Colombia no pudo con el regate y la picardía del fútbol peruano (Análisis)

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La selección peruana roció con su fútbol de toque y picardía el estadio Olímpico Pedro Ludovico Teixeira de Goiania con reembolso  de sus esencias, del fútbol palomilloso para que Colombia se entere que la espesura sabe también ligera cuando en fútbol la pelota es redonda y cuadrada para  la inquietud del rival.

Perú ganó 2-1 a Colombia en un partido en que pagó la deuda pendiente con la hinchada que disfrutó  de un domingo que por mucho tiempo se podrá recordar tras saberse que la construcción de un equipo destruido por la goleada brasileña por 3-0, era levantar los escombros de una dolida selección peruana.

Con ese manual que no se acaba de escribirse el equipo de Ricardo Gareca se rehízo, a tiempo, para levantar la voz y cantar su presencia en la Copa América con un triunfazo épico.

Si contra Brasil el inadecuado planteamiento se estrelló con una realidad distintita, el último domingo en la oscuridad de una noche que se hizo luminosa, la oncena incaica se reencontró  con su fútbol de la época de Cubillas, Chale, Mifflin, Cueto y Sotil para el baile que tuvo al vals y la marinera como protagonistas encubiertos.

Así, el toque, la precisión y la definición se juntaron para que la defensa colombiana se retracte de un resultado anterior (3-0 en la Eliminatoria en Lima) se vio en retirada y la altivez convertida en desazón.

El golazo de Sergio Peña fue un regalo del fútbol con una elaboración previa en que hubo toques y retoques  antes del bombazo de Peña y el disparo de Yotún que pegó en el vertical.

Estaba cantado que con ese fútbol practicado por Perú era inevitable que los cafeteros encontraran alguna dosis para curarse en medio de la noche la forma de detener el avance bicolor.

Nomás podría pedirse que la selección peruana no pierda ese conteo de fútbol de alto nivel, se haga figurita repetida en cada aparición. Ello garantizará mejores resultados.

Esta vez fue el equipo el que sacó el resultado aunque las individualidades pesaron y sería injusto no elogiar el desempeño de Renato Tapia en su doble función de descongestionar el medio campo y tener buen pie para meter balonazos que sembraron pánico a los defensas.

Sergio Peña, Yotún, Cueva, Carrillo y Alexander Callens brillaron, Gallese estuvo seguro y Lapadula fue la pesadilla de Jerry Mina, cuyo último acto en su noche fatal, hizo el autogol para el 2-1. (Hugo Laredo Medina).

Foto EFE

 

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