Expresidente peruano Vizcarra, una figura marchita tras un año de su salida

 

Carla Samon Ros/ EFE

Tal día como hoy hace un año, el Congreso de Perú votó abrumadoramente para destituir al presidente Martín Vizcarra (2018-2020), en un proceso constitucional controvertido que fue el preludio de la decadencia de quien ha sido, hasta la fecha, el mandatario más popular de este siglo en el país.

Aquel 9 de noviembre, en una sesión histórica y sorpresiva, y a sólo cinco meses de las elecciones generales, el hemiciclo peruano destituyó por «incapacidad moral permanente» al expresidente e impuso en su lugar al titular del Parlamento Manuel Merino, en un «giro de guión» que desató la mayor ola de protestas ciudadanas en los últimos 20 años en Perú, que dejó dos muertos y cientos de heridos.

«Lo que llama más la atención es cómo se desvanece muy rápidamente la figura de Martín Vizcarra. Hay una gran movilización popular, pero su figura se deteriora y tampoco la ciudadanía que se movilizó termina decantando un movimiento ciudadano-político-partidario», señaló a Efe el politólogo Mauricio Zavaleta.

Pero esfumarse de la escena política no parece aún una opción para el exmandatario, quien a pesar de las acusaciones de corrupción en su contra, su implicación en el escándalo del «Vacunagate» y la inhabilitación que pesa sobre él para ejercer cargos públicos, acaba de presentar un nuevo partido que buscará su inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE).

SEGUNDO INTENTO DE VACANCIA

En medio del fragor de la emergencia sanitaria de la covid-19, la destitución de Vizcarra nació de unas declaraciones de aspirantes a colaboradores eficaces de la Fiscalía (delación premiada) que acusaron al mandatario de haber recibido sobornos cuando era gobernador de la sureña provincia de Moquegua entre 2011 y 2014.

Las acusaciones, que hasta el día de hoy no han sido corroboradas y que Vizcarra siempre negó, fueron el argumento del Parlamento, en donde el entonces presidente no contaba con un solo apoyo, para proceder a marchas forzadas con su destitución .

Apenas dos meses antes Vizcarra ya había sobrevivido un intento de «vacancia» motivado por los supuestos intentos del mandatario para ocultar la contratación irregular del cantante Richard «Swing» Cisneros para asesorías al Ministerio de Cultura sin estar capacitado para ello.

Al Congreso no le importó la zozobra política y social que sus pasos iban a causar, ni el hecho de que las acusaciones aún fueran preliminares, ni la inminencia de las elecciones generales ni el embate de la covid-19.

En ese contexto, en la retina de muchos ciudadanos, la decisión del enormemente impopular Congreso y la consecuente toma de poder de Merino fue percibido como un ataque a la democracia, en un momento en el que Vizcarra gozaba de una aprobación del 77 %, un registro récord en la vida política peruana.

Según Zavaleta, esa buena fama del exmandatario se explica, sobre todo, por su rápida respuesta a la pandemia de la covid-19.

También, y fundamentalmente, a la decisión que tomó en septiembre de 2019 de disolver constitucionalmente el Congreso, denostado por la población, y convocar unas elecciones legislativas extraordinarias en 2020, que conformaron el nuevo Parlamento que lo terminó destituyendo.

EL MÁS VOTADO SIN ESCAÑO

Apenas quince días después de la vacancia, Vizcarra anunció su candidatura para el Congreso como cabeza de lista del partido de centro Somos Perú en las elecciones generales del pasado 11 de abril.

En aquella votación, el exmandatario resultó el candidato más votado, con poco más de 200.000 sufragios, aunque «si lo comparamos con los congresistas más votados en años anteriores, que ninguna de ellos fue expresidente, sacó muchos menos votos», precisó Zavaleta.

Este resultado se explica por el «Vacunagate», un escándalo que destruyó la imagen de Vizcarra incluso entre quienes más lo habían defendido.

Cuando era presidente, Vizcarra y otras 486 personas entre las que se encontraba su mujer y su hermano, así como otros altos funcionarios recibieron vacunas de forma irregular y secreta por fuera del ensayo clínico que el laboratorio chino Sinopharm hizo en el país.

De hecho, fue él mismo quien se enfangó y desató la crisis al revelar que había recibido la vacuna en octubre como voluntario de los ensayos clínicos, pero la Universidad Cayetano Heredia, que llevaba esos estudios, negó que figurase en los padrones de voluntarios.

Como decenas de miles de muertos en el país a causa de la covid-19, que Vizcarra usara su situación de privilegio para vacunarse y vacunar a sus allegados, hizo pronto que gran parte de sus aliados abandonaran al exmandatario.

Poco después, el Congreso votó inhabilitar políticamente a Vizcarra, que así no pudo asumir su puesto en el Congreso, lo que a su vez le hubiera otorgado inmunidad legal, ante la ristra de investigaciones fiscales que se siguen en su contra.

Mientras busca que el Poder Judicial lo habilite para asumir su escaño, el expresidente se embarcó ahora en la creación de una nueva agrupación política, Perú Primero, cuyo nacimiento se oficializó este lunes en una ceremonia a puerta cerrada.

Vizcarra liderará ese nuevo partido, que está en trámites para lograr inscripción ante el órgano supremo electoral del país.

EFE

 

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