseguró que la «apresurada» retirada de Afganistán refleja «el fracaso de la política estadounidense» para con el país, pero que a su vez supone una «importante oportunidad para que el pueblo afgano pueda estabilizar y desarrollar su país».
Wang reiteró que la postura de China siempre ha sido «la no interferencia en los asuntos internos de Afganistán», pero South China Morning Post apunta que Pekín querría aprovechar la salida de las tropas de EE.UU. para desempeñar un papel más relevante en la solución al conflicto.
Un experto en relaciones internacionales citado por ese diario cree que los talibanes son útiles para China debido a que pueden «contener en cierto modo a otras organizaciones terroristas» en Afganistán, lo cual es «útil para la seguridad de China y para la regional».
Hace menos de dos semanas, el presidente chino, Xi Jinping, trasladó su apoyo al Ejecutivo de Kabul en una conversación con su homólogo afgano, Ashraf Ghani, en la que aseguró que Pekín «seguirá desempeñando un papel constructivo» y pidió culminar las negociaciones de paz con un «acuerdo político» que se firme lo antes posible.
China ya había recibido en 2019 a una delegación talibán conformada por 9 miembros, que se reunieron en Pekín con el entonces representante especial del Gobierno chino para Afganistán, Deng Xijun. EFE