Kingsley Coman nació en París. Pero tumbó a su equipo nodriza -el PSG-, el equipo que le dio su bautismo profesional de chaval. Ahora tiene 24 años y convirtió la banda del estadio de La Luz en Lisboa en una autopista sin fin.
La consigna de Hans Dieter Flick fue directa. Todos a por Thilo Kehrer, el jugador de menos enjundia del PSG. Instalado Kehrer en la banda derecha, Flick volcó el juego por el costado izquierdo. Y por ahí, Coman y Davies fueron un puñal. Coman llegó siempre en superioridad, con su velocidad y sus fintas, envió balones de gol como un surtidor y se dio el gusto de marcar un gol histórico incluso que le dio al Bayern la sexta Copa de Europa.
El Bayern según el informe Deloitte, es el Top 4 de Europa en ingresos. 660,1 millones de euros de ingresos, el 54 por ciento de ellos -356,5-, procedentes del márketing; el 32 por ciento de la televisión -211,2- y el 14 por ciento -92,4- del matchday, de los días de partido.
La gestión del Bayern Múnich tiene criterio. Acertó de lleno en la sucesión tardía de Ribéry y Robben. Coman y Gnabry ya tienen galones siendo jóvenes y la velocidad en las bandas de Kimmich y Davies le dan empaque a un Bayern Munich, que combina toque, precisión y llegada con un Levandowski, que a pesar de no marcar en la final, sigue siendo un martillo pilón para el PSG.
No apareció Neymar en demasía. Llegó al estadio feliz, con su altavoz y su música de animación. Es un tipo que contagia alegría. Un segundo antes de iniciarse el partido M’bappé sonreía como si fuera a jugar una pachanga. El control emocional de las dos estrellas del PSG es elocuente. M’bappé disfrutó de la ocasión de su vida, pero se le adivinó Neuer.
Neymar se había entrenado en el confinamiento en Brasil a conciencia. En su casa de verano de Mangaratiba, cerca de Río de Janeiro, con su preparador físico personal, Ricardo Sosa. Neymar se veía fino, listo para dar el gran salto, para soltar lastre y convencer al público que él es el número tras dejar a Messi y el FC Barcelona a un lado. No alcanza su objetivo. Y los años pasan.
Perdió su final el PSG. Pero es verdad que cada vez está más cerca. Tiene puestos tácticos en el once que mejorar. Nasser Al-Khelaifi ha gastado desde 2011 cerca de 1.300 millones de euros en fichajes para intentar la gesta. De momento, no llega. Para levantar la Champions, conviene primero ir llegando a las finales. El París Saint Germain va haciendo los deberes, piensan los optimistas. Sin embargo, es un club grande que necesita ya un título si quiere cambiar el mapa del fútbol europeo. Sigue en manos de los clásicos, de los de siempre, del Real Madrid, del Liverpool, del Bayern… PSG y City continúan soñando.
El PSG es Top 5 en ingresos. 635,9 millones de euros. Un presupuesto donde el ingreso comercial es vital. 363 millones del total vienen de la publicidad. Es el 57 por ciento. La firma hotelera Accort Live Limitless da 50 millones al año por el patrocinio de la camiseta del PSG. Una fortuna.
Hoy, en su tienda principal en los Campos Elíseos se preveía reventar la distribución de sus camisetas de algodón. Diseño chulo, con las letras en colores de la bandera de Francia, y el lema ‘We are Paris’, la han expuesto estos días los jugadores en la previa de la final. A 27 euros. No ganó el PSG. Sí Qatar Airways, que antes de la final ya era campeón. Patrocina a los dos clubes, al Bayern y al París Saint Germain.
Fuente: Agencia EFE