Los peruanos se juegan su futuro entre dos candidatos que polarizan al país

 

David Blanco Bonilla/ EFE

El pase a la segunda vuelta presidencial del profesor ultraizquierdista Pedro Castillo y de la derechista autoritaria Keiko Fujimori ha llevado a los peruanos del desconcierto a la polarización, ante una decisión que el próximo 6 de junio puede dejar una marca indeleble en el futuro de su país.

En el debate ciudadano, tan polarizado que pasa rápidamente al insulto, se encuentran posiciones que aseguran que los peruanos se encuentran entre la espada y la pared, y que en la segunda vuelta se afronta el dilema extremo de escoger «entre el cáncer o el sida».

Con diferentes argumentos y matices, Castillo es considerado por sus opositores un marxista con ideas radicales «encubiertas», en un país donde la sombra violenta de Sendero Luminoso sigue muy vigente y es un arma para el descrédito político, mientras que Fujimori es vinculada con la corrupción sistemática y las violaciones a los derechos humanos que, para muchos representa el régimen de su padre, Alberto Fujimori (1990-2000).

Castillo rechaza que se le «terruquee», un término que se emplea en su país para intentar desacreditar a cualquier persona con ideas progresistas o de izquierda, mientras que Fujimori sostiene que, a pesar de defender el «legado» de su padre, luchará contra la corrupción y respetará las reglas democráticas durante un eventual Gobierno.

Esta elección será histórica, además, porque se designará al «presidente del bicentenario» de la independencia del país, que se celebrará precisamente este 28 de julio, el mismo día de la toma de mando del nuevo mandatario.

DOS CANDIDATOS DIAMETRALMENTE OPUESTOS

«Va a ser una segunda vuelta muy polarizada igual, más allá de lo que los candidatos hagan», afirmó al respecto a Efe el analista Eduardo Dargent, quien avizora que durante la campaña de poco más de un mes surgirán «muchas simplificaciones» a nivel social.

La politóloga Gelin Espinoza coincidió en que será una campaña «con bastante polarización», en la que los medios de comunicación «juegan un papel muy importante», ante lo que consideró «un discurso claramente a favor de cierto candidato», en este caso de Fujimori.

«Ellos reconocen que es ‘el mal menor'», indicó Espinoza a Efe en referencia a la postura que también ha manifestado el escritor Mario Vargas Llosa, quien ha pedido votar por Keiko a pesar de que durante las últimas décadas fue un acérrimo detractor del fujimorismo.

Tras los comicios generales del pasado 11 de abril, los dos candidatos aún perfilan los detalles de su campaña hacia la segunda vuelta con sus equipos de trabajo, pero es innegable que sus propuestas son diametralmente opuestas.

Castillo es un profesor nacido en 1969 en la región norteña de Cajamarca, que en 2017 dirigió la huelga de una facción del sindicato de maestros que las autoridades vincularon con el Movadef, el brazo político de Sendero, aunque él rechaza cualquier cercanía con esa agrupación y, más bien, defiende sus raíces regionales y campesinas.

 

Fujimori, por su parte, nació en Lima en 1975 y defiende a capa y espada al régimen de su padre, a pesar de las sentencias que este ha recibido tanto por violaciones a los derechos humanos como por corrupción, además de afrontar directamente acusaciones de este tipo que incluyen un pedido fiscal de 30 años de cárcel en su contra.

ENTRE EL «ANTIFUJIMORISMO» Y EL «ANTIIZQUIERDISMO»

En ese contexto, Espinoza consideró que en la segunda vuelta se va a presentar una disputa entre el «antifujimorismo» y el «antiizquierdismo» de grandes sectores de la población, algo a lo que los candidatos podrían o bien «hacer caso omiso» y seguir apelando a sus bases o bien «intentar ceder un poco las posturas y moderar sus discursos» para buscar el voto de los indecisos.

«Tenemos aún un porcentaje grande de indecisos que tienen que tratar de convencer», remarcó antes de recordar que un último sondeo de la empresa Ipsos un 55 % de ciudadanos afirmó que no votará por Keiko, lo que demuestra que «el antifujimorismo en Perú es bastante arraigado, pero también sabemos que el antiizquierda también es bastante arraigado».

Para la analista se tiene que «entender que las elecciones no se van a ganar en Lima» porque la posición en la capital será «solo un punto más a tomar en consideración», ya que en la primera vuelta Castillo logró el grueso de su apoyo en las provincias.

Al referirse a la campaña que se avecina, Dargent consideró que Castillo «lo que va intentar es, sin renunciar a sus temas, es calmar» a sus compatriotas y «decir que él viene a hacer demandas y no a ser un cuco».

«Y Keiko Fujimori va a intentar desligarse de ese voto del sector A, B que la favorece en este momento», acotó antes de reiterar que «la polarización sí se va a dar por lo que van a hacer los propios candidatos respecto a su rival y va a ser muy fuerte a nivel social».

Para el analista, la situación política que afronta su país llevará a que «los escenarios que se abren después del 28 de julio van a estar marcadas por esa polarización».

EFE

 

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