Cine: La coproducción entre Latinoamérica y Europa, una fórmula que se afianza

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Las coproducciones de películas entre Latinoamérica y Europa se consolidan como una fórmula para llegar a más espectadores, como queda patente en el festival Cinélatino que se celebra en Toulouse hasta el día 20.

En el encuentro de Toulouse, que busca potenciar el cine latinoamericano en el Viejo Continente, abundan los largometrajes con sello de ambos lados del océano, como «Eva no duerme», una coproducción entre Francia, Argentina y España dirigida por el argentino Pablo Agüero.

«Las coproducciones son la única manera de resistir al monopolio mundial de EEUU y un aspecto positivo de la globalización», subrayó a Efe Agüero, que en su cinta traza la odisea del cuerpo embalsamado de Eva Perón, cuyo devenir se convirtió en una cuestión política al calor de los cambios de gobierno en Argentina.

Frente a la industria de Hollywood, solo cabe una «guerra de guerrillas» aseguró el cineasta y los realizadores latinoamericanos «solo podemos jugar con la mayor duración en cartel y con una difusión en más países de las obras».

Frente a la «hegemónica» producción estadounidense, Manoel Rangel, máximo responsable del ente cinematográfico iberoamericano (CACI), reivindicó el «derecho de América Latina a tener una producción propia».

«Hay que reservar un espacio importante a los contenidos nacionales en cada país y, al mismo tiempo, conservar una cierta diversidad de origen de las películas«, defendió Rangel durante un encuentro entre representantes de instituciones de cine europeas y latinoamericanas celebrado en el marco del festival.

En ese sentido, se mostró «preocupado» por la «homogeneización» de contenidos que representan plataformas digitales como Netflix, y defendió la necesidad de que cada Estado pueda regular estos servicios según sus leyes nacionales.

Rangel y su homólogo europeo, Peter Dinges, mostraron su voluntad de «intensificar» las coproducciones entre Latinoamérica y Europa a través de un plan de cooperación a imagen del programa de la Unión Europea Media Mundus, que finalizó en 2014.

Ambos subrayaron la importancia de que esta colaboración se produzca en condiciones de «igualdad».

Sin embargo, para el uruguayo Gonzalo Arijón, que proyecta en el festival el documental «Ojos bien abiertos» -una mirada coral a la situación de América Latina a través de sus habitantes-, hay un desequilibrio en los acuerdos de coproducción entre esas dos partes.

En los documentales para televisión como los que realiza Arijón, América Latina «suele aportar servicios, como montaje, mezcla, color o subtitulados, más que fondos, que sí aporta Europa«, precisó el director.

Para Jayro Bustamante, esta misma falta de financiación en su país de origen, Guatemala, es lo que le impulsó a buscar apoyo en Francia, donde reside, para su largometraje «Ixcanul», premiada con un Oso de Plata en el festival de Berlín.

«En Guatemala, las ayudas son escasas y todavía no hay leyes específicas o un instituto de cine. La única forma de hacer tu película si no tienes presupuesto suficiente es buscar apoyo fuera», afirmó Bustamante.

Todos coincidieron en que las coproducciones con Europa facilitan, además, la difusión de las películas latinoamericanas en el Viejo Continente, donde su presencia en todo caso sigue siendo «reducida», según Rangel: «su éxito en los principales festivales europeos no se traduce en resultados en la taquilla».

La solución, para Agüero, pasa por una mayor «voluntad política» e «inversión publicitaria» para llegar a los espectadores.

«Es ingenuo -argumentó Agüero- pensar que las películas tienen éxito solo porque son buenas. Es básico que el público se entere de que existen». EFE

 

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