Tras su gloriosa entrada a la ciudad amurallada de Jerusalèn, Jesús fue el blanco del ataque de la clase sacerdotal y las familias hebreas ricas que lo catalogaron como subversivo por defender a los pobres y demandar la justicia social, temerosos de perder el poder que ostentaban bajo el Imperio de Roma.
El Nazareno no solo había desafiado a los doctores de la Ley sino que expulsó a los mercaderes que atiborraban las afueras del templo y, además, señalaba que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de los cielos.
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Los fariseos
El mosaico político judìo era encabezado por los fariseos que se autoproclamaban intérpretes de las leyes religiosas y, con ese poder, presionaban a los romanos mientras se golpeaban el pecho ante sus seguidores y presionaban a las autoridades.
El grupo atribuía su inicio al período de la cautividad babilónica (587 a. C.-536 a. C.) y se definieron como partido durante la revuelta de los macabeos contra los invasores seléucidas (167 a. C.-165 a. C.).
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A diferencia de los saduceos, sus principales rivales, los fariseos tomaron el control del judaísmo «oficial», y transformaron el culto con su más alto representante del judaísmo, el Sumo Sacerdote.
Creían en la obligación de obedecer su tradición interpretativa referida a obligaciones religiosas como las oraciones, los ritos de adoración, etc.
Estaban dispuestos a obtener influencia política en la vida de Israel. Quizá contaron ya con cierto peso antes de Herodes, pero después de ese reinado perdieron influencia.
El pasaje del evangelio en que los fariseos se «rasgaban las vestiduras» delante de las palabras de Jesús (costumbre antigua en señal de duelo o de ultraje público), ha hecho que la frase sea muy popular en algunos países cristianos, para expresar la indignación -fingida- de alguien delante de un hecho determinado, desaprobándolo.
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En muchos pasajes del nuevo testamento los fariseos aparecen como unos sectarios, defensores de la ley mosaica. Hasta se da el caso que, son expulsados del Templo de Jerusalén por Jesús tras corromper el templo de Jerusalén
Los saduceos
Los saduceos eran, en su mayoría, familias de comerciantes ricos y se ubica su génesis como un partido político en el siglo II a. C. que desaparece en algún momento después del siglo I a. C., mientras sobrevivìan sus rivales.
Flavio Josefo escribió que se trataba de un grupo belicoso, cuyos seguidores eran ricos y poderosos, y que les consideraba groseros en sus interacciones sociales.
El comercio del más alto cargo religioso tuvo como corolario la sustitución de las costumbres judías por las griegas, la imposición del culto a los dioses griegos y la persecución de los judíos que seguían fieles a la Ley.
El sacerdote Matatías, con su hijo Judas Macabeo y sus demás hijos desencadenaron una rebelión guerrillera, que finalmente logró en diciembre de 164 a. C y las diferencias religiosas entre los dos grupos se plasmaron en choques políticos que se agudizaron durante el reinado de los dos hijos de Juan Hircano, Aristóbulo I (104-103 a. C.), quien encarceló a su propia madre y la dejó morir de hambre en prisión, y Alejandro Janeo quien hizo crucificar a 3.000 fariseos que se habían rebelado.
Gracias a las gestiones de su canciller, el idumeo Antípatro, Hircano II logró el apoyo del general romano Pompeyo, quien tomó Jerusalén en 63 a. C. y lo reinstaló como Sumo Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma, mientras Antípatro ejercía de hecho como gobernante de Judea.
Se separaron de la Ley y vivieron en gran lujo, utilizando muchas vasijas de plata y oro en sus banquetes; y fundaron escuelas que declaraban el disfrute de esta vida como la meta del hombre, compadeciéndose al mismo tiempo a los fariseos por su privación amarga en este mundo sin ninguna esperanza en otro mundo para compensarlos.
Los saduceos eran los miembros de la clase alta de la sociedad judía de esa época, por lo que todos los conquistadores buscaron su apoyo para poder someter al pueblo.
Esta era efectivamente la política de este grupo, es decir, eran los colaboracionistas que se sometían al poder extranjero para tener los cargos públicos más importantes; el sumo sacerdote era miembro de este grupo, así como la aristocracia y los principales propietarios de tierras.
Los zelotes
Los extremistas conocidos como zelotes o zelotas constituyeron un movimiento subversivo fundado en el siglo I por Judas el Galileo poco después de nacer Jesús. Su nombre se refiere al celo por Jehová guardado por sus miembros.
Los zelotes fueron la facción más violenta del judaísmo de su época, enfrentándose frecuentemente a los fariseos y saduceos, a quienes acusaban de tener «celo por el dinero» y el vocablo ha pasado a ser sinónimo en varios idiomas de intransigencia o radicalismo militante.
Algunos historiadores los consideran como uno de los primeros grupos terroristas de la historia ya que utilizaban el asesinato de civiles que a su entender colaboraban con el gobierno romano, para disuadir a otros de hacer lo mismo. Dentro del movimiento zelota, una facción radicalizada conocida como los sicarios, se distinguió por su particular virulencia y sectarismo.
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Su objetivo era una Judea independiente del Imperio romano mediante la lucha armada tal y como sucedió en la Gran Revuelta Judía del 66-73 durante la cual controlaron Jerusalén hasta que la ciudad fue tomada por los romanos, que destruyeron el Templo, y tres años más tarde ocuparon la fortaleza de Masada, el último refugio zelote, tras el suicidio de sus defensores.
Los esenios
Este movimiento judío se estableció probablemente desde mediados del siglo II a. C., tras la revuelta macabea y cuya existencia hasta el siglo I está documentada por distintas fuentes.
Algunos estudiosos señalan que los esenios eran un grupo de ascetas que vivían aislados en comunidades separadas.
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Tras la revuelta macabea (166-159 a. C.), que habían apoyado pero cuyos resultados finales no compartieron, se retiraron al desierto para «preparar el camino del Señor», bajo el mando de un nuevo líder, el Maestro de Justicia.
Si alguien deseaba ser miembro de la comunidad (yahad) debía ser instruido, aceptado y luego pasar dos años de prueba para ingresar definitivamente. A los que hacían el juramento y entraban en la comunidad se les exigía una vida entera de estudio de la Ley, humildad y disciplina.
Sus bienes pasaban a ser parte de toda la comunidad y, al igual que los frutos del trabajo personal, se distribuían según las necesidades de cada uno, dejando una parte para auxiliar a pobres, viudas, huérfanos, mujeres solteras de edad, desempleados, forasteros y esclavos fugitivos que, sin ser integrantes de la comunidad, requirieran ayuda.
Se imponía también la observancia de un estricto código de disciplina, cuya base era la corrección fraterna mutua.5 Por lo general, las mujeres no eran aceptadas dentro de la comunidad, y los hombres practicaban el celibato toda su vida.
Sus seguidores marcharon a Qumrán, sitio que los integrantes de la comunidad llamaron Damasco. La arqueología muestra que la ocupación de Qumrán fue intensa del 103 al 76 a. C., durante los reinados de Aristóbulo I y Alejandro Janeo, quienes persiguieron cruelmente a sus opositores.
En el siglo I en Jerusalén había un barrio esenio. Muchos esenios ―unos 4000, según Flavio Josefo―, vivían en las ciudades, de una forma particular, pacifista, en comunidad de bienes, manifestando su doctrina.
La comunidad de Qumrán se autosostenía con los trabajos agrícolas. En las ruinas es notable el número de depósitos de agua. Estos eran imprescindibles para las necesidades físicas de la comunidad en medio del desierto, pero también desempeñaban una parte importante de su ritual, que incluía numerosos lavados. Se ha especulado con que Jesús de Nazaret y Juan el Bautista tenían relación con ellos o incluso pertenecían al credo:
Conspiraciones al por mayor
La acogida de Jerusalén a Jesús despertó el odio de los ricos saduceos, los fariseos que se ufanaban de su extremismo religioso y de los subversivos zelotes que lo rechazaban por no levantar su espada contra el Imperio de Roma.
Los fanáticos de estos grupos dispares conspiraron contra el Nazareno con toda clase de infamias, incluso como subversivo contra los invasores romanos es decir terrorista, una vieja práctica que utilizan los conspiradores de todo pelaje.
Por lo que, cualquier semejanza NO es una simple coincidencia.