La gloria y ocaso de un verdadero goleador que se llamó Valeriano

 

El ‘Tanque de Casma’ como se le conocía a Valeriano López Mendiola había nacido el 4 de mayo de 1926 y Alberto ‘Beto’ Levy Esquenazi dos días antes pero siete años después. Esa cercanía de fecha de natalicios llevó aún más al popular ‘Beto’ a querer como un hermano mayor a quién hizo con sus goles de cabeza en canchas peruanas, de Buenos Aires y de Colombia un temible ‘9’ sin par. Y ‘Beto’ no escatimó nunca gasto alguno cuando de Valeriano se trataba. Fue tal su cariño y admiración que llegó a tenerlo, en su famosa y recordada tienda de Hogar, a espaldas de Ajimoto en plena Vía Expresa casi como un símbolo. Y Valeriano con su larga estatura (un metro 92), la finura de su cuerpo, su siempre saco color crema y su clásica gorrita era un representante más de Hogar. Con nombre propio. Y respetado entre los trabajadores.

Ese año que ‘Beto’ celebraba sus 58 años fui invitado al Club Hebraica. Fue una ocasión propicia para no solo disfrutar de ese acontecimiento que fue doble, dígase de paso, porque ‘Beto’ había decidido celebrar junto con el suyo, el de Valeriano. Una cita de ex cracks y dirigentes. La ocasión estaba servida. Iba a tener muy cerca al gran Valeriano al que desde el palco de prensa le había visto anotar goles de cabeza pero que fuera de las canchas era muy huidizo para las entrevistas. Nadie podía discutir a esas alturas de la vida y en el ocaso de su existencia marchita, Valeriano vivía de los premios pecuniarios y de ropa según como se hubiera comportado esa semana y que ‘Beto’ se enteraba por “informes” de Carlos Lazón que no siempre eran verdad.

Tres preguntas recuerdo que le hice a Valeriano y que gracias a ‘Beto’ las respondió: Alfredo Di Stéfano, cigarros envueltos con billetes de 100 dólares y sus mejores goles. Del primero que acabó yéndose a jugar al Real Madrid y no él como quería su presidente Santiago Bernabéu dijo que fue mejor “pero lejos que el rubio argentino”; de los cigarros respondió que “hubo mucho de fantasía” y de los goles “fueron tantos que ya hasta me olvidé. Quizá por allí los tres de cabeza jugando por el Huracán le ganamos 3-2 a River a estadio lleno. Bueno, y en mi Sport Boys ni qué decir….» 

La vida de Valeriano hay que analizarla de acuerdo al contexto del período que él vivió, de los momentos de gloria iniciales en que jugó -como lo afirma el sociólogo Aldo Panfichi Huamán– y que fue dentro de un “profesionalismo marrón”, con salarios muy bajos en comparación a los de hoy porque había que entender que la actividad del futbolista no era del todo profesional y menos que estuviera sujeto a disciplinas. Clubes informales de tradición de esos años -como los que existen hoy en el fútbol peruano, aunque parezca mentira- y por eso estamos como estamos.

Panfichi Huamán refiere que cuando aparece Valeriano surge el dinero que no había antes y entonces en ese brillo que le daba su porte, los goles que no se cansaba de anotar cada semana frente al fútbol lento de esa época no fueron suficientes ante un físico que descuidaba pero sus éxitos eran tan altos como los saltos que daba para conectar sus furibundos cabezazos. Anota que en Valeriano está la famosa historia de que en Cali prendía cigarros con billetes de 100 dólares, lo que en su opinión del sociólogo demostraba el desapego que el “Tanque de Casma” tenía por el dinero.

Pero no por las mujeres porque para ellas era un hombre atractivo -refiere Panfichi- y las frecuentó sobre todo a las del mundo artístico y a quienes estaban siempre muy ligada al fútbol. Goles en los arcos rivales, su nombre coreado todos los fines de semana pero bohemio sin par derrochando dinero que ganó pero que en el ocaso de su vida ya no anotaba goles con sólo mencionar su nombre, acabo esperando cada fin de semana qué decía su compadre Lazón a Levy para meter billetes en sus ralos bolsillos o bien lucir ropa nueva.

Cuando la Universidad de Oxford de Inglaterra, a través del su editor -el historiador Carlos Aguirre Ramírez– preparó un diccionario y donde consideró a cinco famosos jugadores afrodescendientes peruanos le encargó el tema a Panfichi Huamán los nombres que terminaron siendo publicados y editados fueron los de Valeriano López, ‘Perico’ León, Teófilo Cubillas, ‘Manguera’ Alejandro Villanueva  y Adelfo Magallanes, los cinco ex aliancistas Y de Valeriano, esto escribió Panfichi Huamán en el citado Diccionario:

López Mendiola, Valeriano (1926-1994), el futbolista con mejor promedio de goles del fútbol profesional sudamericano (207 goles en 199 partidos oficiales) e ídolo de dos equipos tradicionales, el Sport Boys del Perú y el Deportivo Cali de Colombia, nació en la ciudad costera de Casma, Áncash, un 4 de mayo de 1926.

Mito, bohemia y gol se reúnen en la figura de Valeriano López, un crack con problemas de indisciplina pero también con una calidad futbolística impresionante. Aunque se inició jugando en Casma, emigró a Lima tempranamente para jugar en el equipo Firestone de Huacho, ciudad costera al norte de la capital peruana. Lo descubrieron jugando en un partido contra el Centro Iqueño en el que, con solo 17 años, anotó 7 goles. José Arrué Burga, por ese entonces presidente del Sport Boys, equipo histórico del Callao, terminó deslumbrado el partido. El dirigente no titubeó y de inmediato contrato al joven Valeriano por la nada despreciable suma de 1.500 soles.

EL TANQUE DE CASMA

El increíble talento de Valeriano no demoró en explotar. Cabeceador nato, ‘El Tanque de Casma’ debutó en la profesional con el Sport Boys el 18 de abril de 1946 a la edad de 20 años. Le bastaron tres temporadas (1946-1948) para demostrar su raza goleadora, pues no solo terminó como goleador máximo, sino que su récord fue impresionante: 62 goles en 54 partidos, un promedio de 1.15 goles por partido. Sin embargo, pronto migraría a Colombia, pues una indisciplina le cerró las puertas de la selección y de los clubes nacionales. Inhabilitado para jugar en Perú, Valeriano no tuvo problemas en trasladar su clase a otro país y decidió jugar por Deportivo Cali. En Cali, Valeriano se convirtió en una leyenda. Con solo dos temporadas se ganó a los aficionados con goles ¿Su récord? 43 goles en 39 partidos con episodios increíbles como la goleada a Millonarios (6-1) en la que él anotó tres. Para entonces ya era un ídolo en Colombia y su fama trascendía las fronteras continentales.

REALIDAD VS. MITO

Acaso la más insigne anécdota de la vida de Valeriano es aquella que recuerda el infructuoso intento de Santiago Bernabéu, el mítico presidente del Real Madrid, por fichar al delantero casmeño. López, fiel a ese estilo disidente y marginal que siempre lo caracterizó, se negó a firmar por el equipo madrileño porque no quería alejarse de su familia. El plan B de Bernabéu fue fichar a Alfredo Di Stefano, quien jugaba en el Millonarios. Tiempo después, Bernabéu diría: “Fui a buscar a Valeriano, porque jamás había visto un cabeceador tan extraordinario, pero luego volví por Alfredo. Y no me quejo, porque me dio cinco Copas de Europa”.

Es muy recordado también su breve paso por la selección, donde sigue siendo el jugador con más goles de cabeza anotados en un solo partido: cinco frente a Panamá; o el hecho de que ha sido el único en la historia de la Liga colombiana de Primera que anotó en 12 partidos consecutivos. También se dice que solía liarse cigarrillos con dólares. Es natural, pues, que haya sido mitificado; no obstante, en su caso la realidad fue aún más impresionante que la leyenda y, terminado su castigo, Valeriano retornó al Sport Boys para la que acaso fuera su mejor temporada, con un récord de 31 goles en 16 encuentros y finalizando como goleador máximo del torneo.

EL OCASO DE UN GOLEADOR

En 1953 Valeriano migró al argentino Huracán, donde hizo 10 goles en 18 encuentros. Incapaz de adaptarse y presa de sus indisciplinas, regresó al Perú para jugar por Alianza Lima (1954-1956), logrando el campeonato 1954-1955 de la mano de otros grandes jugadores como Máximo Mosquera y Willy Barbadillo. Esa fue tal vez su última gran temporada, siendo parte fundamental de una delantera letal. Sus temporadas posteriores en Mariscal Castilla, Sport Boys y, finalmente, Deportivo Cali, tuvieron un promedio de goles que nunca bajó de 0.70 por partido, pero ya no era la máquina anotadora de antes: la bohemia y los años habían hecho su tarea.

El 7 de mayo de 1994, Valeriano, el único peruano que se cuenta entre uno de los tres futbolistas sudamericanos que convirtieron, en promedio, más de un gol por partido (los otros son el brasileño Arthur Friedenreich y el argentino Bernabé Ferreyra) murió pobre a los 69 años en el Callao.

 

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