La diferencia entre encuentro e ideología

 

Observamos en la sociedad que las relaciones entre las personas son principalmente por ideologías o por una vida mecánica sin reflexión. Estas relaciones están determinadas por factores externas a las personas. Sin embargo, no se puede definir la persona por ideas, proyectos o ideologías porque la persona es un fin en sí mismo.

En el caso de las ideologías, la persona se preocupa para promover el proyecto, sea la lucha de clases para lograr instalar un gobierno que controla la vida económica, social y cultural, sea la promoción del mercado, producción, venta y compra con los mismos fines de la otra ideología. Ralf Dahrendorf, sociólogo, liberal, considera que la actual ideología de élites de la sociedad tecnócrata es igual a la ideología totalitaria del partido comunista. La visión matreialista de las ideologías coinciden en la promoción de la ideología de género. El poder de las ideologías quiere una sociedad de “igualdad”en el sentido que nadie piensa por sí mismo. Se cree, aunque no hay pruebas científicas, que no hay diferencia entre el varón y la mujer y que la familia es democrática. La intención es eliminar el poder de la religión y de la familia. El Estado se encarga de la “educación” de los hijos. Como en la época de Stalin, cuando terminan el colegio, los jóvenes han aprendido que todo lo deben a las “buenas” autoridades políticas.

Solo, por el fracaso de la economía, surgen los cuestionamientos en las ideologías. Los partidos dan una formación a sus partidarios para que conozcan bien la ideología, pero no hay una formación de la persona en valores. Lo podemos comprobar: guerras, trata de personas, extorsion, narcotráfico, amenaza del fin de la humanidad por el problema climatológico, violación de mujeres y la mayoría son menores de edad, feminicidios, etc. Ningún “buen” gobierno lo resuelve. ¿Qué futuro nos espera con una juventud que solo recibe una formación científica-tecnológica? Los ideólogos se unen por intereses, pero nunca son amigos. Hay una interdepencia entre las personas y entre los pueblos y ésta cambia de acuerdo a los intereses del momento. Los grandes poderes se necesitan mutuamente para vender y comprar, pero desconfían entre ellos. Como dice Francisco: “Las ideologias piensan para el pueblo, pero no dejan pensar al pueblo. Siempre terminan en dictaduras.” Las ideologías no tienen un mensaje para las relaciones de valores entre las personas y los países porque no realizan un encuentro. Pablo VI dijo con gran acierto: “el problema del mundo no es material, sino ético.”

¿Qué es un encuentro?

Para crecer, el ser humano debe vivir una experiencia. La experiencia es el método fundamental para su desarrollo. Pedro dijo a Jesús: ¿Señor, a quien iremos? Tu solo tienes palabras de vida eterna.” Cristo invita a una vida diferente, una vida donde unos aman a los otros. Por medio del encuentro nos relacionamos con otras personas que nos impresionan. Ellas llaman a una vida nueva. Te sientes atraído, por el corazón, a la belleza y a la verdad que encuentran en ellas. La persona ya no es un átomo perdido en el universo, sino cada uno recibe un dignidad divino porque Dios nos ha creado. El cambio del mundo empieza con los más cercanos. Somos llamados a ser ejemplo entre nosotros. Es la experiencia de vivir la Iglesia, en el lugar donde estamos: casa, parroquia, escuela, universidad, empresa, barrio, oficio. La comunidad es el conjunto de personas que reconocen a Cristo. Cristo no es una imagen, sino el ejemplo a seguir, el camino y la meta como destino. Sin embargo, no hay encuentro sin trabajar la fuerte relación de amigos, de persona a persona. La identificación no es con algunos gestos, sino con un actitud para hacer siempre el bien en cualquier circumtancia. El encuentro es pertenencia. En el caso contrario, la fe se limita a la práctica de algunas formas religiosas. No hay experiencia cristiana sin encuentro con una comunidad de cristianos. La experiencia con otros cristianos es la verdadera experiencia. Crece la convicción y podemos verificarlo en la convivencia con los demás. Hay una conciencia del sentido de la realidad cristiana y nuestra persona. Solo lo sienten los que se comprometen. El cristiano vive con los demás, pero reacciona de un modo distinto. El motivo que nos mueve, está en el fondo de nuestro ser, allá donde está el Otro. Se trata de una humanidad distinta, siempre ocurre algo nuevo porque la regla de la caridad es más fundamental que la igualdad. A través de la experiencia humana de la comunidad llega uno a ser capaz de más humanidad, de mejor justicia y de más generosidad, también fuera de la comunidad donde los pobres, enfermos y agobiados exigen de modo preferente nuestra dedicación. Debe haber siempre un punto de partida. No es nuestra opinión o nuestro proyecto sino son aquellos que Cristo pone a nuestro lado.

Todas las ideologías construyen sobre el escándalo, la violencia y la búsqueda de poder del dinero. Sin embargo, por el encuentro, nace una identidad de la persona por los valores que nacen en él en su relación con los demás. Ya no es el mismo ser humano. Es el ser humano cambiado por la experiencia de Cristo con los demás. Libertad, igualdad, pero también fraternidad. Leemos en Mateo, 6, 24 y 33: “Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero.”

 

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