SANTIAGO – La tasa de pobreza regional, que aumentó con la pandemia covid-19, se ha reducido a un nivel similar al de 2014 y, en 2023, alcanzó la cifra más baja registrada, pero la desigualdad de ingresos se mantiene alta, informó este martes 12 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
A pesar de los avances, todavía 172 millones de personas en la región no cuentan con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades elementales y, entre ellas, 66 millones no pueden adquirir una canasta básica de alimentos.
El porcentaje de la población latinoamericana en situación de pobreza en 2023 fue de 27,3 %, cifra que representa una disminución de 1,5 puntos porcentuales en comparación con el año anterior, y de más de cinco puntos respecto de la registrada en 2020, el año más crítico de la pandemia.
Se trata, además, de la cifra más baja desde que se tienen registros comparables, indica el informe “Panorama Social de América Latina y el Caribe 2024: desafíos de la protección social no contributiva para avanzar hacia el desarrollo social inclusivo”, presentado en esta capital chilena.
El documento recoge que la pobreza sigue afectando más a las mujeres que a los hombres en edad laboral, y que el porcentaje de niñas, niños y adolescentes en situación de pobreza es más alto que el de otros grupos etarios. La pobreza también es mayor en las zonas rurales (39,1 %) que en las urbanas (24,6 %).
La tasa de pobreza extrema alcanzó 10,6 % de la población, cifra inferior a la de 2022 en 0,5 puntos porcentuales, pero por encima de los niveles de 2014.
La disminución de la pobreza regional en 2023 se explica en más de 80 % por lo sucedido en Brasil, país en el que vive un tercio de la población de América Latina y en el que las transferencias no contributivas fueron determinantes.
Si en Brasil la población en situación de pobreza no hubiera caído, el promedio regional en 2023 habría sido de 28,4 %, apenas 0,4 puntos porcentuales menos que en el año anterior, y la incidencia de la pobreza extrema se habría mantenido sin cambios, en 11,1%, dice el reporte.
La Cepal también señala que, entre 2022 y 2023, no hubo variaciones significativas en los niveles de desigualdad de los ingresos en la región, manteniéndose persistentemente altos.
Entre 2014 y 2023, el índice de Gini -que mide la desigualdad, con cero para la perfecta igualdad y uno para la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno)- experimentó una leve reducción de cuatro por ciento, bajando apenas de 0,471 a 0,452.
La distribución de la riqueza es significativamente más desigual que la del ingreso, según estimaciones del reporte al integrar distintas fuentes de información (activos financieros y no financieros) de la población latinoamericana.
Hacia el año 2021, 10 % de las personas de mayores ingresos concentraba 66 % de la riqueza total, y el uno por ciento más rico concentraba el 33 %.
El informe alerta también de que en la región persisten altos niveles de desprotección social, pues en 2022 uno de cada cuatro hogares (23,5 %) carecía de acceso a la protección social, tanto contributiva como no contributiva, en 14 países.
Esa proporción se elevaba a uno de cada tres hogares (36,5 %) en el quintil de menores ingresos y en áreas rurales (29 %).
La Cepal destaca que la protección social no contributiva es fundamental en los hogares del primer quintil de menores ingresos, dado que uno de cada dos de esos hogares accede a la protección social por esa vía.
Eso quiere decir que las políticas de transferencias monetarias o en especie (como la alimentación escolar) y los programas de inclusión laboral son clave para vincular a las personas con los servicios sociales y avanzar en la erradicación de la pobreza y la reducción de la desigualdad.
Hace dos años 27,1 % de las personas en América Latina residía en hogares receptores de programas de transferencias condicionadas, y pese a sus impactos positivos, en 14 países estudiados sus montos no llegaban a cubrir el déficit de ingreso per cápita para alcanzar la línea de la pobreza.
El informe constata que los sistemas de pensiones no contributivos (SPNC) juegan un papel central en la reducción de la pobreza en la vejez.
En los últimos 20 años, la cobertura de esos sistemas entre las personas de 65 años y más aumentó más de 27 puntos porcentuales y durante ese período la pobreza en esta misma población se redujo en 14,3 puntos porcentuales.
Para José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Cepal, fortalecer los sistemas de protección social “es estratégico para enfoque integrado que pueda tener impactos significativos en la reducción de la pobreza, las diversas causas de la desigualdad y los bajos niveles de cohesión social” en la región.
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