El elevado costo de vida sube…y el gobierno, nada

 

La población de todas las regiones del país se encuentra más que preocupada por el elevado costo de vida. Los alimentos, los medicamentos cuestan un ojo en la cara y como si eso fuera poco, los ingresos salariales se han reducido en extremo. Tanto que no alcanzan para atender otras urgentes necesidades que afronta a diario cada familia, en especial la de los barrios populares ¿ Cuál es la respuesta del gobierno transitorio al respecto? Solamente paliativos que tienen una eventualidad y, por tanto, un final próximo si se considera que la caja fiscal  no da para más.
Este escenario, sin exagerar , es triste. Nada más que visitar el mercado mayorista en Lima, como en algunas regiones del interior, para observar con pesar, como se ha incrementado el número de personas que recogen de los contenedores de desperdicios, algunas subsistencias que han sido dadas de bajo en los puestos de los centros de abastos. Claro, son los menos, pero eso significa que la mendicidad está golpeando con desesperación a las familias que sobreviven en extrema pobreza. En el estrato un poco más alto, están los hogares, en los cuales existen ingresos por trabajos formales, pero mayormente tareas informales. La adquisición de los productos de menor costo constituye la salida del consumir, previa resignación de la o el proveedor, que no escapa oportunidad para lanzar la frase humillante «estos, todo lo quieren gratis». A lo anterior, debo sumar a la mal llamada «clase media baja», que habitualmente concurre a los «markets», aquellos almacenes donde se encuentra casi todo, pero vaya a ver a qué precio. Allí los costos han subido hasta casi el cien por ciento.
¿De quién es la culpa de esta calamidad que deprime, enferma y mata?. Por supuesto que lo que ocurre, no es nada nuevo. Pero, igualmente, hay que reconocer que el Perú no es gobernado por verdaderos estadistas, aquellos que planifican y aplican políticas que protege la alimentación, la salud de la población.
Qué casualidad, a inicios del siglo pasado, la población, igualmente, sufría las consecuencias del alto costo de vida. Una época un poco coincidente con la que hoy tenemos. Pero más allá de las críticas que se hicieron y que ocasionó que en el Perú tomara asiento firme el anarquismo, no faltó un alcalde de Lima, que se puso de pie y , por escrito, hizo pública la verdad de lo que sucedía con el abastecimiento carísimo de los alimentos.
Ese alcalde fue Guillermo Billinghurst y en 1910 denunció que en el abastecimiento había un excesivo número de intermediarios, un excesivo número de abastecedores, acaparamiento de los principales artículos de consumo, la propiedad de las tierras de cultivo, habían pasado a concentrarse en pocas manos. Y estas tierras, además, servían para atender los requerimientos exportadores.
El gobierno de ese siglo no tardó en nombrar una comisión, tras otra comisión, pero claro, en alguna forma entre los comisionados y los dueños del poder económico, existían amistades muy apreciadas y correspondidas. Y el costo de vida…siguió subiendo, hasta que la clase trabajadora se organizó, para defender su derecho a una vida digna. Me pregunto, por eso, ¿ Fue simplemente una mera casualidad con lo que ocurre hoy? No hay que adelantar opinión, sin embargo, sugiero  que sería correcto que el Congreso de la República, cumpliera con su rol fiscalizador, dada su condición de institución representativa del pueblo. Esto,  en lugar de estar tratando de poner una nueva mordaza -por ley- al periodismo libre y al derecho de libertad de expresión que tiene todo ciudadano?. Es lo que pienso, en lo que creo.

 

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