Estrés y protesta

 

Se define el estrés como la reacción fisiológica del organismo en que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.

Es una respuesta natural, necesaria para la supervivencia. La exposición a situaciones de estrés no conlleva efectos necesariamente negativos.

Solo cuando la respuesta es excesivamente intensa, frecuente o duradera pueden producirse alteraciones en el organismo. Tal exceso puede provocar trastornos coronarios, respiratorios, inmunológicos, sexuales, endocrinos, metabólicos, gastrointestinales, dermatológicos, sensoriales, musculares, etc.

Los factores que facilitan el estrés pueden ser externos, tales como problemas económicos, familiares, laborales, pérdida de un ser querido, una enfermedad, etc. Y pueden ser  internos, como un dolor emotivo intenso, sentimientos de inferioridad, sentimientos de culpa, fracasos,  temores, miedos, etc.

Son reacciones relacionadas con el estrés las “pataletas” de los niños, las protestas violentas de algunos adolescentes, la negativa de algún anciano a tomar medicinas, las situaciones de ofuscamiento y “cabezonería”, el querer quedar bien a toda costa, etc., etc.

Es normal la reacción general del organismo ante una noxa que le agrede. La fiebre en numerosos casos puede ser una manifestación corporal ante la agresión: por eso, la fiebre es signo y síntoma,  no es en sí una enfermedad

Se habla de tres fases sucesivas de adaptación del organismo, descritas por Hans Selye en 1936, a las que llamó síndrome general de adaptación:

Fase de reacción de alarma: Ante un estímulo estresante, el organismo reacciona automáticamente preparándose para la respuesta, tanto para luchar como para escapar del estímulo. Se dan, entre otros, síntomas tales como sudoración, sequedad de boca, taquicardia, pupilas dilatadas, aumento de frecuencia respiratoria, aumento de la presión arterial, tensión muscular, etc. Es una fase de corta duración.

Fase de resistencia: Aparece cuando el organismo no tiene tiempo de recuperarse y continúa reaccionando para hacer frente a la situación.

Fase de agotamiento: Como la energía de adaptación es limitada, si el estrés continúa o adquiere más intensidad, el organismo puede entrar en una fase de agotamiento, con las consiguientes alteraciones psicosomáticas.

Hay que tener en cuenta que no es lo mismo estrés que ansiedad. Son términos que frecuentemente se confunden. La ansiedad es una situación más psicológica que propiamente orgánica.

Otro tipo de reacción, de otra categoría, es la de tipo social, como puede ser una protesta colectiva, una manifestación, en que el tejido social (o al menos una buena parte de él), se queja de injusticias, arbitrariedades, carencias, etc.

El propósito de la manifestación es querer mostrar que una parte significativa de la población está a favor o en contra de una determinada política, persona, ley, etc. Por eso, suele ser considerado mayor su éxito cuanta más gente participa en ella.

Son célebres las protestas de los años 60 del pasado siglo, coincidentes con la caída del comunismo en los países del este europeo. Era la época de los Beatles, de las algaradas estudiantiles, de la invasión de Europa por las drogas, del debilitamiento de los regímenes totalitarios, del relativismo como filosofía y forma de vida, relativismo que de alguna forma persiste en el alma social de la Europa del siglo XXI Benedicto XVI, consciente del problema, alertó en su día sobre la peligrosidad de esta actitud.

Consecuencia del relativismo es confundir el bien con el mal.

José Luis Velayos

 

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