La redonda generación perdida

 

No solamente el término de generación perdida solíamos leerlo como un concepto literario allá por el siglo pasado donde se hallaban comprometidos jóvenes que vivían a principios del Siglo XX en capitales europeas y con noticas de bombardeos por Guerras Mundiales y demás. Hoy quiero aquí utilizar esa frase en el redondo mundo futbolístico nuestro tan venido a menos en estos 25 años del Siglo XXI. Generaciones de futbolistas de los seleccionados Sub 17 y Sub 20 nacidos después del año 2000 que han perdido toda brújula en lo que se refiere a éxitos en las canchas y que la palabra derrota como que hoy la tienen asociada al diario vivir por las canchas de fútbol sin fe en su futuro.

Nos hemos quedamos en el tiempo. Seguimos sin entender la evolución del fútbol. No podemos exigir el supuesto ‘chocolate’ a un ritmo cansino. Esta vieja batalla es un problema de organización. El futbol es un deporte hermoso, amplio, impensable que te da oportunidad para ganarle al rival más pintado. Pero, finalmente son accidentes y situaciones anecdóticas que justamente, por ser así, se recuerdan porque acaban siendo trascendentes sin señalar una continuidad que es lo que le falta al fútbol peruano.

Enfatizo que todo lo que le pasa a nuestro fútbol tiene un problema muy simple: organizacional y estructural que se soluciona removiendo todos estos malos sistemas.  Lamentablemente -hay que decirlo- para hacerlo se necesita pisar callos cuando tienes que obligar a los clubes a invertir en menores, que tengan una organización propia de una verdadera empresa moderna y eso pues no se hace de parte de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) porque implicaría que su presidente Agustín Lozano se enfrente a los clubes e intervenga en las Federaciones Departamentales que son sus votantes que lo eligen.

Hoy pasa lo mismo que Nicolás Delfino y Manuel Burga hicieron en su momento: los mantiene en sus cargos, no se complica demasiado ni tampoco les exige nada. Por allí les da un viajecito o un gusto que les pueda aparecer que son importantes y listo. En los derechos de televisión se firma un contrato rarísimo con una empresa. Un contrato que nunca se ha exhibido. A la mala y a la fuerza que los clubes aceptaron a ojos cerrados porque a cambio de dinero no le exigen nada. A todo ello en estas reuniones y firmas de contratos a puertas cerradas en las canchas ninguna exigencia o por los menos preguntar cómo marchan sus divisiones de menores y si algo están haciendo los clubes en sus estructuras deportivas si es que las tienen o están en busca de ellas.

Desde las épocas de Delfino y Burga un buen sector del periodismo les solicitó que dispusieran de una serie de reglas para competir cómo debe ser en nuestro fútbol y si no cumplían no podían participar en competencia oficial alguna y si sólo ocho lo hacían con los ocho se jugaría el campeonato. Los discursos de juramentación de ambos hicieron hincapié de estos detalles que la mayoría no cumplió. Hasta hoy.

¿Y cómo seguían nuestros menores de las Sub 16, 17 y 20? Abandonadas a su suerte en tantos que las elecciones para la FPF seguían manteniendo en el cargo presidencial al mismo rostro de siempre. Hoy quien entra al mundo del futbol no quiere salir. La razón es muy simple: el fútbol es un deporte generoso que permite que de pronto quién en su vida común y corriente no puede alcanzar ciertas instancias o gollerías lo haga. ¿Quién quiere dejar ese mundo? ¿Quién quiere tener la oportunidad de viajar, trato de dignatario, pagos de viáticos, ir a un Mundial, conocer a Ronaldo, tomarse fotos con Messi o ir a cuanta reunión la FIFA o la Conmebol realicen? Nadie, todo el mundo piensa en el hoy y menos en el mañana. Ninguno piensa en lo que pueda hacer bueno para el deporte, para el fútbol y la institucionalidad que no existe en el Perú, Nadie piensa en crear una institución sólida; que la que la FPF tenga dentro una gerencia que genere confianza, que sea autónoma e inmune a las presiones. No les conviene para nada porque sus “derechos” entre comillas están primeros.

Si nos fijamos en la Sub 17 de Juan José Oré que clasificó para el Mundial de Seúl 2007, al único que hemos asistido, diría que fue una cosa digamos extraña dentro de todo lo negativo de la FPF y no se ha vuelto a repetir transcurridos 18 años porque simplemente no hubo continuidad y menos un trabajo estructurado de una gran generación que Oré tuvo pero luego no hubo nada más porque simplemente la formación del joven futbolista nuestro no existe. Por eso tenemos éxitos aislados y efímeros que por allí nos hacen abrir los ojos y punto. Ninguno de esa nueva generación Sub 17 se consolidó salvo Reimond Manco pero miren en qué acabó. Lo que demuestra que la formación del jugador, además, de técnica debe ser mental.

Esta generación perdida Sub 17 que viene de disputar hace poco un cupo para el Mundial de Catar en noviembre próximo jugó cuatro partidos y los cuatro los perdió sin anotar un solo gol. Fiel reflejo del torneo Copa Federación que organiza la FPF entre ¡cuatro equipos!: ‘U’, Alianza Lima, Cristal y San Martín y de donde salen la mayoría de los seleccionados. No hay más dónde elegir y allí están los pobres resultados donde su entrenador, Luis Silvestre no es el único culpable. Es lo que hay, diría hoy y así estamos. Alguien me podrá decir que con Brasil hoy pasa por lo mismo. Es cierto. En las actuales Eliminatorias para el Mundial del 2026 en EEUU, Canadá y México hasta Venezuela le gana y Argentina no sólo lo derrota de visita y golea en Buenas Aires, sino que en la tabla dejó de ocupar los primeros lugares.

Sí, pues, pero Brasil ha ganado cinco títulos Mundiales (1958/1962/1970/1994 y 2002) y sus equipos en la Copa Libertadores han campeonado 23 veces y han sido finalistas en 42 ocasiones de las 64 ediciones jugadas hasta hoy. Nosotros nunca y apenas dos veces con la ‘U’ (1972) y Sporting Cristal (1997) llegamos a ser finalistas. Nunca tan cierto, entonces, ese viejo refrán “mal de muchos, consuelo de tontos”.

 

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