¿Le llegó el ocaso a la estrella de Gisela Valcárcel?

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Todo en la vida tiene un inicio y un final, y muchas veces no sabemos reconocerlos, sobre todo cuando se trata de aspectos que nos definen como personas: relaciones sentimentales, actividades propias de una determinada edad, la moda apropiada a nuestro físico, y, muy frecuentemente, el éxito profesional.

A mi entender, Gisela Valcárcel hace rato pasó de ese momento en que “reinaba” en la televisión peruana, donde el nombrarla suponía un ascenso de sintonía, cuando ella por sí sola era una apuesta segura para cualquier medio de comunicación. La “señito” ha tenido que rebajarse en las últimas temporadas para conseguir el rating deseado y competir contra inescrupulosas propuestas.

La que se proclamaba abanderada de la “televisión blanca”, de repente invitaba a un sujeto que se encontraba bajo orden de detención sólo porque Beto Ortiz estaba tocando el mismo tema en El valor de la verdad, de poco o nada importaba que el programa de la rubia tuviera que ver con bailes y no con escándalos propios de la farándula.

Otras veces se le notaba dispuesta a mover el caldero de las noticias que llenaban las portadas de los “diarios chicha”, sino cómo explicar el haber convocado como “héroe” a Ariel Bracamonte en pleno juicio de su hermana. No contenta con hacerlo bailar, Gisela atizaba el fuego entre él y Pachi Valle Riestra, miembro del jurado y amiga de Eva Bracamonte.

Gisela Valcárcel lograba titulares y su Gran Show mantenía la “antena caliente” gracias al escándalo, pues a casi nadie les importaban los bailes y maromas de los concursantes. Carlos Cacho y sus controversiales declaraciones y desplantes apuntaban al mismo objetivo, generar noticias, morbo, comentarios.

Después de algunas emisiones del programa, la “Señito” hacía la jugada que mejor aprendió en sus años televisivos, pedirle perdón al público por haberles echo ver la “suciedad” del mundo del espectáculo. Inventarse diferencias con lo ofrecido por Beto Ortiz y Magaly Medina, porque ella la amiga de las amas de casa era buena, blanca como paloma, y sólo desea entregar entretenimiento del sano. Pobrecita, tanto tiempo en pantallas y sigue cayendo en esos errores ¿involuntarios? No lo cree nadie.

Pero lo que sí creó, es que Gisela quisiera tener un espacio donde no recurriera a esas trampas emocionales, donde no se obligara a ella misma (porque El Gran Show es de su propiedad, de GV Producciones) a pedir hipócritas disculpas, no porque no sea consciente que metió la pata, sino que al siguiente bajón de rating va a volver a repetir la travesura.

Soy sincero al señalar que no tengo nada contra la Sra. Valcárcel, le reconozco el ahínco con que salió adelante en un trabajo tan complicado como hacer televisión, jamás voy a sentarme a revisar su etapa de vedette, ni a darle cabida a los lamentables comentarios que se susurran en los pasillos de los canales de TV y en las salas de redacción. Todos tenemos un pasado, pero no estamos obligados a vivir de él eternamente. Y, justamente, refiriéndome al presente, pienso: no es mejor irse cuando la gente aún te va a extrañar y no llegar al punto que te señalen la puerta de salida.

Sí el Gran Show no tiene la sintonía que Gisela desea, y le ha sido esquiva en los últimos años, podría haber llegado el momento del adiós. Con la publicidad que le hace el monopolio de medios más importantes del país, que son los que le dan pantalla, no lograr picos de rating es un fracaso, un aviso que tu tiempo de personaje televisivo ya fue, un recordatorio que hay otras cosas en la vida que también puedes disfrutar, páginas en blanco para evolucionar. (Foto: Andina)

 

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