El chubasco en Huancayo tuvo su efecto en el resultado adverso de Alianza Lima ante el ‘Rojo Matador’. Esta vez el equipo de Chicho Salas mostró ser vulnerable por el adversario que desnudó algunas falencias y los errores que facturan con altos intereses.
Alianza Lima que ya tenía un aparcamiento en el abono de los triunfos esta vez se fue en picada y ni siquiera el ingreso de Christian Cueva revirtió la magia que Marcos Lliuya opuso para ser el atractivo visual de sus parciales y seguidores huancaínos.
Lliuya que muchas veces postuló a ser parte de la selección peruana y la sola presencia de Cueva se oponía y era su traba infranqueable, encontró el momento oportuno para mostrarse como el ‘Aladino’ de los Andes y ganarse la opción de ser tomado en cuenta. Juan Reynoso tiene una selección con muchos jugadores de 30 años y Lliuya podría encajar fácilmente.
EL ‘CUEVA’ DE LOS ANDES
Han pasado varios técnicos por la bicolor y ninguno se tomó la molestia de tenerlo en cuenta, solamente Ricardo Gareca alguna vez lo consideró, pero por una convocatoria orientadas a cumplir con el slogan que la selección peruana efectivamente es de pertenencia de todos.
Dejemos a Lliuya de lado para volver al partido. La altura no es pretexto y se hizo evidente para que las reservas físicas de los aliancistas se agoten y en ese sentido perder ligereza, ordenar sin obediencia desembocaban en las jugadas intrascendentes. El arquero Ángel Zamudio no fue sometido tantas veces al pedido de los hinchas.
Así, este episodio aliancista de demoledora presencia en el inicio de la Liga 1 tuvo un final, aunque no es tampoco disolver y olvidarse que el tricampeonato es parte del objetivo.
RECUERDO INGRATO
Se recuerda igualmente que fue Sport Huancayo en el campeonato del 2020 el que sentenció la pérdida de categoría de Alianza Lima. Y fue el TAS el que resolvió que el equipo de la Victoria siga siendo parte de la primera división de la Liga 1.
La historia es ahora distinta, Alianza Lima volvió a Huancayo como bicampeón del fútbol peruano y con ese argumento pretendía imponer autoridad, aunque el Rojo Matador’ ´fue el perfecto aguafiestas.
De hecho, no es el fin de todo para Alianza Lima sino el momento de revisar que tiene algunas fisuras en defensa y corregir la parte ofensiva que devuelva la alegría en Matute. Si tropezó con la misma piedra, que no se repita para que el pueblo aliancista recupere el perfil ganador de un equipo obligado a levantarse de sus terribles caídas.