EFE/ Mónica Martínez
Llanto en medio de la noche, congoja, desesperación por la muerte de alguien de la familia y angustia permanente son algunas de las conductas que han aparecido en los niños y adolescentes peruanos en uno de los países más afectados por la pandemia de la COVID-19 desde hace seis meses.
Perú es el quinto país con mayor número de casos registrados del COVID-19 y el primero en la tasa global de muertes por la enfermedad, por eso desde que el virus llegó al país, en marzo pasado, los niños y adolescentes no han vuelto a las clases presenciales y toda su vida social se ha reducido a su hogar y entorno inmediato para evitar los contagios.
El antiguo hospital del Niño en Lima, como se conoce al Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN), recibió en 2019 a 12.800 pacientes por problemas de hiperactividad, ansiedad, autismo y depresión, entre otros trastornos de salud mental.
ANSIEDAD EN NIÑOS
Sin embargo, desde que apareció la pandemia, «lo que estamos viendo son cuadros depresivos, pero con mucha más frecuencia los cuadros de ansiedad», declaró a Efe la jefa del Departamento de Salud Mental del INSN, Hilda Serpa.
«Los niños tienen problemas de sueño, no pueden dormir, tienen miedo, piden la presencia del adulto para acompañarse, no quieren quedarse solos, y hay escolares y adolescentes con crisis de ansiedad, de pánico, de desesperación, que se angustian mucho y la familia también se angustia mucho porque no saben qué está pasando con el niño», explicó la psiquiatra.
Serpa, que dirige a un equipo de siete psiquiatras y 20 psicólogos en el hospital, agregó que estos trastornos se presentan sobre todo «porque los chicos están viendo la pérdida de un ser querido, a veces el padre, y es todo un drama para la familia».
De los diez pacientes diarios que el hospital del Niño atendía en salud mental hasta el año pasado, ahora se ha reducido a la mitad en consultas por telemedicina, dado que los servicios presenciales siguen restringidos.
No obstante, estos casos de ansiedad y depresión «han empezado a aparecer de manera más frecuente», indicó Serpa.
TEMOR A LA PÉRDIDA
La médico explicó que «la mayor parte de ellos están vinculados a las noticias, los chicos tienen mucho miedo de que algo les pase a sus padres, que algo les pase a ellos, el miedo a morir, han visto que algún conocido, familiar o cercano a la familia ha tenido un problema con el COVID-19, o se ha enfermado o ha sido internado, tienen mucho miedo de que llegue a la familia».
Ante ese panorama, Serpa recomienda buscar ayuda profesional en el hospital o los centros de salud comunitarios abiertos por el ministerio de Salud, y muy especialmente disminuir las horas de exposición a noticias alarmantes.
La ansiedad, como la depresión, se puede presentar en niños tan pequeños como de tres años de edad, y los signos suelen ser irritabilidad, estar más retraídos y un evidente cambio de conducta.
En el caso de los adolescentes, el signo característico, según la especialista, es «la falta de energía vital», ese desgano o irritabilidad que los hace recluirse en su dormitorio y dormir todo el día.
«La complicación más grave de un trastorno depresivo es el intento de suicidio, las ideas suicidas, hasta el acto suicida», indicó Serpa sobre este peligro que acecha a los adolescentes afectados por esta enfermedad.
INTENTOS DE SUICIDIO EN ADOLESCENTES
El hospital del Niño atiende anualmente unos 15 intentos de suicidio de menores, donde generalmente se han presentado otros intentos previos, como explica la especialista.
«Cuando se consuma un suicidio, esa persona ya ha dado señales de alarma, lo ha intentado ya varias veces, no ha sido quizás el único intento, ya lo ha hecho antes», afirmó Serpa.
En el 90 % de los casos de intento de suicidio de menores hay un trastorno depresivo grave, indicó la psiquiatra, lo cual debe ser tratado en forma integral con medicación, psicoterapia, terapia familiar y un acompañamiento del entorno del menor.
«Es un tratamiento de largo aliento, no lo vamos a resolver en un mes, pero la familia tiene que estar informada, aquellos que siguen las indicaciones, hacen la intervención completa, va a haber una recuperación del problema depresivo», aseguró.
Sin embargo, la depresión es una enfermedad episódica, que puede volver a aparecer ante un nuevo evento adverso, y que requiere que el paciente siga siendo monitoreado a los seis meses o al año, después de haber recibido el alta médica, para mantener su salud.
Fuente: Agencia EFE