Jugadores peruanos que se ganaron un nombre en la cancha y hoy les toca comprobar que el fútbol puede ser muy ingrato. Pasar de un club campeón, o de una institución catalogada como modelo de funcionamiento en nuestro balompié a la dura calle, hasta parece improbable viendo cuántos clubes profesionales existen en la actualidad. Sin embargo, por increíble que parezca, existe una oncena de desempleados esperando una oportunidad esquiva.
A algunos les toca vivir esta situación por su DNI, es decir ya están “viejos” para el deporte rey y a pesar de su profesionalismo o de los chispazos de calidad, ya no aportan lo mismo en la cancha. Con los presupuestos ajustados de muchos planteles, francamente nadie se puede dar el lujo para apostar por un jugador que te pueda dar alegrías tan a cuentagotas, que a final de año su aporte sea en “rojo”.
Mientras que a otros, que mantienen una edad competitiva, pero las lesiones o su falta de eficacia les han colocado ese “cartelito” de irregulares. El fútbol de hoy exige a profesionales que se “coman” la cancha durante los 90 minutos, que en lo posible conozcan el tópico de enfermería sólo para los exámenes médicos, y jueguen la mayor parte del año.
El arco, la buena noticia es que observando los equipos peruanos notamos que son pocas las instituciones que importan porteros. Ya no vivimos ese déficit de guardavallas que teníamos hasta hace unos años. En un rápido conteo sólo Alianza Atlético de Sullana, Melgar y Real Garcilaso tienen extranjeros en este puesto. Eso explica que un arquero correcto como Manuel Heredia no chape club, las lesiones le pasaron factura. Johnny Vegas y Juan Flores son obstinados para retirarse.
La defensa, usemos línea de tres (como tanto intentan los técnicos en el Perú, siempre con malos resultados) con Wenceslao Fernández, Luis Guadalupe y John Galliquio. Los tres pasan de la barrera de los 35 años, “Cuto” incluso ya está en base 4. Es triste, pero Guadalupe y Fernández hace rato fulbitean en segunda, mientras Galliquio es un jugador que nunca supo ser más que en Universitario de Deportes (salvo en sus primeros meses en Racing de Argentina), un jugador debe ser parejo en todas las canchas y equipos.
Hasta hace poco este mediocampo podría haber ilusionado a cualquiera: Carlos Fernández, Rainer Torres, Miguel Ángel Torres, Joazinho Arroé y Michael Guevara. Recuperación y fútbol, lo que se le pide a cualquier volante. El mayor es Rainer con 36 años (aunque su aporte se ha desgastado, la jugada del gol de la final en el Melgar-Cristal no sustenta un año de contrato). Arroé apenas suma 23 años, fue figura hace unos años en Alianza Lima, en el Sporting Cristal que lo formó se la pasó lesionado los últimos tiempos. Guevara fuera de fútbol (con Guadalupe entrenaron sin éxito en la “U”), Carlos Fernández se lesiona y ya no encuentra quien le aguante prolongadas recuperaciones, Miguel Ángel salió de Ate y no fue ni la sombra de lo que aportaba con la “crema”.
Dos delanteros que fueron goleadores, comparten el mismo apodo, aunque a uno lo identifican con el diminutivo: Piero Alva y Wilmer Aguirre. Su crisis es la actual falta de gol, al atacante se le exige ese aporte, y ellos se pueden pasar una temporada anotando uno que otro tantito. No es suficiente. A esperar el inicio de la Copa Perú o de la Segunda División, no hay de otra.
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