COCTELERA es el nuevo titular de una serie de secuencias informativas en que narraremos hechos imprevisibles, ocurrencias, anécdotas de personajes reconocidos, además del ya consabido rincón del humor. Disfruta de manera amena nuestras entregas diarias porque nos debemos a ti amable seguidor.
CHARLOT PIERDE CONCURSO DE IMITADORES DE CHAPLIN
Se sabe que Charlie Chaplin, el famoso actor, director, escritor y productor de cine; una vez participó en un concurso de imitadores de Charles Chaplin. Sin embargo, no alcanzó ni las finales, increíblemente el resultado fue desastroso, no pasó de la primera ronda y los jueces le dieron una de las peores calificaciones de su tanda.
En una entrevista realizada para el Chicago Herald el 15 de Julio de 1915 Chaplin relata la historia con gran ironía y comentó que fue: “tentando a darles lecciones de la “caminata de Chaplin”, por pena y también deseando ver la cosa hecha correctamente”. No obstante, para el jurado Chaplin no era suficientemente bueno imitando a Chaplin y el premio fue otorgado a un hombre de nombre Milton Berle.
Hay una versión falsa de ésta anécdota que dice que Chaplin se alzó con el tercer puesto. Sin embargo es mentira ya que Chaplin ni siquiera llegó a las finales. Si bien la anécdota es de no creer, Snopes, el sitio que se dedica investigar leyendas urbanas, descubrió un recorte del Chicago Herald con la entrevista confirmando la veracidad del hecho.
REUNIÓN EINSTEIN Y CHAPLIN
En una ocasión, el artista se encontró en una reunión con el científico Albert Einstein. En cuanto cruzaron palabras, el famoso matemático manifestó su admiración por el actor británico: “Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal. Todo el mundo le comprende y le admira”, fueron las palabras de Einstein a las que Chaplin respondió: “Lo suyo es mucho más digno de respeto, todo el mundo le admira y prácticamente nadie lo comprende”.
NACIMIENTO DE LA IMAGEN CLÁSICA DE CHARLOT
Uno puede pensar que la vestimenta típica de Charlot era fruto de algún tipo de estudio de imagen para hacer reir a la gente que llevaría su tiempo. Pero la realidad no es esa, Charlot andaba de esa guisa, por pura casualidad. Lo pueden comprobar en esta cita:
Mark Sennet contrató a Charle Chaplin porque le vio representar una opereta en un teatrucho londinense. Cuando Charles llegó a Hollywood le dijeron que si quería empezar a trabajar y cobrar fuese al vestuario para que apareciese de extra en una película de Arbuckle. Chaplin fue al vestuario y no había nadie. Así que cogió un chaqué que estaba en el cubo de la basura, un bombín del suegro de Arbuckle, al que tenía gran estima, y unos pantalones del propio Arbuckle, donde cabían dos Chaplin. Zapatos no encontró de su talla así que cogió unos del número cuarenta y ocho. Salió al plató y arrancó un tronco de caña de una maceta para que le sirviese de bastón. Cuando Sennet lo vió se echó a reír y le dijo te falta algo, le puso un bigote falso. Así nació Charlot, gracias al genio de Chaplin, y al buen ojo y sentido del humor de Sennet.
UN GALÁN CON HIJOS PROPIOS Y AJENOS
Chaplin se casó cuatro veces, y como todo gran actor de éxito internacional, se le atribuyeron romances sin fin, algunos de ellos que se quedaron sin demostrar y además le supusieron un quebradero de cabeza.
A mediados de los años cuarenta, Joan Barry, actriz inglesa que trabajaría en el tiempo transitorio del cine mudo al sonoro, haría un papel para Hitchcock y moriría en Marbella en 1989, reclamó a Chaplin la paternidad de su hijo.
Los análisis de sangre probaron que no era verdad, como juró el actor una y otra vez, pero aun así ella ganó el juicio y Chaplin se vio obligado a mantener a un niño de otro padre.
Este proceso judicial coincidiría con el matrimonio de Chaplin con su última mujer: la jovencísima Oona (hija del prestigioso autor teatral Eugene O’Neill), que le daría ocho hijos, Geraldine la primera.
CHAPLIN: MANÍAS Y FOBIAS DEL GENIO
A pesar de ganar millones y millones de dólares, era muy tacaño. Dormía en moteles, no se cambiaba de ropa y se parecía cada vez más a su vagabundo personaje. Decían que se metía un pedazo de plátano podrido en los pantalones para que la peste molestara a todo el equipo de rodaje. Chaplin era una persona llena de miedos irracionales y paranoias. Entre ellos: fobia a los guantes de látex (y los condones); fobia a los gorros con borla; fobia a la leche caliente. Además, tenía tal pánico a ser asesinado que no asistió a la ceremonia en la que le hacían entrega de su estrella en el paseo de la fama.
ACLARANDO LO DE «COMUNISTA»
Durante las audiencias del Comité de Actividades Antiamericanas del Senado en las que se indagaba por la infiltración comunista en Hollywood, Chaplin fue llamado a dar testimonio tal como lo anota en su autobiografía: “mientras estaba montando de nuevo Verdoux, recibí un mensaje telefónico de un funcionario judicial de Estados Unidos, diciendo que tenía para mí una citación por la que debía comparecer en Washington ante el Comité de Actividades Antiamericanas. Éramos diecinueve los citados”.
Tras tres aplazamientos de la citación, Chaplin les envió un telegrama en el que afirmó que “para su conveniencia les informaré lo que creo quieren saber. No soy comunista, ni he ingresado en ningún partido ni organización política en mi vida. Soy lo que ustedes llaman un «pacifista». Confío que esto no les ofenda. Así que especifiquen definidamente cuando debo concurrir a Washington”.
Curiosamente el mensaje surtió efecto y Chaplin no fue citado a declarar. Sin embargo la polarización que causaba con sus actitudes y con sus afirmaciones (en Monsieur Verdoux dice “un asesinato te convierte en un villano, millones en un héroe. Los números santifican, amigo”) le había causado ya un daño irreparable. Chaplin era un hombre incómodo para un país sumido en el miedo al comunismo.