RABAT.- Jesucristo y Mahoma, los fundadores de las últimas religiones monoteístas, tienen este año su aniversario el mismo día: mañana 24 de diciembre los cristianos celebran el nacimiento de Cristo, mientras que los musulmanes conmemoran el del Profeta Mahoma, una coincidencia que no sucedía desde el siglo XVI.
La fiesta islámica, llamada Aid al Mawlid, es el día 12 del mes musulmán de Rabi al Awal, y como los meses musulmanes siguen un calendario lunar, cada año se «adelantan» unos diez días con respecto al calendario solar, razón por la que las fechas musulmanas, incluido el Ramadán, son móviles con respecto al calendario gregoriano.
Este año coinciden en un mismo día los aniversarios de los fundadores de las dos mayores religiones universales, Jesucristo y Mahoma, pero no tiene nada que ver la conmemoración de una y otra efeméride.
El mundo cristiano se llena cada diciembre de adornos típicamente navideños (abetos, gorros rojos y estrellas de Oriente), pero la Navidad se ha universalizado, y este aspecto decorativo ha saltado el Mediterráneo y ha encontrado un hueco en las calles de Marruecos, como en las de otros países árabes.
Algunos lo llamarán colonización cultural, otros dirán que es la globalización del mercado y del consumo.
En Marruecos hay escuelas donde invitan a un Santa Claus con su saco de regalos, supermercados adornados con guirnaldas de navidad y pastelerías que ofrecen «roscos de reyes» y «troncos de Nochebuena«: no es que los musulmanes celebren una fecha cristiana, pero de alguna manera el espíritu navideño, al menos el más comercial, también está en las calles.
Son varias las tiendas de las ciudades donde se venden abetos de navidad, un producto que curiosamente compran en su mayoría clientes musulmanes, igual que compran disfraces de Papá Noel y confetis típicos de estas fechas.
Ya no es solo la fiesta de Año Nuevo en la noche del 31 de diciembre, convertida en una celebración universal y laica; algunos en Marruecos, que nunca han pisado una iglesia ni piensan hacerlo, también se permiten una cena especial el mismo 24 de diciembre, como reconoce Lahcen, un bereber de un lejano valle del sur marroquí.
Paradójicamente, el aniversario de Mahoma pasa casi desapercibido, y en las calles de las ciudades musulmanas se trata de una fiesta casi invisible, sin el impacto que tienen otras grandes fechas del calendario islámico, como el Ramadán o la Fiesta del Sacrificio.
En Marruecos, aparte de algunos dulces que se venden para la ocasión, nada en el ambiente callejero indica que se acerca una fecha importante.
En la medina de Rabat, Mustafa, un comerciante de productos asociados a los rituales islámicos (rosarios, coranes, agua de La Meca o perfumes) dice que en estos días vende sobre todo pequeños incensarios en donde quemar incienso o sándalo para perfumar casas o mezquitas, pero el movimiento en su tienda es el de cualquier día.
Y es que en los últimos años, en los que gana peso la lectura salafista del islam y un rigorismo importado de Arabia Saudí, la celebración de fiestas como el Aid al Mawlid es vista con malos ojos por aquellos que pretenden «limpiar» el islam de impurezas.
La veneración de Mahoma, por ejemplo, es considerada una «bida» (una innovación que se aparta de la norma); aunque no caiga en la categoría de herética como pueden serlo el culto a los santos, basta una visita por páginas islámicas en internet para ver cuántos son los que condenan esta celebración.
El salafismo, obsesionado con el monoteísmo, se opone a cualquier culto o veneración a Mahoma, que es solo un mensajero de Dios, y rechazan en consecuencia las prácticas sufíes de rezar al profeta.
Y así, una navidad ciertamente laica y comercial tiene su sitio en las ciudades islámicas mientras que la natividad de Mahoma queda relegada a una vieja tradición con cada vez menos partidarios.
EFE