La galardonada película que lanzó a la fama a Hannibal “El Caníbal” Lecter sufrió un triste cambio de nombre en el mercado latinoamericano. Se tituló El Silencio de los Inocentes (en inglés The Silence of the Lambs- o Silencio de los Corderos), en referencia al mutismo de estos animales de granja camino a ser trasquilados. Pues ese filme me recuerda a Edwin Oviedo, que ocupa el sillón presidencial de la Federación Peruana de Fútbol desde hace un poco más de un año.
También se le distinguían dotes empresariales, por ejemplo compró el pase de Reimond Manco al fútbol holandés y lo vendió al árabe por una millonada. Pero esa misma experticia no se le ha visto a la hora de contratar al Director Técnico para la Selección Peruana.
Lo cierto, es que quizás su única promesa en una campaña electoral que duró UN DÍA, la de firmar a un entrenador A1, le fue imposible de cumplir. Envió sus emisarios al resto del mundo, se soltaron nombres de DTs atractivos y como país pasamos una vergüenza mayúscula. Nos dijeron «no» en todos los idiomas, incluso hay versiones de algún técnico que hasta se rió de la oferta nacional.
En ese momento quedaron claras dos verdades que se han visto reafirmadas con el paso de los meses. Edwin Oviedo fue nombrado reemplazante del tristemente célebre Manuel Burga el cinco de enero del 2015. Lo logró tras debatirse entre dos ofertas: la de unirse a la lista de Federico Cúneo (algo que Oviedo ya había aceptado) y la de presidir la plancha del lambayecano Agustín Lozano (propuesta que acogió a horas de las elecciones). Con esto Oviedo asumió la presidencia de Federación Peruana de Fútbol que se ha ido fragmentado día a día en el último año. Justamente los intereses personales alejaron la chance de tener a Reinaldo Rueda en el banquillo peruano.
Por otro lado, es cierto que Perú no pesa en la FIFA ni en la Conmebol, pero con Edwin Oviedo se tiene menos trascendencia que con el mismo Manuel Burga. Hay primero un déficit de forma que es lamentablemente un tema desagradable y prejuicioso. El ente organizador del fútbol mundial se rige aún en un formato racista y elitista (para sucesor de la corruptela de Joseph Blatter se nombró al italiano Gianni Infantino, quien llega al cargo después de desempeñarse como el encargado de las bolitas en los sorteos de mundiales, a pesar que habían otros candidatos de diferentes etnias con mejores perfiles). Si, además, le sumamos el silencio inmutable de nuestro Presidente, pues la conclusión es que pasa desapercibido.
Hoy prevalece un desgobierno en la FPF. Cúneo siendo Presidente de Sporting Cristal perdió las elecciones pero, finalmente, asumieron cargos de importancia dirigentes vinculados al club “cervecero” en una decisión que sólo se entiende por el fuerte auspicio de la Backus a la Selección Peruana. Las desavenencias entre Agustín Lozano y Juan Carlos Oblitas son cada vez más frecuentes, pero con el pobre desempeño de ambos en los destinos de nuestro seleccionado (prácticamente eliminado del Mundial Rusia 2018). Lo que no se entiende es porqué los mantiene en sus cargos.
Edwin Oviedo ya tuvo un año de silencio y ya se hace preponderante que comience a gobernar. Ojo, el tiempo de gracia por librarnos de Manuel Burga (algo que tampoco es un real mérito suyo) ya venció. Hoy debe decidir si va camino al matadero o decide empezar a hablar y dirigir.
Foto: La Verdad