El humor es capaz de romper sin violencia las barreras de lo más estructurado y permite flexibilizar el orden que a veces establecemos de una manera meramente artificial.
De un tiempo a esta parte estamos observando, como padres, que la relación con nuestros hijos está entrando de lleno en aquella inevitable etapa a la que llamamos adolescencia. Es una etapa que muchos catalogan de difícil, y no es de extrañar, pues el nivel de relación, las necesidades, las preguntas complicadas y las crisis se multiplican exponencialmente.
Pensando en cómo resolvían mis padres algunos de los conflictos de mi propia adolescencia y juventud, encontré un pequeño tesoro que puede ser de gran ayuda: la inmensa capacidad transformadora que tiene el humor.
Mi padre siempre llegaba tarde a cenar porque trabajaba muchas horas, pero cuando aparecía siempre estaba de buen humor y tenía preparado un chiste o una anécdota divertida sobre algo que había pasado en días anteriores. De mayor, cuando he ido reflexionado sobre aquello, me he ido dando cuenta de que muchas de aquellas cosas que contaba con tanto sentido del humor, iban acompañadas de una gran profundidad.
En otra ocasión, mi padre apareció sonriente con un cuadro de una caricatura suya que le había dibujado uno de sus empleados. Me acuerdo que aquella misma noche la colgó en el despacho que tenía en casa. Muchas veces he pensado cómo debería ser mi padre en el trabajo, para que un empleado fuera capaz de regalarle una caricatura suya.
También recuerdo que durante un tiempo estuvo ayudando a un empresario que tenía muchos problemas para sacar adelante su negocio. Un día llego a casa muy contento porque aquel empresario le había hecho un regalo: no era una estupenda pluma o un carísimo reloj; era otro cuadro, pero esta vez no tenía su caricatura sino que era el cuadro de un payaso que aquel mismo empresario le había pintado para él.
El buen humor puede ser un estupendo analgésico para los padres ante la fiebre y el malestar que causa en ocasiones la etapa de la adolescencia. El buen humor relaja y facilita la relación, permitiendo volver a empezar cuantas veces sea necesario. Saber encontrar la parte más cómica de las situaciones que se producen entre padres e hijos puede ayudar a evitar los bloqueos y la violencia gratuita, tantas veces innecesaria.
El humor es capaz de romper sin violencia las barreras de lo más estructurado y permite flexibilizar el orden que a veces establecemos de una manera meramente artificial. El humor nos acerca a la naturalidad y permite mostrarnos menos rígidos y acorazados que de costumbre. También nos ayuda a mirar las dificultades y desgracias con menos dramatismo que el puramente necesario.
Reírse de uno mismo es una de las cosas más difíciles que hay, sin embargo es liberador, ya que deja al descubierto aquella parte más escondidiza de nuestra persona. Reírse de sí mismo, es señal de madurez y de que somos capaces de aceptar nuestras propias limitaciones. Ejercitar el sentido del humor puede ayudarnos a resolver muchos conflictos artificiales o absurdos que en muchos casos no sabemos ni por qué se han creado.
Ser capaces de vivir la vida con humor y transmitir buen humor a nuestro alrededor es una tarea difícil pero gratificante para nosotros y para los demás. Sin embargo, no es suficiente para ser individuos creadores de paz. Es necesario dar un paso más y ser capaces de generar un humor positivo.
El humor positivo es aquel humor fino e inteligente que esta lleno de profundidad y que a la vez es capaz de despertar lo más bello y generoso que como persona tiene cada uno. El humor positivo es aquel que nos iguala porque es capaz de mostrar a los demás que todos somos vulnerables y estamos llenos de limitaciones. El humor positivo es aquel que acompaña y ayuda a olvidar lo más dramático de cada situación sin perder de vista la cruda realidad. El humor positivo es aquel que no es frívolo, que cura en lugar de herir, que busca lo sensible en lugar de lo grotesco y que potencia en lugar de humillar.
Leer la vida con sentido del humor, y en especial, a través de este prisma positivo, puede ser una palanca que nos permita abortar situaciones de tensión y violencia. Llenar nuestra vida de humor positivo, seguramente nos ayudará a interpretar la realidad de forma diferente y nos permitirá crear espacios que estén más abiertos a la paz.
Por David Martínez García
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