Una de las cosas más complejas que he intentado en mi acrobática vida de periodista -escritor, es –y será siempre- el “escape por la puerta falsa de la vida”, que se reconoce como “suicidio” y a pesar de diversos intentos, no consiguen explicar ni siquiera los “psicolocos”- que lo han explicado cuasi todo, desde el impulso amoroso, hasta la pretendida sabiduría de los ateos. ¡Es decir, mi querido publicates!
-Yo confieso honestamente, que es el asunto, es asaz complejo, o mejor dicho, tiene explicaciones para todos los sustos.
Hay suicidios frustrantes, hasta en personajes, famosos, adinerados y lecherazos en lo que al amor se refiere. Y sin embargo, se matan, oiga usted, aunque “su menda” no lo crea, no obstante lo esfuerzos explicativos, de nosotros, los periodiqueros, a cuyas huestes adherí, siendo casi un chibolo, que -sin embargo- había recorrido diversos callejones de este incomprensible espectáculo rotativo, al que llamamos vida.
De niño asistí a noticias sobre los suicidios “ponjas” que siguieron al terremoto del 40 y el subsiguiente saqueo, instigado por turbas que profetizaron-falsamente, desde luego- una invasión japonesa que, oiga usted, aunque no lo crea, habría de ejecutarse varias décadas más tarde, con apoyo de militarotes de esta tronchada y gloria exclusiva de cierto capitanejo, expulsado de filas, pero hasta ahorita “envarado” quién sabrá nunca porqué, sobre todo yo, que vivo sufriendo sus agravios -probablemente merecidos- traducidos en desempleo y malas jugadas de sujetos en los que-bobo que es uno- alguna vez tomé como “amigos” y lo vengo sufriendo hasta ahorita, compadre.
Pero, volviendo al suicidio (sabia medida auto crítica de la puntería tradicional, hoy censurada por kenyis y otras geishas, que no sé lo que estarán esperando). En fin. Parece que la nobleza samuray se esfumó después de la bomba atómica… ¡Qué le vamos a hacer, mientras haya geishas vocacionales, sobre todo entre periodistas y gente de la tele. ¡Así nacieron pues! Y la cosa, no tiene arreglo, como bien demuestra (a) Aldito Sobonio, que bien se merecería un puesto de mosaico en una cantina oriental de esas que aún alberca el “Llauca”. ¡Paciencia “Aldito”, tu sitio sigue impune y quizás una fecha de éstas, conozca la variante del “avionazo” a la medianoche. ¡Pregúntale a “Huascajandro” y su Doña”, hoy manoseados por la justicia gringa, porque así es la vida, pues. Y hay sobonerías que se pagan finalmente y… a veces muy caro. En Buenos Aires… también hay nipones. De esos que ya no se hacen el “Hara Kiri” cuando llega la hora de ajustar cuentas.
Pero, volviendo a lo del suicidio, no hay en el mundo, alguien que no lo haya tenido alguna vez, en su programa de función de despedida. Unos por desengaño amoroso, otros, porque perdieron un negocio en la timba y otros, en fin, porque bebieron o inhalaron más de la cuenta y finalmente, algunos que incapaces de enfrentar su tercer-sexismo, con la “acústica”, que le pone “baby”- que heredó el pistolerismo , finalmente suicida de su papi y la beatitud no arrepentida de su señora mamá, este mismo “acusticazo” baby, acaba de arrinconar a recuerdos de amores compartidos, a un antiguo amante que optó por saltar al “más allá” desde el piso catorce de sus restregados recuerdos de alcoba sucia que ambos compartieron en horas de locura sexi-juvenil arrosquetada.
En fin- dicen que San Píter, aboga por los desesperados a fin de que salten a la garrocha, “Las Cavernas de Pedro Gotero”. Donde los condenados maricas bailan el guapachá talco a la media noche. «Hora de las Brujas», que dicen los “enteraos”.
En mi modesto caso, yo he analizado la posibilidad auto-condenatoria- del suicidio, sólo en el caso de enfermedad incurable, que -a mi juicio- nadie está obligado a cumplir hasta sus finales apretones, mi estimado.
Creo en Diosito -si bien lo entiendo muy a fondo que digamos. He tratado de ser, lo que se dice “un hombre bueno”. Compartiendo la tristeza de los ancianos, los huérfanos y otros abandonados por la suerte, incluso donándoles íntegramente, algunas sumas en otro tiempo robustas, que gané con trabajo limpio y horas íntegras de mi esforzada dedicación. No espero y mucho menos, reclamo, premio alguno por esta línea de acontecimientos.
Incluso voy a reincidir en ella. Mis travesuras amatorias (siempre con representantes del sexo contrario), tuvieron, lo que cualquier partido de fútbol o encuentro de boxeo.
Unos ganaron, otras perdieron y como es costumbre, los “empates no dejaron satisfecha a la tribuna. Por mi parte, he aceptado siempre, las decisiones arbitrales de ese grag gracioso a quien llamamos “destino”, a quien he llegado a comprender gracias a sabios como Mahatma Gandhi, Deepak Chopra y otros «Grandes», de la filosofía, gracias a los cuales (entrevisté a muchos de ellos, en Nueva York, California y otros puntos de este planeta, gracias a la mediación de una misteriosa hermandad que finalmente me reconoció como “maestro esotérico”), y recientemente me ha informado de mi cercana incorporación, a un ciclo de conferencias acerca de secretos tales como el llamado “sincro-destino” y otras revelaciones que nos ayudarán a comprender ciertos altibajos de la vida.
Quizás la difusión de estos principios, nos ayude a desterrar para siempre a ese maldito fantasma del suicidio, o a desarrollar otras decisiones que nos hagan cantar como en lejanos días, esa canción que dice: ¡LAFELICIDAD,JA,JA…!
¡Yo cantaré con todos!