Comics y su rol social: Ídolos con pies de barro

 

Cuando un hombre o mujer a los que seguimos cual fanáticos se le descubre en una mala conducta, siendo afectado por vicios comunes y terrenos, solemos tener un epíteto para ellos o ellas: ídolos con pies de barro. Esa frase la esgrimimos contra seres humanos, que por supuesto somos más susceptibles a las adicciones que los personajes ficticios o fantásticos. ¿Cómo sería nuestra reacción viendo a los clásicos superhéroes hundimos en la adicción?

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Como parte de esta serie de columnas sobre los cómics y su discurso en la sociedad, no buscamos perturbar a ningún fan adolescente. Lo que queremos retratar es la importancia que le dieron editoriales como DC Comics o Marvel Comics a difundir de una manera realmente sólida los estragos que una adicción pueden causar en sus lectores, mentes jóvenes y muchas veces influenciables. Si ves a Tony Stark vomitar dentro de su casco de Iron Man causa un efecto, el alcohol no lo hace un ganador sino un bufón. David Micheline, John Romita Jr. y Carmine Infantino lo plasmaron en la serie conocida como El Demonio en la Botella de 1983. Para soltar el vaso.

Sin embargo, los realmente atrevidos fueron los muchachos de DC Comics, que tocaron un tema tan agudo como la drogadicción de adolescentes en los inicios de los setenta. Llegaron al límite de convertir al compañero de Green Arrow, Speedy (Roy Harper), en un adicto a la heroína. El cómic utilizado era un clásico como Green Lantern/Green Arrow (no quiero ser elitista, pero esta historieta de Dennis O`Neil y Real Adams fue un punto de quiebre editorial), que se la pasaba rompiendo esquemas sociales. Fue tan rotundo, que el propio Flecha Verde aparece como uno de los responsables (inconscientes) de la drogadicción de su discípulo.

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Y, sin embargo, ser casi perfecto no te aleja de algún esporádico episodio de adicción. En 1991, Batman se hizo consumidor de un esteroide al que llamaban Venom (mismo que es la savia vital de Bane). Sabemos que el Hombre Murciélago es el “más agudo y perspicaz de la Liga de la Justicia”, pero también es un hombre sin poderes súper humanos. Contra muchos de sus adversarios falta el factor músculo, hay que ver que pelea contra zombies como Salomon Grundy o lagartos humanos del tipo Killer Croc. Claro que el justiciero de Ciudad Gótica, finalmente, superó su vicio e hizo más gimnasio.

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Spider-Man es otro personaje arquetípico de los cómics, mostró primero una historia que causó polémica cuando un adolescente adicto intentó suicidarse en una historieta setentera. Y, en esa misma época, Peter Parker (alter ego del Hombre Araña) se enfrentó a la drogadicción de su mejor amigo Harry Osborne (sí, el hijo del Duende Verde). Pero, Petey no estaba ajeno de ese mundillo, al momento de hacerse adepto al simbionte alienígena que se le presentó como un elegante y poderoso traje negro. No le fue fácil quitárselo, y aunque algunos piensen que en un tema tan intenso como el que tratamos resulta superficial, Spider-Man luchando contra su traje es la síntesis de un hombre pugnando contra la adicción.

Espero haber demostrado la intención de esta nueva edición del especial Cómics y su Discurso Social, y adelantar que en nuestra próxima edición tocaremos la censura contra los cómics enmedio de la caza de brujas (enemigos políticos) en los EEUU de los 60 y 70.

 

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