El ex profesor de la Universidad de California (UCLA), Mike Rose, fallecido en 2021, investigó el tema tras entrevistar y trabajar con 10 estudiantes, todos ellos talentosos escritores, cinco de los cuales sufrían el bloqueo. Descubrió que el problema no se debía a una falta de capacidad, sino al enfoque adoptado durante el proceso de escritura. «Los cinco estudiantes que tenían bloqueo seguían reglas de escritura o estrategias de planificación que trababan el proceso de composición en lugar de mejorarlo», dice el informe.
Tras varias entrevistas con los estudiantes, llegó a dos conclusiones: que escribir o componer es un proceso muy complejo de resolución de problemas; y que el bloqueo puede entenderse como una alteración de los procesos mentales involucrados en la escritura.
Comprender por qué te «bloqueas»
El núcleo de la investigación de Rose es el siguiente: las personas que se bloquean al escribir tienden a seguir reglas rígidas y planes inflexibles que ahogan el proceso de escritura. Reglas como «hay que empezar con una introducción perfecta que llame la atención» o «hay que sacar siempre tres o más conclusiones en un ensayo» atrapan a los escritores en interminables círculos de reflexión y autocrítica.
En el lado opuesto, los que no se estrellan contra un muro abordan la escritura con flexibilidad. «Los estudiantes que trabajan con reglas y planes menos precisos son los que tienen menos problemas para componer», escribe Rose. Experimentan, cometen errores y van resolviendo cosas sobre la marcha. «Voy a escribir lo que pueda», dijo un estudiante sobre su manera de encarar el proceso. Otro señaló: «Si mi idea original no funciona, procedo de otra manera».
Un paso a paso
John McPhee, profesor de la Universidad de Princeton y colaborador del New Yorker durante muchos años, abordó el bloqueo del escritor en un capítulo de su libro Draft No.4. Recordó conversaciones que tuvo sobre el fenómeno con antiguos estudiantes y con sus hijas, también escritoras. En base a esas recomendaciones, aquí algunos consejos para que la escritura vuelva a fluir:
(1) Escribe una carta
«Estás bloqueado, frustrado, desesperado. ¿Qué hacer? Escribe ‘Querida madre'», recomienda McPhee.
Explícale a tu madre (o a cualquier otro confidente) el problema con el que estás lidiando. Tu incapacidad para formar frases, las dudas que tienes sobre tus habilidades como escritor. Luego háblale del tema sobre el que intentas escribir. Describe a los personajes y habla de todo el proceso, en tono frustrado, si es necesario.
«Luego vuelve atrás y borra el ‘Querida madre’ y todos los lloriqueos y las quejas», añade. Conserva el contenido que se refiere al tema, y ahí tienes tu primer borrador.
(2) Un primer borrador poco pretencioso
En su estudio, Rose detectó que reglas como «un buen ensayo siempre capta inmediatamente la atención del lector» impedían a los autores ponerse manos a la obra. El remedio consiste en comprender que cualquier trabajo de escritura se hace varias veces, no una sola.
El primer borrador de cualquier proyecto que emprendas, según las recomendaciones de McPhee, debe seguir una proporción de cuatro a uno en el tiempo de escritura. Es decir, el primer borrador requiere cuatro veces más tiempo que los otros tres.
El objetivo del primer borrador es simplemente «soltar, balbucear algo, lo que sea». Por poco impresionante que sea, ese primer borrador es un «núcleo». Luego puedes dejar a un lado ese núcleo y concentrarte en otras tareas, mientras tu mente se dedica a perfeccionar lo que haya escrito. «Hasta que no tengas eso, la escritura realmente no empezó», asegura.
El primer borrador es solo para tus ojos y para nadie más. Las reglas de escritura más estrictas sobre estructura, composición y un primer párrafo encantador se aplican mejor a los borradores posteriores, y se dejan de lado en el primero. «Hay diferencias psicológicas de una fase a otra, y la primera es la fase del pozo y el péndulo», escribe McPhee, refiriéndose al cuento de Edgar Allan Poe. «Después de eso, es como si otra persona se hiciera cargo. El miedo desaparece en gran medida. Los problemas se vuelven menos amenazadores, más interesantes».
(3) Imita a los escritores que admiras y haz ingeniería inversa
Si te sientes inseguro de tus capacidades como escritor y en el proceso estás luchando por encontrar tu voz, no estás solo. McPhee reconoce haberse sentido así con frecuencia, y también sus hijas. «Cuando escucho a un escritor más joven expresar este tipo de dudas, me sirve como check-point; si no dicen algo parecido es muy posible que se estén engañando a sí mismos», escribió.
Para McPhee, es importante que los jóvenes autores se inspiren en el trabajo de quienes admiran, sobre todo cuando se sienten cohibidos. «El escritor en desarrollo reacciona ante la excelencia a medida que la descubre —donde sea y cuando sea— y, por supuesto, hay algo de imitación (inevitable) en el proceso de extraer del tejido admirado elementos para hacer el propio», escribió.
Te proponemos un ejercicio. Elige la obra de un escritor que admires, identifica su estilo de escritura, subraya las frases que te gusten y vuelve a escribirlas en algún lado. Presta atención a cómo estructura las frases, construye argumentos y crea imágenes vívidas. A continuación, intenta reproducir su tono o ritmo y aplícalo al tema sobre el que te está costando escribir.
Al deconstruir el estilo de un escritor que respetas, estás haciendo ingeniería inversa de su proceso. Este ejercicio puede ayudarte a salir de tu estancamiento, generar nuevas ideas e incluso descubrir aspectos de tu propia voz. «Los componentes de la imitación se desvanecen rápidamente», dice McPhee. «Lo que queda es un nuevo elemento propio, que no es en absoluto una imitación».
Foto de Steve Johnson en Unsplash.
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