Jair Bolsonaro durante la campaña a las elecciones presidenciales en Brasil, en 2018. Foto: Congressoemfoco.uol.com
– ¿Cuál es el impacto de las noticias falsas sobre la calidad y estabilidad de una democracia? ¿De qué manera las noticias falsas pueden minar la confianza sobre el sistema político? ¿Cómo los actores políticos están usando las noticias falsas para difundir discursos de odio y dividir a nuestra sociedad? Más allá de esto, ¿Por qué esta realidad es tan importante para las democracias latinoamericanas?
Estas preguntas son contestadas en “Fakecracia”, un libro recientemente editado por un grupo de investigadores de comunicación política de la región.
La fakecracia puede ser comprendida como un sistema político en que el uso de noticias falsas es la herramienta de comunicación política más relevante.
Para los actores políticos, este es un recurso que sirve para atacar a la oposición política; pero a su vez, como una herramienta que menosprecia el trabajo de los periodistas y difunde discursos de odios.
El objetivo del libro es poder comprender el uso de noticias falsas en la comunicación política en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Perú, Uruguay y Venezuela.
A su vez, buscamos comprender la influencia del uso de las noticias falsas durante la campaña de la elección presidencial de los Estados Unidos en 2016, sobre las campañas electorales en América Latina en el período 2017-2019.
Al poner la lupa sobre América Latina, todas las campañas políticas que hemos estudiado en la región tuvieron un factor común: el uso de noticias falsas. Por ejemplo, nosotros podemos encontrar a Nayib Bukele en El Salvador, Jair Bolsonaro en Brasil o Manuel Andrés Lopez Obrador en México.
De esa manera, la fakeracia comienza a socavar las débiles democracias de la región. El uso de noticias falsas se convierte en una herramienta poderosa para cubrir los reales problemas que asechan a los latinoamericanos como la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, entre otros.
Sin embargo, el impacto negativo de las noticias falsas ha ido más allá. Detrás del uso de las noticias falsas, los actores políticos están ocultando sus intenciones reales: una agenda política que busca atacar a ciertos grupos específicos de la población.
Detrás de esa agenda política están las violaciones a los derechos humanos que se producen a través de las noticias falsas.
Los discursos de odio, detrás de las noticias falsas, difundidas en la campaña electoral de Bolsonaro, tuvieron como protagonista central a la población LGBTIQ y a los defensores de derechos humanos.
Estas imágenes que mostramos aquí fueron usadas para afectar a otros candidatos, pero con la intención real de posicionar una agenda de discriminación hacia la población LGBTIQ y difundir discurso de odio.
Pero, ¿por qué estas violaciones a los derechos humanos tienen un rápido potencial de crecimiento? Porque mediante el uso de noticias falsas difundidas por redes sociales, y a través del uso de bots, las mismas se difunden con una velocidad inusitada.
En la publicación Fakecracia se muestran distintos ejemplos para comprender cómo los actores políticos en América Latina usan noticias falsas a través de Whatsapp, Twitter, Facebook e Instagram.
Allí encontrarán muchos ejemplos de cómo los actores políticos están usando noticias falsas para pasar una agenda que busca atacar a defensores de derechos humanos, periodistas y organizaciones no gubernamentales.
El uso de las noticias falsas en las campañas electorales es una de las raíces de la desinformación y de los graves problemas que afectan a América Latina. El poder de las noticias falsas funciona para que los electores realmente no sepan a quién están votando.
El uso de noticias falsas tiene como intención política desinformar a las personas en el contrato que hacen actores políticos y ciudadanos, que ya no está basado en la solución de problemas reales, sino en mantener conversaciones en redes sociales basadas en “discursos” y no en hechos o respuestas a problemas reales.
“Yo voy a odiar a esta gente (LGBTIQ, periodistas, defensores de derechos humanos) cada vez más y más”, podría ser una frase común en las elecciones latinoamericanas.
La promesa no es mejorar una política pública, la promesa es algo intangible basado en el ataque a una población específica.
El discurso de odio basado en noticias falsas necesita de un actor político que funcione como un “Salvador”, un outsider, que, siguiendo un discurso político, pueda defendernos a “nosotros” de los “otros”.
Cuando esto ha pasado, la desinformación y la ignorancia han escalado, ganan las elecciones y tienen el poder de hacer más profundas las divisiones sociales en América Latina.
A su vez, el “salvador” es el candidato que promueve las noticias falsas y la desinformación en contra de target específicos.
Sin embargo, a pesar del uso de las redes sociales, las noticias falsas y la desinformación son usadas como el preámbulo para atacar a los oponentes políticos del gobierno de turno, y ello va más allá de lo digital, incluyendo ataques físicos, realizando persecuciones legales o promoviendo discriminación social contra grupos específicos.
Estas acciones pueden finalizar en asesinatos de odio, como podemos ver en diferentes países de América Latina y los Estados Unidos.
Otro aspecto relevante que revisamos en el libro es que la difusión de noticias falsas se ha utilizado para reemplazar o incluso atacar a periodistas. Hay muchos casos de “falsos periodistas” que se dedican a inventar noticias falsas y actúan como puntos focales de bots (usuarios falsos en redes sociales).
Ellos crean la historia, la que luego es compartida en redes sociales e inmediatamente hay muchos usuarios que llenan las redes con esos contenidos, basados en información falsa y que promueve el discurso de odio.
Esta industria tiene in gran aliado en la región: la ausencia de reglas claras de financiamiento electoral. Los llamados “bot-centers” o “net-centers” son una moneda corriente en la región desde México hasta Argentina.
Este escenario es un desafío para la región.
Actualmente hay una ausencia de regulaciones a nivel local e internacional sobre las noticias falsas. El uso de jurisprudencia vinculado a la difamación es la única puerta que se puede encontrar para soluciones legales cuando las noticias falsas están afectando a los ciudadanos.
Desde las Naciones Unidas, con la Iniciativa “Verificado”, y declaraciones de la Unesco, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y otras organizaciones, han demostrado que la desinformación y la propagación del discurso de odio pueden ser consideradas violaciones a los derechos humanos.
Las iniciativas de chequeo de hechos funcionan como un mecanismo de defensa contra la desinformación y la promoción del discurso de odio.
El trabajo entre periodistas, organizaciones no gubernamentales y medios puede ser una poderosa alianza para combatir contra la promoción del discurso de odio.
Al respecto, existen buenos ejemplos en América Latina, pero aún insuficientes si uno ve el poder que las noticias falsas han tenido en las elecciones de los últimos dos años. Más que nunca, la desinformación actual como el poder para hacer más profundas las barreras sociales y los muros que nos dividen.
Este artículo fue publicado originalmente por DemocraciaAbierta.
RV: EG
Fuente: https://www.ipsnoticias.net/