Era la primera semana de mayo de 1981 cuando retornamos a Lima con el seleccionado peruano luego de una gira exitosa por Nueva York, Europa y África tras clasificar para el Mundial de 1982 a costa de uruguayos (1-2 y 0-0) y colombianos (1-1 y 2-0). En la Redacción del diario “El Comercio” entre mis colegas la pregunta que más les escuché decirme fue en qué puesto de vanguardia podríamos quedar al final el torneo ecuménico que organizaba España en el deporte que lo practican con sus amistades Antonio Banderas de centrodelantero y Rafael Nadal de mediocampista.
Todo ello porque le habíamos ganado a la Francia de Michel Platini (1-0), Hungría (2-1), Combinado Inter-Milan (2-0), Fiorentina (1-0), empates con Argelia y Deportivo La Coruña (ambos 1-1) y derrotas con Seraing de Bélgica (1-2) y la goleada con Cosmos (1-5) al inicio de la gira. Si a ello le sumábamos los 28 partidos internacionales jugados en Lima, Arequipa y Medellín antes de la clasificación que arrojaron 15 victorias, 8 empates y 5 derrotas, entonces el optimismo en la selección estaba al tope. Ni qué decir en todo el país futbolístico.
Recuerdo que a la mayoría les dije: “Del tercer puesto no bajamos. Esta selección ha demostrado no sólo una contundencia en todas sus líneas sino de una regularidad en su fútbol donde los amagues de Uribe, los toques de Cueto, la marca de Velásquez, la firmeza de su defensa con Héctor (Chumpitaz) como capitán, la seguridad de Ramón (Quiroga) más dos extremos que suman velocidad, desborde y gol en ‘Jerry’ (Barbadillo) y Juan Carlos (Oblitas) es para llenarnos de esperanza de que esta vez avanzaremos más que lo que hicimos en México 70 y Argentina 78 (cuartos finalistas)”.
Y hasta para mis adentros pensé que no sólo éramos invencibles sino que podríamos ser inmortales. Iluso yo porque en la primera fase ante Camerún e Italia empatamos 0-0 y 1-1 y contra Polonia acabamos 1-5 y nos fuimos muy rápido eliminados. Igual como sucedió con Ricardo Gareca en el Mundial de Rusia. Fue recordando este episodio de España 82 y de las esperanzas de triunfo y posiciones de vanguardia que no fueron que el colega Horacio Zimmermann me alcanzó ayer un columna del diario “El País” de Colombia de ese año qué precisamente trata de cómo Colombia tras el 0-5 que le propinó a la Argentina de Alfio Basile en el Monumental de River la tarde del 5/9/1993 ue hizo sentir a todo los colombianos como ya campeones del Mundial de EEUU 94. Esta es la columna:
“Después del tercer gol de Colombia frente a Argentina que terminó 5-0, Hernán Darío Gómez le dijo a Francisco Maturana: “Pacho, nos jodimos… Ahora nos van a exigir el título en el Mundial y nosotros todavía no tenemos esa historia”. ‘El Bolillo’, asistente de Maturana, aunque se alegró más por la clasificación que por la goleada, se puso a pensar en lo que se vendría y aguó su fiesta. Aquí su relato: “Viajamos convencidos de hacer un buen trabajo. A nuestro arribo a Buenos Aires vi la agresividad de los hinchas argentinos, pero a la vez el orden y el apoyo de la Policía. Del aeropuerto al hotel me sentí contento, porque todo eso nos llevaba a pensar que éramos muy importantes. Ellos buscaban otras armas para mermar a un equipo que venía jugando muy bien. Yo pensaba, si lo que estoy sintiendo yo lo sienten los jugadores, este partido lo vamos a sacar adelante y vamos a ir al Mundial. Los directivos de la Federación nos hospedaron en el mejor hotel, nos trataron a lo grande. Eso iba aumentando en la cabeza de nosotros la seguridad y la confianza. Llegando al estadio nos llenamos de fuerza y en vez de achicarnos con los insultos, nos agrandamos y sentimos que éramos favoritos. Luego salí a la cancha vi a Faustino Asprilla hablando por teléfono, como si nada. Y la gente chiflando, ya había acumulado experiencia en Europa. Dimos una vuelta en medio de silbatinas. Luego salieron los equipos y ‘Barrabás’ nos dijo a Pacho y a mí: están ‘cagaos’ (los argentinos) y, aparte, no tienen más experiencia que nosotros. Me puse a revisar nóminas y entendí que teníamos trabajo acumulado para ganar. Durante el partido creo que iban a expulsar a Simeone y ‘Barrabás’ le dijo al árbitro: ‘No lo vas a echar, pues después van a decir que les ganamos porque tenían 10’. El 1-0 me parecía normal. Colombia esperó y atacó en velocidad; Óscar Córdoba era figura. Los desesperamos y nosotros, ordenados y corticos. Vino el 2-0, pero en el 3-0 me empecé a sentir maluco. No era como ahora que todo el mundo rodea, a Pacho y a mí nos tocó guerrear con mucha gente, se hablaba de rosca paisa y muchas cosas. Adelantándome un poquito, supe que los detractores iban a empezar a decir que este equipo era para quedar campeón del mundo. Con el cuarto y el quinto, le señalé a Pacho: nos jodimos… Antes de terminar el juego entré al camerino. Nadie me vio celebrando, estaba inquieto. Ganar 5-0 no le hace daño a nadie; lo que afecta es la forma como lo empiezan a mirar para el futuro. Y así fue, nos echaron esa obligación y esa responsabilidad. Me acuerdo que cuando íbamos a jugar el primer partido en Estados Unidos ante Rumania, con Andrés Escobar y todos los muchachos, abrazados, teníamos las manos frías por ese compromiso que nos dieron. Eso fue lo que a la hora del té dañó un poquito ese triunfo”.