Falta un nueve en el seleccionado nacional de fútbol. Gareca se muestra preocupado. No hay quien reemplace a Paolo Guerrero. Al menos con la eficiencia goleadora de este. Las pruebas tácticas realizadas con Jefferson Farfán no han dado los resultados esperados. Tampoco las que se hicieron con Raúl Ruíz Díaz. Yordy Reyna no está para este menester y los demás están en ese rubro de los “demás”. No califican.
Todo esto en víspera de la Copa América, Gareca, sin embargo, no se siente distante de la solución del problema. Tiene oficio y posiblemente debe estar pensando en cómo solucionar el problema, mediante nuevas tácticas. Los próximos amistosos se encargarán de resolver el secreto.
Pero quienes están más preocupados son los aficionados, esos miles que caminan con sus camisetas que llevan en el pecho los colores patrios y que, “chela va” y “chela viene”, entonan a todo pecho ese hermoso estribillo que dice “cómo no te voy a querer”. Con ellos marchan juntos los comentaristas de los medios de comunicación, que inclusive se animan a dar recetas al técnico de la selección, cuando no presentarlo como sujeto devaluado. La subjetividad les gana y les falta palabras para facilitar el morbo de la afición.
A estas alturas queda el recuerdo. Todavía sobreviven y aunque muy avanzados en edad quienes vieron al genial Alejandro Villanueva. Ese rímense que dio sus primeros pasos comoguardapiolas y terminó haciendo lo increíble en la delantera memorable de Alianza Lima. Cuentan esos veteranos que el once victoriano jugaba al ritmo del maestro Alejandro y los goles venían por orden o inspiración de este. En la galería de los memoriosos no puede estar ausente ese grande que se llamó Teodoro Fernández Meyzán. Cañetano de la hacienda Hualcará y a quien todo el mundo conoció como el gran “Lolo”. Era dueño de una formidable potencia que aseguraba el victorioso gol. Son muchas las páginas que se han escrito sobre el delantero de Universitario de Deportes, inclusive increíbles leyendas, que dan cuenta sobre cómo cada punta pie suyo podía romper las redes sino hasta el travesaño del arco rival.
Con el paso del tiempo las tribunas han sabido explotar de emoción con otros genios del fútbol nacional. Pero entre los grandes, grandes, habría que mencionar a Valeriano López Mendiola, tremendo cabeceador quien se permitía adelantar al arquero rival, por donde iba a colocar la de cuero. Luis Suarez, el entonces guardavallas del Deportivo Municipal, seguramente lo puede evocar con mayor detalle. Se ponía pálido al respecto. Cómo sería la cosa que terminó siendo médico especializado en enfermedades nerviosas.
Claro que después en el viejo estadio nacional a otros portentosos de buen pie para meter goles. Emilio Salinas, conocido como el “feo Salinas” tenía un shot increíble. Tan cercano al del inolvidable Lolo Fernández. En la lista de estas evocaciones podríamos citar a Jorge Alcalde Millos, el enorme “Campolo”, una maravilla de técnica exquisita, pero también goleadora. Hizo de las suyas en el Sport Boys, desde muy joven. De ahí enrumbo a Argentina y Uruguay, países donde dejó el grato recuerdo de un verdadero crack. Avanzado en edad llegó a vestir la camiseta crema de Universitario, pero con la misma calidad que se le reconocía.
¿Falta un nueve? Gareca tiene parte de responsabilidad, pero no toda. En el fútbol peruano hay mucho por hacer en el proceso de descubrimiento y formación de los nuevos ídolos. ¿Qué, Guerrero seguirá el mismo camino de Claudio Pizarro? Claro que sí. Los años no pasan en vano, ni tampoco las lesiones. Ahora solamente nos queda la voz de la esperanza.