NACIONES UNIDAS – Cuando IPS preguntó a Gamani Corea, ex secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), en el salón de delegados de las Naciones Unidas en Nueva York, sobre qué pensaba de la amarga disputa entre el entonces secretario general, Boutros Boutros-Ghali (1992-1996) y Estados Unidos por el rechazo de este país a su segundo mandato del diplomático egipcio.
Corea, egresado de dos prestigiosas universidades británicas, Oxford y Cambridge, y exembajador de Sri Lanka ante la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) en Bruselas, reflexionó durante un rato y declaró: «No consigo entender por qué alguien en su sano juicio querría un trabajo tan exigente».
Y seguramente tenía razón.
El noruego Trygve Lie, el primer secretario general de la ONU, comentó en una ocasión que ese cargo era «el trabajo más imposible de esta tierra».
Aun así, el puesto de secretario general, en la historia contemporánea, ha atraído al menos a tres altos funcionarios de las más altas jerarquías políticas de sus respectivos países: Boutros Boutros-Ghali, ministro de Asuntos Exteriores en funciones de Egipto, Ban ki-moon, antiguo ministro de Asuntos Exteriores de Corea del Sur y el actual secretario general, António Guterres, ex primer ministro de Portugal.
El secretario general, a todos los efectos el principal funcionario administrativo de la ONU, está en la práctica subordinado a 193 dirigentes políticos, incluidos presidentes, primeros ministros, monarcas reinantes, ministros de Asuntos Exteriores e incluso embajadores de la ONU.
Pero tampoco dispone de medios para aplicar las resoluciones de la ONU ni de un ejército permanente para hacerlas cumplir.
Guterres, que ha adoptado una postura firme contra la invasión rusa de Ucrania y ha condenado públicamente las devastadoras matanzas de civiles en Gaza, ha sido objeto de críticas, sobre todo por parte de políticos y altos funcionarios israelíes, que no solo han pedido su dimisión, sino que le han declarado persona non grata, prohibiéndole la entrada en Israel.
El embajador Anwarul K. Chowdhury, ex secretario general adjunto de la ONU y en su día representante permanente de Bangladesh ante las Naciones Unidas, dijo a IPS que el secretario general se lamentó recientemente ante los medios de comunicación sobre su papel-
«Bien, es absolutamente cierto que el secretario general de las Naciones Unidas tiene un poder muy limitado, y también es absolutamente cierto que tiene muy poca capacidad para movilizar recursos financieros. O sea, que ni poder ni dinero», aseguró.
Para Chowdhury, «esa es la realidad a la que se enfrentan todos los Secretarios Generales y de la que han sido conscientes».
«Eso también lo saben en general las personas que siguen las Naciones Unidas con regularidad y comprenden a fondo la complejidad funcional del mayor aparato multilateral del mundo. ¿Por qué entonces esta realidad aflora y se saca a la luz pública sólo cuando los dirigentes de la ONU no cumplen con las responsabilidades que les han sido encomendadas?», dijo.
Este «poder muy limitado», en palabras de Guterres, debería ponerse de relieve con la mayor frecuencia posible para evitar expectativas innecesarias e indebidas de la comunidad mundial sobre la ONU y sus máximos dirigentes.
«Ningún secretario general ha señalado estas limitaciones mientras hacía campaña para el puesto y al asumir el cargo», afirmó.
Guterres no fue una excepción. «Habría sido realista y fáctico si hubiera señalado las limitaciones -mejor calificadas de obstáculos- de su liderazgo al asumir el cargo en 2017, y no en 2024 después de llevar en él casi ocho años», adujó.
Independientemente de las grandes guerras en curso, la debilidad y la incapacidad operativas incorporadas del diplomático más importante del mundo siempre han estado ahí, afirmó Chowdhury, antiguo asesor especial principal del presidente de la Asamblea General de la ONU (2011-2012) y presidente del Consejo de Seguridad de la ONU (2000 y 2001).
Ian G. Williams, presidente de la Asociación de Prensa Extranjera de Estados Unidos, dijo a IPS que ya es hora de que cese la complacencia.
La rotura de un ejemplar de la Carta de la ONU por parte del exembajador israelí Gilad Erdan debería haberse tomado como una abrogación israelí de la Carta, pero prohibir al secretario general el ingreso a Israel indica que ese país no tiene nada que hacer en la organización.
También deslegitima la participación de Israel en la ONU, a juicio de Williams, la prohibición de la actividad de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (Unrwa) y la amenaza de confiscar sus activos en Jerusalén para construir asentamientos ilegales en territorio palestino ocupado.
La estadounidense Oficina Federal de Investigación (FBI) detuvo a Al Capone por evasión fiscal, y ahora es el momento de que Israel sea expulsado por sus manifiestas infracciones de procedimiento de la Carta de la ONU y la Convención de Viena, incluso si los dos titulares del veto le dan cobertura en materia de genocidio, consideró Williams.
Adujo que «ser declarado persona non grata por Israel probablemente ha salvado la reputación de António Guterres, hasta ahora ensombrecida por su relativa cautela a la hora de abordar las depredaciones israelíes. Ser atacado por un enemigo de la humanidad y del derecho internacional no es nada malo».
Pero ahora debe haber un seguimiento respecto a esa medida, señaló.
«Los miembros determinantes de las Naciones Unidas deberían ahora ir recortando las prerrogativas de Israel como miembro, ya que, aunque los Estados se muestren reacios a actuar ante las atroces violaciones del derecho internacional por parte de este Estado, ahora ha roto claramente las reglas básicas de la diplomacia internacional», afirmó.
Williams preguntó: «¿Hará falta que (el embajador israelí) Danny Danon baile por el estrado de la Asamblea General con la cabeza del secretario general en una bandeja para provocar que se actúe?
Sobre la declaración de Israel, el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, declaró: «Hemos visto este anuncio, que consideramos una declaración política del ministro de Asuntos Exteriores. Y un ataque más, por así decirlo, al personal de la ONU que hemos visto por parte del gobierno de Israel».
Añadió que «este asunto de la declaración de persona non grata sido anunciado por diferentes países en diferentes momentos hacia un representante. Y como hemos dicho cada vez, no reconocemos que el concepto de persona non grata se aplique al personal de la ONU».
Chowdhury insistió en que, como ha repetido, «esencialmente hay cuatro limitaciones principales para la eficacia del secretario general”.
En primer lugar, el veto y los miembros con derecho a veto del Consejo de Seguridad, que influye en todas las áreas de trabajo del sistema de la ONU; en segundo lugar, las promesas y compromisos que hace el secretario general como candidato para asegurarse su elección; en tercer lugar, la aspiración a ser reelegido para un segundo mandato desde el primer día del primero; y, en cuarto lugar, la laberíntica burocracia de la ONU.
«Tenemos que revisar la credibilidad operativa de nuestro tan preciado organismo mundial. Lo que en 1945 debía consagrarse en la Carta de la ONU debe juzgarse a la luz de las realidades actuales».
Si hay que modificar la Carta para que esté a la altura de los retos que plantean la complejidad mundial y la paralizante politización intergubernamental, hagámoslo», afirmó el exembajador.
A su juicio, «ya es hora de centrarnos en esa dirección»
«Tratar ciegamente las palabras de la Carta como sacrosantas puede ser contraproducente e irresponsable. La ONU podría quedar sepultada bajo sus propios escombros si no ponemos orden ahora», consideró Chowdhury.
Añadió que le preguntan a menudo que quisiera recomendar a la ONU para mejorar su funcionamiento. «Mi respuesta clara y rotunda siempre ha sido ‘¡Abolir el veto!’. El veto es antidemocrático, irracional y contrario al verdadero espíritu del principio de igualdad soberana de las Naciones Unidas», dijo.
En un artículo de opinión para IPS, Chowdhury escribió ya en 2022: «Créanme, el poder de veto influye no sólo en las decisiones del Consejo de Seguridad, sino también en todo el trabajo de la ONU, incluyendo de manera importante la elección del secretario general».
Y añadió: «Creo que la abolición del veto requiere una mayor atención prioritaria en el proceso de reformas que la ampliación del número de miembros del Consejo de Seguridad con otros permanentes. Tal permanencia es sencillamente antidemocrática. También creo que el poder de veto no es ‘la piedra angular de las Naciones Unidas’ sino, en realidad, su lápida».
La abolición del veto, dijo ahora, también liberaría la elección del secretario general «del control manipulador de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto»: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia.
Después de elegir sucesivamente a nueve hombres para ser el máximo diplomático del mundo, «creo firmemente que corresponde a las Naciones Unidas tener la cordura y la sagacidad de elegir a una mujer como próxima secretaria general en 2026, cuando se elija al sucesor del actual», añadió.
«También recomendaría que en el futuro el secretario general tuviera un único mandato de siete años, en contraposición a la práctica actual de renovar automáticamente el mandato del secretario general por un segundo mandato de cinco años, sin ni siquiera evaluar su actuación», expresó.
T: MF / ED: EG
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