Ese soy yo

 

Parece que en algún momento de la vida, “alguien”,-por lo general, un médico- le informa a uno, o a los parientes, de la certeza inapelable de ese momento crucial, que podría calificarse, ya, hablando en serio, como “el principio del fin”, para decirlo en lenguaje de cine barrial, que es algo así como “el romance de los pobres”. Oiga usted, para que se entere.

En mi caso, el a veces temido anuncio, estuvo a cargo de una geriatra madurona, que pareció sorprenderse por la edad de mi acompañante, a quien, dicho sea de paso, atarantó a preguntiches, a veces bordeando el filo de la alcoba.

Y luego del ejercicio gimnástico- nemotécnico requerido por el examen, la doctora, proclamó, pues, que este profe del esquive picaresco y el vivir a fondo, no está enfermo de nada extraño, aunque tampoco parece ser curable. Los dolorcillos de testa, esos insomnios recargados y los esfuerzos exigidos por espalda y rodillas, ante cualquier intento de incorporación, no son síntomas, de nada diagnosticable, sino más bien pre-anuncios, de un antiquísimo aluvión, que siendo tan irremediable, como en efecto es, no permite calificar al interfecto, como no apto para la chamba, como ya yo me imaginaba, luego de asombrarme con el atrevimiento de la nonagenaria exricotona.

Gina Lollobrígida, que acaba de lanzarse a la búsqueda de una curul senatorial, para que sufran los bachiches al aguaitar que todavía sopla, como se dice en criollo, aunque para decirlo a la firme, no sé cómo irá a intentarlo la tía que según el almanaque no está ya para tales trotes.

En mi caso-estrellones aparte- lo único que me atormenta es ese antiguo y temido monstruo llamado “vejez”, cuya llegada es algo así como el descortés anuncio de que se acabó la fiesta, con todo y cortes comerciales, como dicen por la tele para enmascarar sus mermeladas empresariales más los fonazos del “Doc”, exigiendo que TEVEmpresarios, ejecuten ciertas cobardonas “vengancitas”, poniéndonos en “la lleca”, como bien sabe quien esto escribe.

A mí, la vejez, o el desembarco, ni me van ni me vienen, como decían los habitantes de los viejos llonjas en cuyos surtidos terrenos transcurrió mi “panconpleito” juvenil, en su primer y segundo capítulo. Sencillamente, la eminente geriatra, se niega a concederme el título de “discapacitado”, en tanto me regala al canje, la impactante certeza de mi “tercera edad”, que me mata de la risa, cuando termino de hacer mi semanal ”juego de guantes”, con muchachones que se asoman a la trompada deportiva con ansiedad de peligroso pecado, no muy venial que se diga. Aquí debo intercalar, destacando las sonrisas picaronas de mi acompañante, ante ciertas “preguntillas” de la Dra. acerca de mis fines de siesta, cuando se acerca la hora de “soñar con los angelitos”. Y nada pues. Yo canto, bailo y gozo, como en mis más ricos tiempos y a veces, visito mis viejos barrios, para que los nuevos bohemios y “las chibolas del atardecer”, vean y sientan que todavía estoy en “algodón”.

En cuanto a los “socios en la sombra”, del tenebroso “Doc”, que podría calificarse como “Premio Nobel de la Delincuencia”, por su variada y “exitosa práctica de toda clase desamarres, enjuagues” y concretos crímenes, que si fuéramos un “estado en serio”, merecerían justificadamente “algo más” que la “cadena perpetua” y aquí hasta ahora-dicho “cliente preferencial”- se luce, premiando con un cómodo alojamiento con vista al mar y televisión a la orden.

Bueno, pero con perdón por la falta de higiene, debo confesar que yo suelo creer en el “Sincro-Destino”, que-entre otros esoteristas-proclama el Dr. Deepak Chopra, a quien tuve el honor de entrevistar en New York hace algunos años. Y haciendo un inventario de mi curriculum, parece que después de lo vivido-y gozado-, que no es “poki kancha”, queda pendiente para este pecho- un “fin de fiesta” de esos que sacan roncha. Y entonces pues, echo al saco el diagnóstico de la respetable profesional, y como “cierre del ´programa”, me voy a dar el gustazo de propinarle un rico regalazo,- con brindis a todos los que soñaron matarme de hambre- al tan mentado (de madre, sobre todo), después de lo cual, me despediré de la afición con un “brindis de noche, en mi copa de mañana”. Y me iré soñando en los nuevos bohemios a los que “entrego mi pendón, para que lo conserven y siempre hagan flamear, celosos de su barrio y de su bacilón”. Y ojo: yo, casi siempre cumplo lo que prometo. Y esta vez emprenderé un reportaje exclusivo al más allá, cuando me toque. Al “Doc”, ya no volveré a sufrirlo, pues él se va de mitra a “Las Cavernas de Pablo Gotero”, donde lo recibirán en fiesta sus dos cómplices principales- Es decir: “Ponja-Rata” y su hijita, -“blasfema de madre”- que desde las sombras, sigue manejando nuestro show politicoso – vulgo desbarajuste político-, que alentado por “Aldito Fulerón” y otros pretendidos “poli-cuentólogos”, se pegan la gran vida a costas del sufrimiento de varios millones de peruanos.

Decía un viejo filósofo- de los firmes: “Hasta los astros, en el espacio, giran para que –oportunamente- se haga la justicia de Dios”.

¡Salud por esta rica nota!

 

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