Óscar Maya Belchí/ EFE
Con su vuelta al Tottenham Hotspur, el galés Gareth Bale deja atrás siete temporadas en el Real Madrid que acaban con mal sabor de boca tras dos años en los que él mismo se vio más fuera que dentro del club, pero en las anteriores fue parte fundamental de los éxitos del conjunto blanco, dejando de legado cinco goles en diferentes finales.
En su haber, Bale tiene 16 títulos con la elástica blanca -cuatro Ligas de Campeones, dos Ligas, cuatro Mundiales de clubes, tres Supercopas de Europa, dos Supercopas de España y una Copa del Rey- y firmó unos registros que, a pesar de su pobre rendimiento las últimas campañas, demuestran la importancia que ha tenido: marcó 105 goles y repartió 68 asistencias en 251 partidos.
Sus momentos álgidos llegaron en las finales, esas citas donde se forja la historia del Real Madrid. Empezó con buen pie dejando para el recuerdo una carrera por la banda de Mestalla que retrató a Marc Bartra y dio el título de Copa del Rey frente al eterno rival, el Barcelona. Jugada icónica de su paso por el Madrid.
Ni un mes pasó para que anotase en otro día clave. Lisboa 2014. Primer derbi madrileño en una final de Champions. La Décima, ese gran objetivo que tantas veces quedó difuminado y que si no llega a ser por Sergio Ramos con su histórico cabezazo en el minuto 93 hubiese caído del lado del Atlético. El tanto de Bale no fue de tanta importancia, por el 4-1 final, pero el galés hizo el 2-1 que terminó de decantar el partido en la prórroga, en el minuto 110.
Su idilio con las finales continúo en el Mundial de Clubes con un tanto frente a San Lorenzo de Almagro que cerró la victoria (2-0) y el único título del Madrid esa temporada. La racha triunfal en la Liga de Campeones, logrando tres de forma consecutiva, tuvo su razón de ser en Bale. No en una final, pero en semifinales de la Champions 2015-2016 anotó el único tanto en la eliminatoria frente al Manchester City. En la tanda de penaltis desde donde se decidió el título, anotó el suyo.
En Kiev, la última de las tres ‘Champions’, su futuro ya se preveía lejos del Madrid. Partió desde el banquillo en otra demostración del francés Zinedine Zidane de que no contaba con él como el galés quería. Pero decantó la final. Con 1-1 en el marcador frente al Liverpool, entró por Isco Alarcón a la media hora de encuentro y solo dos minutos después marcó uno de los mejores goles que se han visto en las finales de la Liga de Campeones; una chilena casi desde la frontal del área, directa a la escuadra y a la historia de la mejor competición de clubes del mundo.
Ya en el 83, Bale se sacó de la manga un tiro lejano que sorprendió a un errático Loris Karius y puso el 3-1 definitivo en el marcador. Media hora del galés clave para la decimotercera Copa de Europa.
Tras este partido, en el que fue nombrado mejor jugador, el ex ’11’ madridista lanzó el primer órdago al club: «Hablaré este verano con mi agente, necesito jugar más. No estoy contento con los minutos que he jugado este año. Ha sido una decepción no ser titular en la final», declaró.
Unas palabras que se vieron solapadas por las de Cristiano Ronaldo, que destaparon su deseo de salir del Real Madrid, y tras su marcha y la del francés Zidane a final de temporada, Bale decidió quedarse en el club, contando con la confianza de Julen Lopetegui y de la directiva para liderar el nuevo proyecto blanco.
Pero el galés no dio el paso adelante esperado y firmó su peor temporada hasta entonces en cuanto a números desde su llegada al equipo de la capital de España sumando 14 goles y 7 asistencias, aunque fue clave para la consecución del Mundial de Clubes en el que anotó los tres goles en la semifinal frente al Kashima Antlers (1-3).
La convulsa temporada madridista dio paso a Santi Solari para sustituir a Lopetegui, pero finalmente acabó volviendo Zidane y este le demostró que no entraba en sus planes, dejándole sin minutos en los últimos tres partidos de la campaña.
El verano de 2019 parecía el propicio para el adiós de Bale. «Si Bale se puede ir mañana, mejor. No es nada personal. No tengo nada en contra de Bale, pero tomo decisiones. Llega un momento en el que hay que cambiar. Y es bueno para todos su salida. Es decisión del entrenador y también del jugador que conoce la situación», llegó a decir el técnico francés el 21 de julio.
Cuando su salida al fútbol chino parecía cerrada -hasta Bale siguió en redes al Jiangsu Suning, de la ciudad de Nankín- todo se torció. Según Bale, por culpa del club. «Traté de irme y el club lo bloqueó todo en el último segundo. Ha habido oportunidades para irme, pero no lo han permitido y no han hecho nada para que se hiciese», dijo mientras se encontraba «feliz» con su selección.
Una situación que provocó que se enquistase más su estancia en el Madrid. Bale se quedó, pero su nombre copaba los titulares por su aparente poco compromiso. Más allá de su afición al golf, de la que, ante las críticas, se mofó en algún entrenamiento celebrando victorias en partidillos imitando un golpe, su falta de actitud en los pocos minutos -1.260 con tres goles y dos asistencias- que le dio Zidane hizo que arreciaran más las dudas sobre su figura.
Además, su desencanto casi total con la afición madridista llegó el 20 de noviembre de 2019 cuando celebró la clasificación de Gales para la Eurocopa, aplazada a 2021 debido a la pandemia del coronavirus, con una bandera de su país con el lema, en inglés: «Gales, golf y Madrid, en ese orden».
Aunque Zidane, de forma inesperada y buscando más poderío arriba, le dio una última gran oportunidad a final de año, incluso siendo titular en el Clásico de ida frente al Barcelona (0-0). Cuatro encuentros seguidos participando, pero sin gran aportación, que se cortaron por un esguince de tobillo, otra de las innumerables lesiones que ha sufrido y que se le achacan cuando se valora su paso por el Madrid.
Tras el confinamiento, 29 minutos en el redebut contra el Eibar y 71 frente al Mallorca. Y fin de Bale en el Madrid. Siempre en el banquillo, donde se le miraban con lupa sus movimientos, o fuera de la convocatoria de Zidane. Su último partido, el 24 de junio.
La mente humana tiende a quedarse con el recuerdo más reciente, como es lógico, mientras difumina lo anterior. Aunque haya sido bueno. Y más en el deporte, donde la memoria es muy corta. Un fin de semana eres el mejor y al siguiente no vales. Eso ocurre con Bale y sus siete temporadas en el Real Madrid. Cinco años de luces, y dos de sombras con algún destello.
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