El agravio comparativo entre mujeres y “mujeres trans”, ha provocado una intensa polémica, tanto por parte de los que se niegan a que éstas últimas compitan en igualdad de condiciones con las demás atletas femeninas, como por parte de los que afirman que es discriminatorio no permitir a las mujeres trans competir en deportes de élite junto al resto de mujeres.
Un reciente artículo publicado en Journal of Medical Ethics trata de esclarecer las dudas abiertas tras la polémica suscitada por un trabajo anterior publicado en la misma revista (ver AQUÍ), referente al conflicto planteado ante la pretensión de atletas varones (biológicamente masculinos) que han realizado una transición hacia el género femenino (“mujeres trans”) de ser admitidos en la competición deportiva de élite como el resto de mujeres biológicamente femeninas (cisgénero). El conflicto surge de la evidencia de que el tratamiento hormonal al que han sido sometidos estos varones para promover su feminización, han logrado solo en parte atribuirles características físicas femeninas, permaneciendo en ellos muchos rasgos fenotípicos ligados a su estructura corporal, metabolismo, sistema endocrino, cerebral, etc. propios de su genética masculina, lo cual les proporcionaría una ventaja sobre las mujeres genéticamente femeninas que introduciría un desequilibrio injusto en la alta competición deportiva.
La mera exposición de este agravio comparativo entre mujeres y varones que han promovido su transición hacia el género femenino (“mujeres trans”) ha provocado una intensa polémica, tanto por parte de los que se niegan a que las mujeres trans compitan en igualdad de condiciones con las demás atletas femeninas, como por parte de los que afirman que es discriminatorio no permitir a las mujeres trans competir en deportes de élite junto al resto de mujeres.
El estudio que se cita en primer lugar trata de encontrar una postura intermedia entre ambos posicionamientos, proponemos reemplazar el género binario en el deporte de élite (competiciones masculinas y femeninas) con un enfoque diferente, basado en un algoritmo que se aplicaría a todos los atletas de élite (cisgénero y transgénero) que incluiría una variedad de factores fisiológicos (incluidos, entre otros, los niveles de testosterona), así como su identidad de género. Este instrumento sería propuesto también para las atletas femeninas que han promovido procesos de transición hacia el género masculino.
En estos casos, también son evidentes las diferencias que separarían a los atletas biológicamente masculinos de las mujeres que han promovido la transición hacia el género masculino, y que supondrían una desventaja para ellas, al contrario que en el caso anterior.
Incluso si, a través de la terapia hormonal, el nivel de testosterona de un “varón trans” (biológicamente femenina, pero con transición hacia el género masculino) alcanzara el de un atleta biológicamente masculino de élite, es poco probable que cambie parte de su fisiología femenina anterior (por ejemplo, estructura ósea y tamaño de los pulmones), lo que significa que, a este respecto, permanecería en desventaja.
El trabajo refiere como las atletas femeninas en Alemania del Este, aún sometidas a los niveles más altos de dopaje, no lograron acercarse a los récords mundiales establecidos por los atletas masculinos (Franke, Werner W., and Brigitte Berendonk. 1997. “Hormonal Doping and Androgenization of Athletes: A Secret Program of the German Democratic Republic Government.” Clinical Chemistry 43 (7): 1262).
Un problema semejante se planteó cuando saltaron todas las alarmas ante la inclusión de personas transexuales en estudios clínicos, que solicitaban ser considerados según su género de transición, lo que hacía peligrar la validez estadística de los re4sultados de los estudios, al introducirse sesgos importantes dependientes de la condición de sexo biológico en los individuos reclutados para dichos estudios, que implica características fenotípicas abiertamente diferentes entre sexos que permanecen tras los tratamientos hormonales de transición de género. (SEGARRA, Ignacio, et al. Sex-divergent clinical outcomes and precision medicine: an important new role for institutional review boards and research ethics committees. Frontiers in pharmacology, 2017, vol. 8, p. 488.) (PRAGER, Eric. Addressing sex as a biological variable. Journal of neuroscience research, 2017, vol. 95, no 1-2.)
Este tipo de polémicas seguirán planteándose mientras se sigan confundiendo los aspectos comportamentales (género) con los biológicos (sexo), que no pueden intercambiarse, como algunos pretenden, en muchas de sus características asociadas.
Julio Tudela
Observatorio de Bioética
Instituto de Ciencias de la Vida