¿El año nuevo será un año huevo?

 

La fe es la fuerza del genio. Para imantar a una era, necesita amar a su ideal y transformarlo en pasión. «Golpea tu corazón, que en él está tu genio». Lo dicho fue subrayado en su momento por el recordado José Ingenieros, en su obra «El hombre mediocre», recordando una frase de Stuart Mill, quien se adelantó a Nietzsche. Fue, si se quiere, una voz de aliento ante la desesperanza, el pesimismo, el derrotismo.

El filósofo argentino que nació en Buenos Aires y que ejerció una gran influencia en el pensamiento de la gente de sus tiempos, interpretó la realidad política no solo de su país, sino, también, de otros territorios como el nuestro, caracterizada por la ausencia de verdaderos visionarios. Por eso, no dudó en señalar la importancia que significa tener fe en acción, que ella ayuda a superar los caminos más escarpados, las resistencias de quienes se oponen al cambio, aunque se presenten nubarrones de escepticismo.

Esto viene a propósito de lo que ocurrirá en nuestro medio, con una sumatoria de problemas políticos, económicos y sociales, que tienen el trazo voluminoso de una montaña rusa y que, por desgracia, pareciera que no podrán ser enfrentados con éxito por la ausencia de personas preparadas para lograr una mejor gobernabilidad. ¿Cierto o falso?

El Instituto de Estudios Peruanos (IEP) nos dice que las principales demandas que deben encarar quienes tienen o van a tener el mandato político ciudadano, están referidas al mejoramiento de la educación, la seguridad ciudadana y los servicios de salud. A continuación vienen otros problemas, entre ellos la lucha contra la corrupción, la reducción de la pobreza, la promoción de empleo y servicios básicos para los más pobres.

La magnitud de estos problemas, pareciera que más que preocupación por resolverlos, ocasiona temor entre algunos ciudadanos que tienen acceso a los grandes medios de comunicación. Temor que los lleva, inclusive, a poner vallas y cuando no, críticas ácidas, con la pretensión de desalentar a quienes tienen la tarea gubernamental. Así ha ocurrido en la interpretación del informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes PISA (por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment), el mismo que mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura en todo el mundo, al extremo que al conocer que el Perú se encuentra en el puesto 64 de 79 países que rindieron la prueba, y en América Latina estamos en el último puesto, han recomendado que nos retiremos de la evaluación, porque a su juicio la misma no es significativa para medir el sistema educativo del país.

Una actitud parecida se da en el complejo tema de la economía,  tanto así que el presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, ha señalado que el desempeño de la economía ha sido el peor en una década, en tanto que otros, sobre esa base declarativa, apuntan a que el gobierno ha sido incapaz de hacer que la inversión pública crezca con gran fuerza como se propuso, añadiendo que dos sectores primarios, pesca y minería, tuvieron en el 2019 malos resultados. El primero afectado por huelgas y otros conflictos y el segundo con factores naturales, agregando como causa de esta situación el ruido político y la incertidumbre creados por el propio gobierno y que inhibieron en algo la inversión. Lo curioso está en que luego de señalar males como los anteriores, que tienen sus raíces desde años pasados por pésimos procesos gubernativos, lo cual no es justificativo, no dudan en advertir que la tasa de crecimiento de menos de 2,4% augurada para el presente año, impediría que alrededor de 60 mil peruanos salgan de la pobreza y 13 mil de la pobreza extrema, sin dejar de lado que provocaría que el número de puesto de trabajo formales se incremente en apenas 1,4% y que los sueldos crezcan en 1,9%, lo que ajustado a la inflación, termina por ser nulo.

No dejan de tener algo de razón quienes señalan esta precariedad en la vida política, económica y social. Hemos hecho un recuento de algunos de los males que nos afectan como país. Hay muchos más y lamentablemente en este juego de oponerse por oponerse, a la fecha no se observa con nitidez qué ocurrirá en los tres Poderes del Estado en el presente año 2020. ¿Se abrirá un proceso dialogante sincero?, ¿En tales poderes habrá menos demagogia y populismo?, ¿La concertación tendrá espacio en el futuro inmediato?, ¿Se dejarán de lado intereses particulares, para atender las demandas de las mayorías nacionales? Las interrogantes crecen a medida que pasan los días. Pero ellas no deben quitar, sin embargo, el andar de personas con fuerza genial, capaces de superar los obstáculos, de cultivar el optimismo y enfrentar, con vehemencia sana, las barreras del fanatismo, hasta lograr los puntos de coincidencias que tanta falta hace en nuestro medio. Así, creo, el año nuevo quizás se convierta en un año huevo, recurriendo con esta frase al uso de la jerga popular que nos dice que el 2020, puede ser mejor que el pasado. Ese es el anhelo. Sin embargo, todo depende de los ciudadanos decididos a participar en el proceso de cambios que requiere el país y a las nuevas hornadas de políticos, que aun son pocos de ser reconocidos como tales, pero que podrían dar inicio a mejores páginas de la historia nacional.

 

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