Las razones de Javier Cercas

 

A Javier Cercas no le gusta (mucho) el cebiche pero le fascina el Kingkong, el dulce norteño. Cuando llegó a Trujillo a la FILT 2017 la capital liberteña vivía la fiesta desenfrenada del fútbol por la ilusión de ir a Rusia 2018 –la selección iba a jugar al día siguiente contra Nueva Zelanda– y porque el equipo de Gareca lucía a un crack de la región, el conspicuo Christian Cueva, “Cuevita”, hijo ilustre de Trujillo y Huamachuco. Así que no hubo dudas, Cercas quería lucir su camiseta pero ya se habían agotado entonces hubo que comprarle una del Edison Flores y esa noche –fui testigo–, el español se fue a la cama con la número 20 del “Orejas” como piyama.

Cercas es un tipo sencillo. Cuando uno le pregunta cómo escribe sus libros, él dice que solo pone el 50 por ciento porque la otra mitad la pone el lector. Y cuenta que es un escritor profesional no por compulsivo sino porque es ordenado y metódico. Que para venir a Trujillo –al día siguiente viajaba a Quito– se había propuesto una necesarias vacaciones. Y cuando le hablo del periodismo –Cercas es toda una figura en el diario El País de Madrid—cuenta que es un periodista extraño porque muy tarde descubrió la escritura en la prensa a la que llegó ya de novelista conocido y profesor universitario. Luego reconoce que sus textos periodísticos son una suerte de laboratorio de lo que van a ser luego sus novelas.

Sombras del monarca

Y no estaba cómodo esa noche porque no le gustan los homenajes. Y cuando la Municipalidad Provincial de Trujillo lo reconoció como visitante distinguido luego de la presentación de su libro El monarca de las sombras en la Plazuela El Recreo, Cercas solo quería hablar de su libro que relata la búsqueda del joven Manuel Mena —su tío abuelo — quien luchó por una causa injusta y murió del lado equivocado defendiendo al franquismo de aquella España de 1936. Sí, su España, heredada en su literatura, su peor herencia, esa de su familia y de su país: “Todos cargamos con una herencia buena y una mala. ¿Qué hacemos con la mala? ¿La escondemos, la edulcoramos o la afrontamos tal como es? Yo creo que es imprescindible afrontarla, saber en qué consiste y entenderla”.

Ya más tranquilo, frente a la piscina del Hotel Libertador y escapando de la barahúnda que generaba la víspera del partido de la selección, Cercas se sorprendía por aquella algarabía general que no la había visto en estos últimos años cuando el fútbol español lo había ganado todo. Pero seguimos hablando de las guerras civiles que vaya la comparación, decía, debe ser las peores de las guerras. ¿Y la española?: “Contrariamente a lo que dicen los libros de historias, la Guerra Civil Española, los historiadores dicen que abarcó de 1935 a 1939. Pero la verdad es que duró hasta 1975, que fue cuando concluyó el franquismo. Y el franquismo fue la prolongación de la guerra por otros medios. “En mis libros narro de esa guerra pero no como arqueología, como algo pasado, sino como algo presente. El presente sin memoria es un presente mutilado, es un presente que no se entiende”.

Entonces le pregunto de Vallejo y me confiesa que recientemente lo admira más, que no solo es un enorme poeta sino un gran prosista y que no es poeta peruano sino una figura universal. Y hablamos de la Cataluña de hoy y se apena porque rehúye en general los nacionalismos, que considera cuestión pasional, a diferencia del independentismo, que es un tema político. Cercas es un hombre de izquierdas pero es un crítico del discurso y estado actual de la izquierda española.

Soldados de Salamina

Cercas realizó todos sus estudios en Barcelona y ahí empezó a escribir pero hasta el 2000 era un escritor muy poco conocido e ignorado por las antologías. Pero era amigo del escritor chileno Roberto Bolaño quien reconocía su talento y lo estimulaba a continuar escribiendo. Cuando publicó Soldados de Salamina su vida cambió. Mario Vargas Llosa, J. M. Coetzee, Doris Lessing y otros aplaudieron su novela y tal fue el éxito que lo obligaron a dedicarse exclusivamente a escribir, dejando su oficio como profesor universitario.

Aquí, en Trujillo, con una feria de libro con una convocatoria masiva con la visita de grandes escritores y con la presencia omnímoda de César Vallejo, el homenaje al maestro paraguayo Roa Bastos y la fiesta del fútbol, Javier Cercas reafirma esa satisfacción por ser literato y vivir para las letras. Entonces celebramos de lo mismo, de cómo los libros nos cambian para mejor, de cómo la literatura nos limpia de la inmundicia de la política reaccionaria y nos hace vivir en un estado de sensibilidad extrema para defender las causas humanísticas y la libertad para cambiar al mundo.

 

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