Es más que preocupante. En los foros y en los medio de comunicación social se discute con insistencia el tema de la crisis política, económica y, en consecuencia, social. Se habla tanto que se ha convertido en un asunto obligado, debatido e interpretado. Entre tanto, el gobierno transitorio, conocido como «Gobierno Boluarte», se limita a repartir algunas ayudas humanitarias a quienes más necesitan. Esto está bien. Pero en lo referido al problema de fondo, peca de talento político y jurídico para encaminar los pasos de la administración estatal por rutas correctas- Y en cuanto al Congreso, el primer poder del Estado, sigue adormecido y, simplemente, da algunos aletazos desesperados para quedarse en los asientos parlamentarios, tratando de desconocer que un abrumador 94 por ciento del electorado, que le dio el mandato, les pide ahora que vuelvan a sus lugares de origen. Cambio, renovación con ciudadanos que hagan las cosas mejor, es la demanda popular.
Tal el panorama de estas semanas. Y creo, por tanto, que hay necesidad de una lectura global sobre la crisis. Se trata de una necesidad previa y fundamental que invita a realizar una lectura de fondo, un diagnóstico lo más ajustado posible de toda la problemática, de su naturaleza y raíces, de su profundidad y de sus alcances, por todo el conjunto ciudadano. Por supuesto, en condiciones propositivas, no exenta de proactiva. Esto último, si en actitud madura y responsable, desea desarrollar su protagonismo propio y determinante, y estar en capacidad de elaborar y realizar propuestas de solución y superación de la crisis en el corto, mediano y largo plazo. Es urgente que se produzca este cambio en la conducta política de la ciudadanía. Solamente así, se podrá abrir camino a un nuevo proyecto político, que tenga dimensión histórica. Personas y organizaciones existen a lo largo y ancho del territorio nacional. A ellas me estoy refiriendo. Es otra forma de mostrar preocupación por salvar al país. No es suficiente la protesta pública. Es lo que creo, es lo que pienso.