Habitualmente se atribuye a Ricardo Palma el dicho que en el Perú “quien no tiene de Inga tiene de Mandinga”. Sin embargo el investigador Augusto Alcocer de la Universidad de San Marcos revela que quizás este dicho “empezó a gestarse en los albores del siglo XVII en que los nativos de la nación mandinga (pueblos sudaneses residentes en Gambia y ex Guinea francesa) eran enviados al ‘país de los ingas’”.
En todo caso este dicho al crisol de razas que se ha dado en el Perú a lo largo de su historia, con la mezcla de indios, negros, asiáticos y blancos. A pesar de este hecho concreto existen elevados índices de discriminación en nuestro país. Una reciente encuesta de GFK encuentra que el 22% de peruanos se ha sentido discriminado alguna vez por su color, religión, sexo o peso. El peso es el principal motivo percibido de discriminación, en especial entre las mujeres.
Hace dos años el Ministerio de Justicia presentó la Primera Encuesta Nacional sobre Derechos Humanos en la cual el 81% expresó que no se hace nada para evitar la discriminación. Un 69% consideró que los medios de comunicación, como la televisión, promueven la discriminación.
El estudio realizado en 2012 por el reconocido investigador Denis Sulmont demuestra que los blancos, indígenas y mestizos son considerados como los grupos con aportes positivos más importantes en la historia nacional. Pero los indígenas y los afrodescendientes aparecen como los que han tenido el rol positivo menos importante en nuestra historia. Esta percepción, según Sulmont ubica a estos grupos sociales en las escalas inferiores de la jerarquía social, subestimando su rol.
Y en el trato cotidiano la discriminación se observa claramente. Se dice con desprecio “Hablas como negro” o “se te salió el indio”.
Más de un centro de diversión ha sido multado por prácticas discriminatorias, que también se nota cuando se trata de parejas. A diferencia de Brasil donde nadie se interesa por las diferencias en el color de la piel, aquí suele verse como algo poco común que hace que una persona fije la atención exagerada cuando observa a una pareja con diferentes rasgos raciales.
Pero también pasa que el negro que asciende socialmente se blanquea y trata de despectivamente de negros a otros que inclusive tienen piel más clara y también que el cholo cholee a quienes considera “un cholo de menor nivel”.
No negamos que la discriminación existe en otros lugares. Un colega le preguntaba en New Jersey a la secretaria de una empresa en la que trabajaba que extrañaba a su país y le decía que por qué no retornaba. Ella respondía. “Es muy simple. Acá soy la señorita secretaria. Allá soy la jorobada del pueblo”.
Nos preguntamos ¿Qué importancia tiene el color de la piel o las deficiencias físicas?. Lo que vale es el ser humano en esencia ¿No les parece?