LONDRES.- Científicos en Reino Unido han descubierto que algunos prejuicios raciales pueden estar modulados por las señales que envían al cerebro los latidos del corazón, según revela un estudio publicado hoy por la revista Nature.
La investigación, encabezada por la Universidad de Londres y la Escuela Médica de Brighton y Sussex (BSMS), detectó que un latido puede exacerbar las percepciones raciales preexistentes de un individuo cuando este se enfrenta a una amenaza potencial.
En concreto, los expertos situaron a 32 sujetos ante escenarios en los que estaban implicados personas de raza negra y que podrían presentar un riesgo para su vida.
A través de este experimento, constataron que los participantes eran propensos a percibir erróneamente una amenaza en ese contexto durante el latido del corazón (sístole cardiaco), en lugar de entre dos latidos (diástole).
«Esto podría tener implicaciones importantes a la hora de atajar el alto número de tiroteos perpetrados contra gente negra desarmada», explican los científicos en un comunicado.
Los resultados de esta investigación, destacan, podrían contribuir al desarrollo de protocolos encaminados a abordar situaciones de riesgo o amenaza.
Para el estudio, los expertos mostraron a los participantes dibujos de individuos negros y blancos que portaban bien una pistola o un teléfono móvil.
Cuando la aparición de una determinada imagen coincidía con un sístole, en lugar de un diástole, los sujetos tenían un 10 por ciento más de posibilidades de identificar el objeto como un arma si lo portaba una persona negra.
«Existen muchas evidencias que demuestran que las personas son más propensas a identificar erróneamente objetos inofensivos como armas cuando son la llevan personas de raza negra», arguye Manos Tsakiris, de la Universidad de Londres.
Por desgracia, lamenta, acontecimientos recientes han puesto de manifiesto la existencia de estos prejuicios, sobre todo en Estados Unidos, donde una persona de raza negra «tiene el doble de probabilidades que un blanco» de morir por disparos «durante un encuentro con la policía».
«La existencia de esos prejuicios está bien documentado, pero hasta ahora no sabíamos cómo puede influir nuestro corazón sobre nuestro cerebro cuando percibe una amenaza», afirma Tsakiris.
En este sentido, la «reacción corporal», dice, juega un papel clave en la manera en que «nuestra cabeza interpreta esas situaciones» y en qué decisiones toma al respecto.
Estudios anteriores desarrollados por la BSMS descubrieron que con cada sístole cardiaco, el corazón envía fuertes señales al cerebro, mientras que las señales se silencian durante un diástole.
Esta nueva investigación constató que la combinación de esas señales con situaciones de riesgo potencial aumenta la posibilidad de que un sujeto interprete un suceso inofensivo como una amenaza.
«Aunque nuestro estudio examinó específicamente los prejuicios contra individuos negros, que tan frecuentemente tienen consecuencias trágicas en la vida real, es muy posible que se pueda aplicar a otras situaciones», señala Ruben T. Azevedo, de la Universidad de Londres.
«Cuando alguien está excitado física y emocionalmente -agrega-, como en una situación de tensión, los latidos fuertes y más rápidos pueden aumentar la posibilidad de que perciba una amenaza que no existe y cometa un error de juicio».